A cien millas de Manhattan

Hoy es (aún) 1 de diciembre, día mundial del SIDA y toda, como todos los días uno de mes, una reseña del Club de lectura, en esta ocasión, el libro de Guillermo Fesser -la mitad de Gomaespuma- A cien millas de Manhattan.

Aunque no escuchaba apenas a Gomaespuma (soy oyente de radio, sí, pero salvo hace unos veinte años un programa de la SER que se llamaba La otra noche, oigo exclusivamente noticias) soy fan, muy fan, tanto que cuando estaba en la facultad fui a verlos hacer un programa en el Campus... y eso que yo jamás de los jamases iba a primera hora a clase (y la primera hora de clase era media hora después de que empezara el programa de Gomaespuma) así que me zambullí en el libro con grandes esperanzas ¡es la mitad de Gomaespuma! ¡tiene que ser descacharrante! pensé, de puro ingenuo.

A cien millas de Manhattan es una colección de curiosidades de los norteamericanos. El autor se fue a vivir allí hace unos años y se dedica a contarnos cosas de las que no hubiéramos tenido noticia salvo de vivir, como él, a cien millas de Manhattan (supongo que en el mismo Manhattan o siendo compatriota de los que viven allí también podríamos reproducir las historias, aún así permítanme la licencia). Me consta que luego esto pasó a ser una sección de radio en ni flores de qué emisora así que, como imaginarán, las curiosas historias que cuenta Fesser son interesantes y, de estar bien contadas, seguramente serían mucho más entretenidas... No me entienda mal, queridos lector, no digo que esté mal escrito, sólo que me ha perdido el apellido, lo asociaba, como decía al comienzo, a lo descacharrante y a pesar de lo curioso que es lo que cuenta el libro, sin ser pesado ni malo, me ha resultado ciertamente monótono. La ventaja es que no hace falta leerlo del tirón, ni mucho menos, porque no hay más hilo conductor que un "mira lo que te voy a contar" organizado a lo loco por meses y poco más. Si le gustan las curiosidades el libro le encantará, aunque podría recomendarle libros de curiosidades infinitamente más amenos, qué quiere que le diga.

Puede leer las reseñas del resto de componentes del Club en los sitios habituales: B, Carmen, Desgraciaíto y Newland.

Un árbol crece en Brooklyn

El 10 de mayo de 1933, los nazis llevaron a cabo uno de sus actos más famosos; no el más atroz -hicieron tantas salvajadas- pero sí uno de los más definitorios: la quema de libros en la Plaza de la Ópera de Berlín; Sigmund Freud, socarrón y uno de los autores cuya obra pasó por el fuego, dijo que era todo un avance que quemaran los libros de los autores que consideraban nocivos puesto que unos siglos atrás hubieran quemado a los propios autores... cuánto horror nos quedaba por descubrir, ya se sabe que donde queman libros, al final queman personas.

Tras esta historia horrible, hay otra que, si bien no compensa tanto horror cometido por los nazis -¿qué podría hacerlo?-, nos devuelve cierta fe en la especie: en los años cuarenta, cuando EEUU entra en guerra, una asociación de libreros norteamericanos decidió que había que diferenciarse de la barbarie nazi en todo y, por ello y con apoyo del gobierno, emprendió una campaña a favor de los libros con algo tan sencillo, y maravilloso, como animar a la gente a regalar libros de bolsillo a los soldados que iban a luchar... y ahí es donde entra en juego Un árbol crece en Brooklyn, que una es perifrástica, pero cuenta las cosas por algo.

La novela de Betty Smith fue el best seller mundial el año de su publicación, 1943, debido sobre todo al hecho de que fue la novela más regalada a los soldados norteamericanos que estaban en el frente para ayudarlos a sobrellevar los horrores de la guerra. A la vuelta a casa muchos se pusieron en contacto con la autora, Smith recibió miles de cartas de agradecimiento de los rudos combatientes porque, decían, gracias a esa novela, no olvidaron por qué estaban luchando, qué es lo que estaban defendiendo.

