Hace
unos años, cuando murió Benedetti, los alumnos de mi tutoría de 1º de la ESO se
levantaron compungidos cuando entré en clase a las ocho de la mañana y me
dieron el pésame… así de plasta soy con este autor en general y con este libro en
particular (y así de majérrimos eran ellos, para que luego digan)
Primavera con una esquina rota no cuenta exactamente una historia, sino una suma de vivencias. Se trata de una novela polifónica para devorar en una tarde en la que los personajes nos muestran una serie de fotos fijas y reflexiones en torno a la realidad que les ha tocado compartir, cada uno desde su punto de vista.
El nexo de unión es el afecto, la esperanza y la culpa. Por un lado, como eje vertebrador del relato, aparece Santiago, un preso político cuyo ritmo vital se ha detenido en Libertad, una cárcel de Uruguay (en su día llegó a ostentar el vergonzoso récord de presos políticos por habitante) mientras que su familia –padre, mujer e hija pequeña- y su mejor amigo, en el exilio, continúan con su vida, culpables por el sólo hecho de haber conseguido seguir viviendo sin él.
El nexo de unión es el afecto, la esperanza y la culpa. Por un lado, como eje vertebrador del relato, aparece Santiago, un preso político cuyo ritmo vital se ha detenido en Libertad, una cárcel de Uruguay (en su día llegó a ostentar el vergonzoso récord de presos políticos por habitante) mientras que su familia –padre, mujer e hija pequeña- y su mejor amigo, en el exilio, continúan con su vida, culpables por el sólo hecho de haber conseguido seguir viviendo sin él.
Nos encontramos a Beatriz, que en
capítulos que despiertan la ternura más escondida un día habla de los
rascacielos y sus ascensores con mareos y otros de que su padre está en libertad; vemos también a Graciela, su
mujer, que se siente mal porque está empezando a recuperar la felicidad y lo siente como una traición; a don
Rafael, su padre, que lo echa terriblemente de menos pero entiende a Graciela;
a su amigo Rolando, que quiere morirse sólo de pensar que se está enamorando, y siendo
correspondido por Graciela; y también vemos a Santiago, con sus días todos
iguales y sus sombras sin manchas. La grandeza de esta novela es que no tenemos una historia definida y en desarrollo, no hay un principio, un nudo y un desenlace, sólo una serie de fotos fijas en la que nos sentimos solidarios con todos y cada uno de los personajes y, además, en ningún momento contradecimos esa solidaridad, en ningún momento cambiamos nuestro punto de vista según qué historia nos estén contando sino que, cada personaje, nos ayuda a enriquecer el cuadro...
A pesar de lo que parece, a pesar de que Benedetti era el más comprometido de los escritores[1], Primavera con una esquina rota no es una novela política en sus cimientos porque, aunque nos lleva a acordarnos de la madre de todos los dictadores si en lugar de haber sido escrita en ese momento, en ese lugar y bajo esas circunstancias, Santiago podría haber estado detenido en el tiempo de otra manera y el resultado para el resto de los personajes sería el mismo en su relación con él... me explico: la reflexión fundamental que hacemos al leerla no es sobre la dictadura y sus consecuencias sino sobre la continuidad de la vida a distintas velocidades que nos hace replantearnos las lealtades sin traiciones.
Es un libro que he leído del derecho y del revés, entero y por trozos y, aunque hace tiempo de la última vez, tengo previsto volver a visitarlo en breve, total es una tarde en la que sé que descubriré algo nuevo y distinto, como cada vez.
[1] Cuentan en El aguafiestas, la biografía de Benedetti que cometí el error de prestar y nunca más se supo, que cuando salió del país para salvar su vida recibió una llamada a los pocos días de exilio en la que se le pedía que volviera porque, de no hacerlo, un amigo suyo sería asesinado por los milicos... y volvió porque, según sus propias palabras es mejor morir torturado que morir de vergüenza. Se puede estar de acuerdo o no con sus ideas, pero eso es compromiso y lo demás tonterías.
Es un libro que he leído del derecho y del revés, entero y por trozos y, aunque hace tiempo de la última vez, tengo previsto volver a visitarlo en breve, total es una tarde en la que sé que descubriré algo nuevo y distinto, como cada vez.
[1] Cuentan en El aguafiestas, la biografía de Benedetti que cometí el error de prestar y nunca más se supo, que cuando salió del país para salvar su vida recibió una llamada a los pocos días de exilio en la que se le pedía que volviera porque, de no hacerlo, un amigo suyo sería asesinado por los milicos... y volvió porque, según sus propias palabras es mejor morir torturado que morir de vergüenza. Se puede estar de acuerdo o no con sus ideas, pero eso es compromiso y lo demás tonterías.
Me gusta su análisis, en particular esta frase: "la reflexión fundamental que hacemos al leerla no es sobre la dictadura y sus consecuencias sino sobre la continuidad de la vida a distintas velocidades que nos hace replantearnos las lealtades sin traiciones."
ResponderEliminarEste libro lo tengo en 4 ejemplares, uno en español y tres de la traducción al francés, mi lengua materna. El libro en francés sólo se consigue de segunda mano desgraciadamente. Los franceses se pierden esta gran novela :-(
("por el sólo hecho" o "por el solo hecho"? :-))