La invención de Hugo Cabret


Vaya por delante que no me ha entusiasmado pero he de reconocer, porque es justo y necesario, que La invención de Hugo es uno de esos libros que sirve como inicio, camino, descanso y meta en este mundo plagado de libros.


Hace unos meses en una conversación que aún me hace llorar de risa cuando la recuerdo, me repartí con unas amigas, entre las que estaba Bichejo (reseña aquí) los papeles de El mago de Oz y, si la memoria no me falla, yo era el personaje que no tenía alma (sí, fue un reparto de aquella manera) y quizá sea la única manera de justificar que La invención de Hugo Cabret no me haya conmovido ni un poquito; que conste en acta que la elección de palabras es intencionada y precisa, no digo que sea un mal libro, no digo que sea aburrido, de hecho tiene momentos en los que una página impulsa a la siguiente (además se lee en unas poquísimas horas) y es inevitable querer saber en qué consiste exactamente la invención, digo que una historia aparentemente conmovedora que me ha dejado completamente fría.

Antes de empezar con el libro en sí ¡albricias! Además de Bichejo y Desgraciaíto (reseña aquí) se nos suma Carmen (reseña aquí) a este Club de lectura 2.0 y eso siempre es una buena noticia.

La invención de Hugo Cabret cuenta la historia de un huerfanito cuyo padre ha dejado, por toda herencia, la curiosidad por un autómata al que no conseguían poner en marcha a pesar de ser dos hábiles relojeros y un cuaderno que contiene las instrucciones para su montaje. Hugo irá a vivir con su tío, un borrachín que se encarga del mantenimiento de los relojes de la estación y que un día desaparece por lo que Hugo tendrá que encargarse del mantenimiento para evitar el orfanato y poder seguir con su proyecto de arreglar el autómata. Para conseguir las piezas tiene que echar mano de pequeños robos en una juguetería, en la que conocerá a Isabelle, una niña llena de curiosidad, y a Papá Georges, dueño de la misma a la que, como es comprensible, no le hace ninguna gracia que le robe por lo que, cuando finalmente le pilla, le obliga a trabajar en al juguetería a modo de pago.
Y como trasfondo de todo el libro está lleno de imágenes de películas, pero de cualquier película, sino de las películas con las que se inició la historia del cine, hecho que constituye, al menos para esta lectora, el mayor acierto de la historia… y no quiero desvelar el final, eso lo dejamos para cuando nos pongamos a debatir en el club del libro 2.0.

En definitiva, aunque creo que ha quedado claro que no me ha entusiasmado en exceso, es un libro entretenido para leer del tirón, que no se hace pesado, y que, a pesar de mi falta de alma, tiene una gran virtud y es que se trata de un cuento que puede convertirse en uno de esos clásicos que inician a una futura generación de lectores… Por otra parte tiene también la ventaja nada desdeñable de estar plagado de referencias a otras muchas historias de ficción que sin duda hará que los nuevos lectores deseen aprehender para sí mientras que incita a visitar de nuevo a aquellos que las conocemos y reconocemos.

Te gustará en la niñez, te gustará en la adolescencia y en la madurez te resultará interesante cuando menos si es que no tienes alma, como es mi caso. Así que ya sabes, lector o hacedor de lectores, La invención de Hugo es un libro perfecto para regalar; ya sea a quien se adentre en el mundo de la lectura si quieres que se quede atrapado para siempre, ya sea a quien no lea ni a patadas para que vea que hay libros de una tarde que no se hacen cuesta arriba o incluso para aquellos cultivadores de lo sesudo… que a veces también es necesario dejarse llevar por la ternura.

La chispa de la vida


Hay una escena en Shakespeare in love en la que, cuando el autor de Romeo y Julieta le cuenta el final de la obra al dueño del teatro (le había prometido una comedia), este exclama entre lágrimas: "se van a partir de risa"


La chispa de la vida es, además del slogan de Coca-cola, la última película de Álex de la Iglesia y, como en todo lo que hace de la Iglesia, el espectador se espera una comedia; en el cine (una de tantas que se me escapó) lo anunciaban como tal, en los periódicos tres cuartos de lo mismo, en Canal+ también aparece bajo ese epígrafe... y encima está protagonizada por José Mota... que alguien me explique dónde está la gracia en semejante historia espeluznante.

Mota interpreta a un creativo publicitario en paro y al límite de sus fuerzas que sufre un accidente en unas recién descubiertas ruinas reconvertidas en museo con tan mala suerte que se queda clavado en el suelo porque un hierro se le incrusta en el cerebro y no pueden sacarlo ni a él ni al hierro... y todo en el momento en el que están abriendo el museo para la prensa. A partir de ahí todo es espectáculo, él es un creativo fracasado que decide que esa es su última oportunidad de sacar algo de un evento que le ocurra en la vida, contrata a un representante, llama a los medios, negocian exclusivas... como contrapunto está la mujer de Mota, interpretada por Salma Hayek, que es la voz de la razón y se niega a que su desgracia sea un espectáculo... y ahí es donde lo que parecía una comedia se transforma en un drama: en una película de Alex de la Iglesia al uso la mujer del protagonista sería un personaje excesivo -ya fuera hacia el drama del accidente o hacia el espectáculo del mismo- mientras que aquí es tan verosímil que nos rompe toda la suspensión de incredulidad en el histrionismo del resto y no nos queda otra que introducirnos de lleno en el drama. En definitiva es una crítica feroz -y acertada- sobre una sociedad que le cogió el apunte de los 15 minutos de fama a Wharhol al pie de la letra y convierte en espectáculo las desgracias de nadie; cuanta más desgracia, más espectáculo y cuanto más espectáculo, más efímero.

En cuanto a la interpretación de Mota (apuesta arriesgada como pocas) que es donde está el quid de la cuestión... psé, está bien -de hecho creo que ningún otro actor podría haber hecho el papel- pero es muy "José Mota", tanto que a veces parece que habla el burro de Shreck -en esos momentos quizá sea por el guión, no sé- y otras el propio Mota imitando a José Bono o Manolo Escobar... Se trata de un Mota contenido y sin grandes histrionismos peeero no deja de ser un cómico archiconocido en un papel que requiere de esos histrionismos que están pero no están (¡es Alex de la Iglesia porelamordedios!)

Por si no ha quedado claro la película, aunque no es para tirar cohetes (y yo he tirado muchos con este director) está bien, bien realizada, verosímil, juega con más o menos acierto entre los personajes histriónicos y los dramáticos... pero Alex, joder, esto se avisa.