El éxito de Un árbol crece en Brooklyn se debió sobretodo a que, para esos soldados, su lectura fue como estar en casa. La novela arra las vivencias de una familia en el Brooklyn de antes de la guerra, no cuenta exactamente la historia de la infancia de los soldados, pero sí podría coincidir con las vivencias de sus padres, con todo lo que ellos les habrían contado... eso explicaría, sin duda, por qué está todo tan edulcorado, por qué son todos tan felices a pesar del hambre y la miseria que padecen, por qué entre el hambre y la dignidad eligen siempre la dignidad, por qué entre el robo y la honradez del trabajo duro -casi esclavo- prefieren el trabajo duro... En definitiva, Un árbol crece en Brooklyn cuenta la historia de una América que nunca fue tan bonita en la realidad pero que sí lo era en la mente de varias generaciones y, por tanto, merecía la pena conservar. Es una novela llena de valores positivos: trabajo duro, esfuerzo, lectura (la protagonista lee varios libros a la semana, no sabemos de dónde saca el tiempo con la vida que lleva), generosidad, educación (la protagonista camina mucho cada día para poder ir a un buen colegio y aprovechar así su inteligencia) y valores familiares (el padre de familia es un desastre alcohólico, pero es muy simpático y hace a sus hijos felices, ya se encarga la madre de, además, alimentarlos ya que la música no se come)

Lo que ya no me atrevo a decir es si es una novela con grandes valores literarios; es un tanto extensa y a veces resulta forzado, no cuenta exactamente una historia en el sentido clásico, se le ven las costuras (hay un personaje que tiene TRES matrimonios -y cero divorcios- y ONCE hijos que mueren en el parto y aún así lo sigue intentando porque lo importante es participar... y todo eso antes de los cuarenta que, por supuesto, cumple siendo la mujer más deseada de Brooklyn), y a ratos se hace un tanto pesada... pero igual se deja leer y, si el lector consigue meterse en la historia -suspenda la incredulidad, por favor ¿qué más da?¿tanto importa que alguien haga un relato de ficción feliz?- las páginas van pasando y nos sentimos casi como los soldados de la segunda guerra mundial, como si tuviéramos un lugar feliz que defender, un lugar feliz al que volver... Vale que nunca estuvimos allí, pero esos soldados que luchaban contra los nazis tampoco y la lectura de Un árbol crece en Brooklyn mantuvo a muchos de ellos con vida, ya sólo por eso la humanidad le debe algo a este libro.

Si quieren leer el resto de reseñas del Club de lectores 2.0, pueden hacerlo en los sitios habituales: Carmen, Newland y Desgraciaíto. Nos vemos el mes que viene con A cien millas de Manhattan.

Revival

Año nuevo, nuevo libro de Stephen King (o tito Stephen, como le llama Bichejo, toda confianzuda) y, como no podía ser de otra manera (cómo odio esa expresión ¡¡cómo algo no va a poder ser de otra manera??) no nos ha quedado otra que lanzarnos a leerlo... no, no uso un plural mayestático; es sólo que algunos miembros de algún club de lectores 2.0 consideraron que podía ser algo divertido leer algún libro de algún autor y reseñarlo algún día que fuera el mismo día; así que, ea, para que no se me olvide, aquí pueden encontrar la reseña de Revival de Stephen King que ha hecho Bichejo, y aquí la que ha hecho Newland, a modo de Petit mini club de lectores.

Hace muchos, muchos años, a muchos kilómetros de donde me hallo, perdí la cuenta de la cantidad de libros de Stephen King que había leído; quien esto escribe es una fanática del terror en todos sus lenguajes (salvo, lógicamente, el terror que produce ver el telediario) y si lo es ahora con cuarenta palos, pueden ustedes imaginarse la de terror de mayor o menor calidad que consumía en la adolescencia... Me reencontré con el señor King hace un par de años like a virgin, touch for the very first time porque, aunque parezca increíble, en los años en los que lo devoraba me había saltado los grandes clásicos: El resplandor,  It Carrie. Con el primero llegó el reencuentro y jamás nada me había dado tanto miedo (Véase paréntesis anterior), con Carrie confieso que me aburrí un poquitín durante un viaje de autobús y estoy reservando It para un día de estos porque, no se lo van a creer, la historia en sí no me llama nada a pesar de lo que reverencio a su autor. Por el camino de estos últimos años, además de los grandes clásicos de terror del señor King, me enamoré perdidamente de su prosa con 22/11/63 y me parece intolerable que su nombre no suene para el Nobel con cierta firmeza  (¡¡por el amor de Dios, si suena hasta Murakami!!) porque dudo que haya en estos momentos un autor con tantos libros generacionales de la calidad de los suyos, que no es sólo que las historias sean únicas e interesantes, es que además, cada año que pasa, Stephen King escribe mejor.

