Novelas policiacas de Pierre Lemaitre: la serie Verhoeven

Hace unos meses, por cosas del Club de lectura 2.0, leí Vestido de novia, del autor francés Pierre Lemaitre; me gustó tanto, tantísimo, que saqué de mi lista de pendientes Nos vemos allá arriba, novela que lo catapultó al paraíso de los escritores con premios de prestigio y que, además, me llevó a tomar la decisión de leer todo lo que traduzcan de este autor, pero todo, todito, todo... y ahora andamos esperando a que traduzcan más, que lo que hay me ha sabido a poco, delicioso, pero a poco.

Lemaitre tiene, además de las novelas ya citadas (profundamente inquietante una, muerte por ternura la otra) una serie de novelas policiacas de las que, de momento, se han traducido tres y que, como se ve que ya no sé leer sola, me dispongo a reseñar al tiempo que lo hace MG, pásense por su casa con frecuencia, que  como es una lectora voraz seguro que sacan de allí un montón de cosas interesantes que hacer con su tiempo.

El hilo conductor de las tres novelas es la presencia del detective protagonista, Verhoeven (qué apellido tan raro para un francés ¿no?), un hombre de muy corta estatura, con una historia personal que contar, que dibuja muy bien y que tiene una intuición muy particular que le lleva a desvelar casos que son profundamente complicados:

En la primera novela de la serie, Irene, nos encontramos con un Verhoeven que es ciertamente feliz, casado con una mujer que no es para él (en la medida en la que es normal y razonablemente feliz frente al diminuto y caustico detective) que, para mayor alegría, está a punto de dar a luz al que será su primer hijo... Ni que decir tiene que Verhoeven no contaba ni con Irene ni con su hijo en su línea vital, daba por hecho que moriría solo y amargado. Como es la primera de la serie, el autor se recrea más en detalles de la vida de Verhoeven en los que no insistirá en las demás novelas por lo que, aunque se pueden leer de forma independiente, es recomendable empezar por esta, aunque sólo sea porque las demás nos revientan su final. En esta ocasión, el detective -que conseguirá fama tras este caso- ha de enfrentarse a un asesino que mata mujeres de una forma particularmente cruel, ya que las tortura y mutila con el único objetivo de dejar una imagen espeluznante de los cuerpos y, como en las demás, le seguimos en su investigación, vamos viendo poco a poco sus avances y, a diferencia de lo que es ley en el género (Véase Poirot como ejemplo), comprendemos sus procesos mentales así como su forma de trabajar. No entraré en detalles para no destripar la trama porque, si hay algo que caracterice a este autor, es que en sus novelas cuando parece que todo empieza a aclararse se produce un giro que vuelve todo del revés y hay que empezar de nuevo a construir.

La segunda novela de la serie, Alex, empieza con el secuestro de la mujer que le da título. Lo curioso del secuestro es que Alex vive sola y parece estar muy sola en la vida, por lo que prácticamente nadie hubiera notado su ausencia (en el trabajo sí, obvio, pero acababa de dejarlo, qué casualidad) de no ser porque un hombre ve de milagro cómo se la llevan... y paro aquí porque, nuevamente, no conviene destripar más cosas sobre la trama. He de decir que si bien me gustó más Irene, el ritmo de Alex, así como sus giros en la historia, es infinitamente más intenso, hasta el punto de que si el lector comete el error de llevarlo como lectura de antes de dormir es posible que le den las tantas de la mañana. Irene es una novela muy bien construida, Alex es un sinvivir en la que nada es lo que parece. Lo curioso del asunto, es que, una vez más, aunque me gustó más Irene, reconozco con cierta sorpresa que, con la perspectiva del tiempo, Alex ha dejado un poso mucho mayor así que la pregunta que me viene a la cabeza es ¿qué novela es mejor: aquella que se disfruta leyendo en el momento pero se va borrando o aquella que se disfruta menos en el momento pero también una vez leída? pregunta ciertamente absurda dado que me han gustado mucho ambas, ea.

La tercera ¿novela?, Rosy & John en realidad no es tal, es un relato por encargo para plataformas móviles, es decir, que aunque la trama es interesante, el ritmo trepidante etc. etc. sabe a poco simplemente porque es muy breve (hecho objetivo) y los editores en España han decidido que se puede vender como novela lo que es una novela corta (y aquí entra la subjetividad, si el lector se espera una novela de la duración habitual, cuando lee fin siente cierta decepción); sépase que no tengo problemas con el precio, considero que los derechos de autor son una de las especies más maltratadas (y muy malamente explicadas por las asociaciones de los derechos que no corresponden a los libros) en este país, pero si es una novela corta se dice y ya está, no pasa nada (de hecho su duración es claramente justificable al estar pensada para leer en un teléfono móvil), no me anuncien a bombo y platillo "la nueva novela del detective Verhoeven" cuando se trata de algo que apenas llega a las 100 páginas. Dicho esto, también es muy recomendable: en esta ocasión Verhoeven se enfrenta a un señor que ha puesto una bomba en París y se entrega a la policía diciendo que hay más, que estallará una diaria hasta que dejen salir a su madre de prisión... y una vez más, hasta ahí puedo leer. A medida que avanzaba en su brevísima lectura, como ya conocía un poco más al autor, era capaz de intuir en qué momento había trampas o, mejor dicho, el lector es ya capaz de anticipar que lo que parece en principio no es lo que de verdad sucede pero, ahora bien, jamás, jamás, jamás, es posible adivinar qué realidad se esconde tras el juego de sombras que propone Lemaitre.

Entre la serie Verhoeven y el resto, cinco son las novelas traducidas de Pierre Lemaitre al castellano y, si no fuera porque me llevaría más tiempo aprender francés de lo que van a tardar en traducir las otras tres que tiene publicadas, quien esto escribe ya se había matriculado en algún curso de la Alliance française... o lo que es lo mismo, lean a Lemaitre, les guste o no el género policiaco, porque ofrece mucho más que la historia de un detective, y si le han dado el premio Goncourt por Nos vemos allá arriba -que además no es policiaca- es por una estupenda razón.