La chispa de la vida es, además del slogan de Coca-cola, la última película de Álex de la Iglesia y, como en todo lo que hace de la Iglesia, el espectador se espera una comedia; en el cine (una de tantas que se me escapó) lo anunciaban como tal, en los periódicos tres cuartos de lo mismo, en Canal+ también aparece bajo ese epígrafe... y encima está protagonizada por José Mota... que alguien me explique dónde está la gracia en semejante historia espeluznante.
Mota interpreta a un creativo publicitario en paro y al límite de sus fuerzas que sufre un accidente en unas recién descubiertas ruinas reconvertidas en museo con tan mala suerte que se queda clavado en el suelo porque un hierro se le incrusta en el cerebro y no pueden sacarlo ni a él ni al hierro... y todo en el momento en el que están abriendo el museo para la prensa. A partir de ahí todo es espectáculo, él es un creativo fracasado que decide que esa es su última oportunidad de sacar algo de un evento que le ocurra en la vida, contrata a un representante, llama a los medios, negocian exclusivas... como contrapunto está la mujer de Mota, interpretada por Salma Hayek, que es la voz de la razón y se niega a que su desgracia sea un espectáculo... y ahí es donde lo que parecía una comedia se transforma en un drama: en una película de Alex de la Iglesia al uso la mujer del protagonista sería un personaje excesivo -ya fuera hacia el drama del accidente o hacia el espectáculo del mismo- mientras que aquí es tan verosímil que nos rompe toda la suspensión de incredulidad en el histrionismo del resto y no nos queda otra que introducirnos de lleno en el drama. En definitiva es una crítica feroz -y acertada- sobre una sociedad que le cogió el apunte de los 15 minutos de fama a Wharhol al pie de la letra y convierte en espectáculo las desgracias de nadie; cuanta más desgracia, más espectáculo y cuanto más espectáculo, más efímero.
En cuanto a la interpretación de Mota (apuesta arriesgada como pocas) que es donde está el quid de la cuestión... psé, está bien -de hecho creo que ningún otro actor podría haber hecho el papel- pero es muy "José Mota", tanto que a veces parece que habla el burro de Shreck -en esos momentos quizá sea por el guión, no sé- y otras el propio Mota imitando a José Bono o Manolo Escobar... Se trata de un Mota contenido y sin grandes histrionismos peeero no deja de ser un cómico archiconocido en un papel que requiere de esos histrionismos que están pero no están (¡es Alex de la Iglesia porelamordedios!)
Por si no ha quedado claro la película, aunque no es para tirar cohetes (y yo he tirado muchos con este director) está bien, bien realizada, verosímil, juega con más o menos acierto entre los personajes histriónicos y los dramáticos... pero Alex, joder, esto se avisa.
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