Revival no es una excepción a lo dicho hasta aquí, es una delicia de principio a fin en su prosa, es una delicia de principio a casi fin en su historia, y todo ello a pesar de que al que diseñó la portada habría que ejecutarlo (perdonen el exabrupto, leo en digital y no había visto ese horror que poco tiene que ver con el libro que yo he leído); una historia que parece de todos los días de la América profunda que nos va conduciendo, a lo largo de cincuenta años, a un sólo momento en el tiempo, a un solo evento al que vamos, sabiendo a dónde vamos -sin saber en qué consiste- como corderitos al matadero y, aunque el final, la solución del misterio en definitiva, es un poco psé, la sensación global es que la lectura ha sido un tiempo maravillosamente empleado, es más, me atrevería a decir que la solución es psé porque he visto soluciones de Stephen King infinitamente más flojas en otras de sus novelas que aún hoy, veinticinco años después, pueblan mis pesadillas, y aquí no lo ha conseguido del todo.

Revival cuenta es una historia de dos personajes: Jaime, el niño al que vamos siguiendo toda la novela hasta que se convierte en un señor con canas, y Charles Jacobs, el nuevo pastor del pueblo. Charles es un pastor especial, muy implicado en la vida del pueblo y muy mañoso con la electricidad, Jaime es el niño que más confiará en él hasta que, un buen día, la mujer y el hijo del pastor mueren en un accidente atroz, pierde la fe en Dios y pronuncia un sermón blasfemo que provoca que lo despidan (no es que no tengan compasión por él, todos le adoran, es que no tiene mucho sentido tener un cura ateo y blasfemo dando las misas); a partir de aquí, y a lo largo de los años, Jaime -músico que se mete en jaleos tan serios como psicotrópicos a lo largo de su vida- se irá encontrando con Jacobs con distintos nombres y profesiones cada vez más disparatadas a lo largo de su vida hasta que un día... y hasta ahí puedo leer.

Los dos personajes, como es habitual en las novelas de Stephen King, son sólidos y verosímiles aunque nos cuente cosas francamente lejanas a una experiencia vital normal; la historia está tan bien construida que sólida y verosímil, dentro del bichorismo habitual de las novelas del autor; dan ganas de cogerse un avión y ver  si de veras allí pasan esas cosas. Fíjense si merecerá la pena, si estará bien escrita, que, aunque todo el relato está en función de un final un tanto psé, no he parado de recomendarla, no es su mejor novela, pero es infinitamente mejor que Joyland y ya ni les cuento en comparación con cualquier Murakami.

La noche en que Frankenstein leyó el Quijote

Día uno de octubre, vamos con nuestra programación habitual correspondiente a la reseña del Club de lectores 2.0 que, como ya supondrán, que son ustedes unos lectores inteligentes, corresponde al libro de Santiago Posteguillo, La noche en que Frankenstein leyó el Quijote: la vida secreta de los libros.

Posteguillo es un autor que se ha hecho famosísimo por sus libros de romanos así que imagino que el libro lo eligió Newland, nuestro adorado romanólogo, y, como además es un sol, no ha decidido compartir con nosotros una de romanos sino un batiburrillo de curiosidades sobre libros y autores, de esas que no te cambian la vida, pero te pueden despertar una sonrisa cuando menos e incluso te pueden hacer ganar una partida de trivial (la de tiempo que hace que no juego, por cierto ¿sigue existiendo?)

Si hay algo que podemos comprobar sin temor a equivocarnos, es que Posteguillo sabe un montón de literatura, no sólo de la que imparte, sino de literatura comparada en general, de todos los entresijos que hay detrás de grandes obras: no tenía ni idea, por ejemplo, que alguien hubiera rechazado Orgullo y prejuicio, creía que Austen había triunfado con su primera novela... sin saber que esa era precisamente su primera novela... y, como no se trata de descubrirnos América sino de construir, a base de pequeñas historias, una lista de curiosidades sobre libros, también podemos encontrar algunas cosas que sí pueden sonarnos, como la afición a Dovstoievski al juego y lo que tenemos gracias a su ludopatía.

