Proyecto Christie. El misterioso caso de Styles

Contra la creencia popular,
Agatha Christie también fue joven.
Aunque esta es la primera reseña de una novela de Agatha Christie que aparece en este humilde blog de reseñas, no es la primera que escribo sino la segunda (si todo sale como está previsto, la primera -que duerme en programadas- aparecerá... ¡el 2 de noviembre de 2015!). El motivo de tan extraña numeración es que me he embarcado en una lectura colectiva de la genial escritora británica con otros lectores (¿llegará el día en el que, como dice mi querida Bichejo, no pueda elegir ni un sólo libro de los que leo?) que consiste en leer, de forma cronológica, una novela de la señora Christie cada dos semanas... salvo que alguien no llegue, que entonces el plazo se alargará a tres semanas. No es nuestra intención hacer reseñas largas (esto tiene que ser divertido ¡no hay que llenar la vida de obligaciones!) y sesudas de cada novela sino que, en el blog creado ex profeso, aparecerán unas pocas lineas de cada uno de los miembros del proyecto, comentarios abiertos, spoilers a mansalva y ya ¡les parece poco?

Ahora bien, por alguna incomprensible razón, a mí el cuerpo me pide escribir algo más sobre El misterioso caso Styles que esas  líneas compartidas así que utilizo el parapeto de esta mi casa -casi abandonada- de originalidad perdida y me pongo a ello. No me comprometo a reseñar aquí cada una de las 66 novelas (y otros tantos cuentos) de Agatha Christie, de la misma manera que no reseñé cada libro ambientado en la Guerra Civil que leí (y para que se hagan una idea, en mi TFM se habían analizado a fondo unos 45 y eso que excluí todos los que no tuvieran connotaciones de género), pero es posible que alguno más tenga cabida por estos lares; donde sí estarán todos es en el Proyecto Agatha Christie, si tienen interés y quieren acompañarnos pásense por allí.

El misterioso caso Styles no es el primer caso de Hercules Poirot, que es un sagaz señor jubilado, pero sí es la novela que le dio a luz, en 1920; este hecho tiene una doble importancia: por un lado el nacimiento de tan famoso personaje y, por otro -y de mayor importancia-, que es la primera novela de Agatha Christie y ya vemos en ella las razones que la catapultaron a la fama y la mantienen en ella, a pesar de dedicarse a un genero que ha encumbrado y olvidado a tantos otros autores.

Nerón... digo Peter Ustinov.
Hasta ahora conocía a Poirot, el peculiar detective belga, por sus encarnaciones en el cine; para mí Poirot hubiera debido tener el aspecto de Peter Ustinov, si no fuera porque Peter Ustinov siempre ha sido y siempre será el emperador Nerón de Quo Vadis? (y, ahora que lo he visto descrito por Christie, no se parece en nada) así que tenía una segunda opción de no menos relevancia que creo que se ajusta muchísimo más a Poirot (es clavadito) y no es otro que Albert Finney... No me dirán que no es deliciosamente irónico que los dos Poirot más Poirot que ha dado el cine hayan sido encarnados por dos actores británicos... ¿Será por eso por lo que no tenemos -Tintín me perdone- una clara imagen mental de lo que es un belga?

Albert Finney, clavaíco.
Poirot era un hombrecillo con un aspecto fuera de lo común. Mediría escasamente un metro sesenta de estatura, pero su porte era muy digno. Su cabeza tenía la forma exacta de un huevo y acostumbraba a inclinarla ligearmente hacia un lado. Llevaba un bigote engominado de aspecto militar. La pulcritud de su atuendo era increíble; dudo que una herida de bala pudiera dolerle tanto como una mota de polvo. 

En Styles conoceremos, además de a Poirot, a la familia Cavendish, típica familia británica de alta sociedad encabezada por una anciana que, cual duquesa de Alba, se ha vuelto a casar en su senectud con Alfred Inglethorp, un hombre veinte años más joven. En la familia hay, además, dos hijastros, John -infelizmente casado con Mary- y Lawrence, a los que la señora Cavendish mantiene aunque, al no ser sus hijos y haber tardado tanto en casarse de nuevo, no tiene verdadera obligación. Por peripecias del destino, son visitados por Hastings colaborador de Poirot en el momento en el que la señora Cavendish, ya señora Inglethorp, muere envenenada... A partir de ahí se desata la magia; la historia nos la narra, después de su solución definitiva, Hastings; veremos a Poirot y las rarezas que lo convierten en un adorable genio abofeteable, le oiremos pensar pero no podremos seguir la rapidez de sus pensamientos ya que Hastings, que no es una calculadora humana como Poirot, no sólo no puede sino que es utilizado, reprendido y a veces incluso ridiculizado por Poirot.

Como es de esperar en este género, los lectores pensaremos una cosa y nos equivocaremos, pensaremos en una segunda cosa y también nos equivocaremos aunque no habrá trampas ya que todas las piezas estarán a la vista... pero Poirot no se equivocará porque él no se equivoca nunca, ya se sabe que Devil is in details y Poirot ha reparado en todos ellos, ha unido todas las piezas y ha construido el puzle que, una vez revelado (y explicado) nunca pudo ser de otra manera. Y, lo mejor, es que a pesar de ese "como era de esperar", la novela te atrapa y te sorprende a cada paso sin que resulte tramposa, sin que haya que esconder nada esencial, y qué duda cabe, para conseguir ese efecto, para que no se le vean las costuras, hay que ser un genio como sólo puede serlo alguien de la talla de Agatha Christie.

1 comentario:

  1. Es para matarme el que nunca haya leído una novela de Agatha Christie...
    Mi madre tiene toda la colección, ya que, como siempre me cuenta, usaba parte de lo que le pagaban trabajando/ayudando de niña en la panaderia de sus padres, en comprar una de las novelas de la Christie cada semana.
    Y en su casa están, viejitas, pero todas iguales. Y yo, que mira que cada vez que voy me traigo un libro, aún no he leído ninguna. ´Lo que yo te diga, para darme dos tortas.
    Sí que he visto la serie, las películas, y para mí el auténtico Poirot es Finney.
    Suerte con el Proyecto Christie! ¡No paráis! jejeje

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