Game change

En el año 2000 creímos haber visto la elección americana más hilarante jamás imaginada, con aquellas incomprensibles papeletas mariposa, con aquellos votos nulos vete tú a saber por qué, y, sobre todo, con su eterno recuento de papeletas y todo lo que vino después. Pero, como dice Allen, lo peor de los récords es que están hechos para ser superados y, en 2008, la política americana decidió poblar nuestras pesadillas con la posibilidad, a un latido de corazón, de que un ser salido del mismísimo averno, se convirtiera en la política más poderosa de la tierra... como si no hubiéramos tenido suficiente con los ocho años de Bush.

Game change es la historia de una metedura de pata descomunal, a saber: Obama es un crack de la comunicación que encandiló a todo el mundo (hasta el punto de que le dieron un Nobel de la Paz y aún estamos esperando que se gane) así que la campaña de McCain necesita dar un golpe de timón y, para ello, se les ocurre que la mejor manera de hacerlo –y al principio estuvieron a punto de lograrlo- es postular para la vicepresidencia a una mujer que encandila un rato pero que es, como se ve en la película, una analfabeta funcional: Sarah Palin… Si escoges a alguien con un bonito envoltorio pero no tienes tiempo de comprobar lo que hay en el interior pasa lo que pasa.

En la película nos encontramos a un sensato McCain interpretado por Ed Harris (magistral, como siempre), a un asesor de campaña interpretado por Woody Harrelson (ídem), y a una inconcebible –pero absolutamente real- Sarah Palin encarnada por Julianne More que lo hace tan bien y está tan bien caracterizada que en los anuncios surge la duda de si realmente es ella.




Vemos la evolución de Palin en la campaña, descubrimos que es mucho más analfabeta de lo que parece –y mira que era difícil- observamos con horror que se va creciendo –y descontrolando- a medida que aumenta nuestro saber de ella y, lo peor de lo malo de lo horrible, que ha venido para quedarse. Hay escenas hilarantes (sus desconocimientos de política exterior llevan a los asesores a ponerla delante de un mapa y señalarle Alemania) que dejan de serlo cuando acaba la cinta y recordamos que todo lo que hemos visto es real. Hay toneladas de cosas que ya hemos visto –noticias reales e incluso la archiconocida parodia de SNL- mezcladas con lo que no vimos, las reacciones de Palin y los suyos –a su pesar- ante sus meteduras de pata y ante sus éxitos.

Puede que no te interese un carajo la política, aunque todo sea política, pero la película te va a gustar porque la historia está, sencillamente, muy bien contada. Además, recuerda, esta encantadora de serpientes metió la pata lo suficiente en público para matar sus posibilidades (espero que también las futuras) y, como vemos en Game change, también lo hizo detrás de las cámaras (la película está basada en un libro cuya veracidad nadie ha negado) así que por el bien de la humanidad, échale un vistazo, sobre todo si votas allí, no sea que Palin perfeccione su dotes de actriz, se aprenda todas las respuestas de memoria, y algún día tengamos que sufrirla de verdad.

Créeme, respirarás aliviado después de verla y, sólo tendrás una duda ¿cómo demonios alguien así llegó a ser gobernadora de Alaska? Es que ni para la comunidad de vecinos oiga…

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