En general estoy totalmente a favor de estos compendios de curiosidades, porque detrás de cada libro puede haber una historia fascinante que puede, o no, enriquecer nuestra experiencia a la hora de leer un libro... y eso que hay un capítulo en concreto que me hizo gritar, hasta que lo resuelve diciendo que es sólo una teoría de las muchas que hay con respecto del anónimo autor del Lazarillo (entiéndanme, he leído tantas tonterías al respecto desde la carrera, que reacciono malamente a ellas porque ¿es de verdad TAN importante quién lo escribió? ¿es razonable que alguien para sostener una teoría de autoría absurda llame -no Posteguillo, conste- mediocre al maravilloso Juan de Valdés?)

En definitiva La noche en que Frankenstein leyó el Quijote es un libro tan ameno como interesante, escrito en capítulos cortos sin solución de continuidad que permiten tanto releerlo mil veces buscando esa curiosidad que me suena pero no recuerdo como leerlo a trozos y tardar veinte años en acabarlo.

Tienen el resto de reseñas en los lugares habituales: CarmenDesgraciaíto y Newland.

El país imaginado

Una vez más, los aguerridos lectores del Club de lectura nos hemos metido dos libros entre ceja y ceja, pero descuiden, será la última vez, al menos este año porque, a partir de ahora, volvemos a la programación habitual de leer compartido un libro al mes, que como a todos se nos acaban las vacaciones.

En esta ocasión, tal como reza el título de esta entrada, nos hemos ido de visita a El país imaginado de Eduardo Berti. Confieso de entrada que no termino de entender el título, compréndanme, no se trata de que sea inadecuado, a ese país imaginado se hace alusión a lo largo de la novela, sino de que la historia que narra no me parece que corresponda a lo que se refiere el título, pero vamos, un detalle menor, sólo que soy pelín maniática para estas cosas.

En El país imaginado nos vamos a la China de preguerra (no sabría decir cuánto pre- hay que poner, pero desde luego es antes de la Guerra Mundial), y acompañamos a una familia china tradicional, que hace cosas de familia china tradicional, ni más ni mangas, que dice mi madre. Nuestra china tradicional sigue la tradición de sacar a pasear el mirlo de su abuela una vez que esta muere pero no por generosidad, como le hace creer a su tradicional familia, sino porque así puede ir a ver a la hija del pajarero que se lo ha alquilado de la que de una manera muy poco tradicional se ha enamorado... ella cree que la quiere para su hermano mayor, pero no, así parece ser el amor en una sociedad en la que no está permitido amarse,no ya entre mujeres sino enamorarse así, en general; mientras tanto su hermano mayor está enamoriscado de otra chica indistinguible de una prima y a veces nuestra protagonista tiene que acompañarlo a él ya que se trata de un matrimonio muy ventajoso y se trata de que no la cague demasiado...Hay mucha más trama pero realmente no sabría hasta dónde contar porque no se puede decir que sea una novela con grandes giros, y de hecho quizá haya contado de más... Es un libro interesante y para ventilarse en una tarde, que si tuviera algunas páginas más quizá ya no sería interesante porque la verdad es que no creo que sea capaz de recordar su contenido durante mucho tiempo, en definitiva un psé, de manual. Leanlo si no tienen nada mejor que hacer, es mono, no daña y tampoco contiene el sentido de la vida... tómenselo como un oasis pequeño y algo insípido, que no siempre es necesario irse de cabeza a por grandes emociones.

Tienen el resto de reseñas en los lugares habituales: Carmen (me muero de ganas de leer esta reseña, no se la pierdan), Desgraciaíto y Newland.

Nos vemos el 1 de octubre con La noche en que Frankenstein leyó el Quijote: la vida secreta de los libros de Santiago Posteguillo.

Vestido de novia

Hoy, 1 de septiembre, toca la reseña de rigor del Club de lectores 2.0 a la que por una vez nos hemos enfrentado, creo, con todo éxito, a ver qué sorpresas me llevo, que nunca se sabe.

El libro elegido para este mes de vuelta al cole es, como dice el título, Vestido de novia de Pierre Lemaitre, autor celebérrimo de Nos vemos allá arriba, un libro fantástico con el que ganó el Premio Goncourt y que recomiendo encarecidamente, tanto, tanto, como recomiendo Vestido de novia, ea, que ya tenía yo ganas de recomendar con un poco de entusiasmo un autor al que he llegado por este Club de tortura lectura nuestro... Tanto lo recomiendo que si la vida me deja espero haber leído todo lo que ha escrito Lemaitre antes de que acabe el año.

