Hace unos años se cruzó en mi vida Tenemos que hablar de Kevin de Lionel
Shriver; la historia y su narración me fascinaron de tal manera que lo
recomendé (y lo sigo haciendo) hasta la saciedad, lo presté, y, como el
ejemplar que leí no era mío (sé que no se prestan los libros ajenos, pero es
que este era muy bueno y no aparecía por ninguna parte), cuando por fin me lo
eché a la vista, lo compré.
Pero
yo no he venido aquí a hablar de mi
libro; Hace unos meses, en las noticias de algún canal, me enteré de que
aquella maravilla había sido llevada al cine (la noticia hablaba del festival
de Cannes) y, en lugar de espeluznarme por la posibilidad de una mala
adaptación, me pasé meses esperando que la estrenaran de una maldita vez (han
tardado la vida) para ir presto al cine porque si conseguía recuperar algo de
aquella historia, aunque fuera sólo un poco, merecería la pena… y, aunque es un
libro terriblemente complicado de digerir, la película es una adaptación tan
adecuada, que, aunque recuerdo el libro como recuerdo muy pocas cosas en la
vida, no se me ocurre si podrían haberla hecho de otra manera, desde la
elección de la protagonista, porque nadie mejor que Tilda Swinton para hacer de
Eva.
Tenemos que hablar de Kevin cuenta la historia de Eva, una mujer que fue libre, que fue independiente
y realizada, que fue feliz durante muchos años, que viajaba mucho (es parte de
su exitosa profesión) y siempre encontraba al amor de su vida esperándola con
una sonrisa, hasta que, rozando los setevapasarelarroz
deciden tener un hijo y a partir de ahí toda su vida se tuerce, hurtando
palabras a la propia Eva en una de las cartas del libro:
[Kevin] Me [había] robado todo aquello que yo significaba para mí. Durante
la primera mitad de mi vida yo era creación mía.
Y así nos encontramos con una mujer sola
que un día fue feliz, y va reconstruyendo cómo era su vida hasta que su hijo se
hizo famoso… matando a sus compañeros de instituto.
En la película se alternan escenas en las
que vemos su pasado de felicidad y cómo esa felicidad deja paso a una
maternidad de un niño extraño y difícil, que se convierte en un adolescente
extraño y difícil y finalmente en un monstruo. Y vemos también su presente, el después del horror, en el que ha
decidido sobrevivir, que no superar lo insuperable, y seguir en la misma
pequeña ciudad, intuimos que para purgar de alguna manera, como si Eva sintiera
que no tiene derecho a huir de lo que hizo Kevin, el fruto de su vientre. Eva no es una mala madre, esto es, no es
responsable de la maldad de Kevin, ha hecho todo lo que una madre hace por un
hijo, incluso con ese hijo que desde que nace es un ser del averno, y esta es
una de las principales gracias de la historia, que ella no lo ha hecho mal, aunque
el mundo la considere responsable de la matanza y le pinten la casa cada dos
por tres, Eva no es mala madre.
El cine es un lenguaje diferente a la
literatura, las adaptaciones tienen necesariamente que prescindir de millones
de detalles pero, en este caso, se mantiene lo esencial, y es que el espíritu de la angustia está mostrado con acierto; de Kevin tenemos unas pequeñas
pinceladas, vemos que es raro, que no es caprichoso sino directamente malvado,
que hace las cosas desde el primer instante con el ánimo de dañar a los que le
rodean y vemos a Eva peleando desde el primer momento contra el hecho de que
Kevin, quiera ella o no, ha tomado el control absoluto de su vida así como que
el padre de ese ser del averno no llega a darse cuenta, en ningún momento, de
lo que tiene en casa porque total no es
más que un niño.
Hay que tener mucho valor para llevar un
libro como Tenemos que hablar de Kevin
al cine, lograr que encima sea una buena película, que reproduce la atmósfera
de angustia y la maldad intrínseca de Kevin, ya es casi un milagro, y más
ahora, con la sequía creativa que puebla las salas.
Totalmente recomendable.
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