Si tengo que utilizar una sensación para definir esta novela me quedo, sin dudar un segundo, con desasosiego; hacía tiempo que no leía con tanta avidez para entender qué demonios está pasando, a dónde nos quiere llevar el autor (¡ojo! no confundan el desasosiego con la angustia, la angustia es lo que me llevó a dejar El marciano -fantástico también, por cierto- hasta que vi el trailer) y es que Sophie, la protagonista de Vestido de novia, no consigue comprender qué ha ocurrido con su vida, cómo ha pasado de tener una vida perfecta, con un trabajo que le apasiona, con una pareja maravillosa, con dinero, a tener que huir porque lo que empezaron siendo pequeños descuidos como unas llaves que no aparecen o unos cambios de agenda que no recuerda haber hecho se convierten en una cagada monumental y vergonzosa en el trabajo primero y en el asesinato del niño que está cuidando en la nueva vida que tiene que crearse y que, al igual que las naderías de las llaves, la cagado monumental en el trabajo, y cómo llegó su marido a estar como está no consigue entender qué ha hecho su cabeza en esos momentos... Doy por hecho que, llegados a cierta edad, todos hemos tenido alguna vez una crisis de ausencia, o un despiste más o menos inexplicable, por lo que podemos entender cómo empezó y vivir con desasosiego a dónde acaban conduciendo a Sophie esos momentos en blanco.

La novela tiene tres partes, pero no abundaré más en el argumento para no desvelar detalles esenciales de la trama, sólo puedo decir que es tan retorcida como creíble, sobre todo en la creación de los espacios en blanco que Sophie va teniendo, en cómo se va sumiendo en su depresión, en cómo escapa y en como, a pesar de lo que sabemos de ella ¡asesina a un pobre niño!, sentimos una empatía tal que queremos que escape, que consiga recuperar la cordura y pueda volver a explicarse el mundo... y hay que ser un genio usando palabras para que el lector a la vista de lo chalada que está quiera protegerla en vez de meterla en una habitación acolchada.

Todos necesitamos que el mundo tenga sentido, y lo que Lemaitre nos quita, Lemaitre nos da.

Pueden, como de costumbre, leer el resto de reseñas en los espacios habituales y creo (repito: creo) que tenemos un pleno de buenas críticas, ¡aunque con este Club nunca se sabe!: Carmen, Desgraciaíto, Newland.

Nos vemos en quince días (o quizá antes, que Er-Murazor está empeñado en que escriba un post sobre por qué creo que España no ha creado históricamente novelas de fantasía) con El país imaginado, de Eduardo Berti, una novela ciertamente simpática pero un poco psé de la que estoy deseando leer una reseña en concreto para ver qué tiene de fantástico... y no olviden escuchar el Podcast que tienen en la barra lateral.

#porraminizor

Porque nadie lo pidió (bueno, en realidad hubo UNA petición) damos por inaugurada la porra Minizor. Como la mayoría ya sabréis (y a los que no, os lo comunico oficialmente ahora) estoy de (treintaporochodoscientoscuarenta... añadodías... dividoentresiete...) treinta y seis semanas. La presente porra, con reglas depositadas ante notario custodiadas por Tuco consiste en adivinar la fecha del nacimiento del niño (en adelante, Alejandro).

El juez custodiando las reglas

Como hay premio físico, trataremos de evitar empates dividiendo los días en dos tramos y haciendo que cada concursante seleccione una fecha y un tramo. Los dos tramos serán: de 0:00 horas a 12:00 horas (llamado "tramo del Tuiter molón") y de 12:00 a 0:00 horas (llamado "tramo del Tuiter intensito"). Así, un posible ejemplo de apuesta sería "el catorce de febrero en el tramo intensito"). La ginecóloga (sí, tendremos ginecóloga en el parto, somos así de osados) tiene instrucciones de, si el niño nace a las doce en punto, engañarnos y cambiar la hora un minuto o dos arriba o abajo según su propio criterio, que para eso es una señora con estudios.

Un par de consideraciones a tener en cuenta por los concursantes:
  • Salgo de cuentas el 19 de septiembre. Por tanto, noviembre es un mes altamente improbable como fecha de parto, aunque no queremos condicionar a nadie.
  • Hoy no voy a dar a luz. La primera fecha admitida es mañana, 24 de agosto en el tramo molón.
  • Para los que me deseen un embarazo largo (así os...), este año septiembre tiene treinta días. Se admite "31 de septiembre en tramo molón" como apuesta, pero la organización no la recomienda. Luego no os quejéis.
  • MODO DE CONCURSO: Dejar un comment en este post o avisarnos en Tuíter con el hashtag #porraminizor y mención expresa a uno de los progenitores del niño (@pau_1975 o @zor76). Si no hay mención también es válido, pero os arriesgáis a que no lo veamos.
  • Si pese a dividir el día en dos tramos dos concursantes se empeñan en coger el mismo día y el mismo tramo, se sortearía el premio entre los dos (o más) ganadores.
  • UN DÍA Y UN TRAMO POR CONCURSANTE. Vamos a llevarnos bien.
Y por último, EL PREMIO será UNA MARAVILLOSA CAMISETA CONMEMORATIVA personalizada para la ocasión por nuestros colegas de https://www.facebook.com/zenutrios. La camiseta podrá ser entregada en mano con tapas incorporadas si los ganadores vienen a Graná o enviada por correo si viven lejos (esto es, más allá de Jaén). Hay posibilidad de entrega en mano en Madrid o alrededores, pero no garantizamos que sea pronto.

Sin más que añadir, ¡QUE COMIENCEN LOS JUEGOS DEL HA...! Esto, que ya podéis comentar.

Participantes hasta ahora (Aunque todavía hay tramos libres, en aras de la justicia, damos la porra por cerrada):

5 de septiembre,tramo intensito: Mon Suárez (no lo dice, pero es porque quiere verlo en directo).
5 de septiembre, tramo molón: La Rizos.

7 de septiembre, tramo molón: Zumodeguindas, que no quiere un embarazo prolongado.

8 de septiembre, tramo molón: Fisuelina
8 de septiembre, tramo intensito: Fini (que es su cumpleaños, además).

11 de septiembre, tramo molón: Mathraelis
11 de septiembre, tramo intensito: LordRuthven

13 de septiembre, tramo intensito: Pata Ookami.
13 de septiembre, tramo molón: Hermano E.

14 de septiembre, tramo intensito (las cinco de la tarde): Carmen

15 de septiembre, tramo intensito: Miss Honky

16 de septiembre, tramo molón: Javi
16 de septiembre, tramo intensito: Gordipé

17 de septiembre, tramo molón: LolaCB

18 de septiembre, tramo molón: Sargento.
18 de septiembre, tramo intensito: Petulancia.

19 de septiembre, tramo intensito: Phaskyy (han hecho falta nueve participantes para que caiga esta fecha. Además es su cumpleaños, ¡no olviden felicitar!).

20 de septiembre, tramo intensito (con los primeros resultados de las elecciones griegas): Juan Mesa
20 de septiembre, tramo molón: NacheT (de este hay que fiarse, que adivinó la hora y el minuto del nacimiento del pulpofante de Undívaga).

21 de septiembre ,tramo molón: Lady Rathen.
21 de septiembre, tramo intensito: Lorzagirl

22 de septiembre, tramo molón: Martín Donato.
22 de septiembre, tramo intensito: Marta

23 de septiembre, tramo molón: Misia
23 de septiembre, tramo intensito: Wen

24 de septiembre, tramo molón: Bulma Salgueiro (para que sea libra).
24 de septiembre, tramo intensito: Anniehall

25 de septiembre, tramo molón: Fle.
25 de septiembre, tramo intensito: Ilse

26 de septiembre, tramo molón: Bich75
26 de septiembre, tramo intensito: N

27 de septiembre, tramo molón: Yoli
27 de septiembre, tramo intensito: Pétalo

28 de septiembre, tramo molón: Calabria (¿por qué? ¿por qué tanto odio?)
28 de septiembre, tramo intensito: Eleder

29 de septiembre, tramo molón (y día de San Miguel): El Niño Desgraciaíto.

1 de octubre, tramo intensito: Pan Bimbo

El lugar más feliz del mundo

Como somos unos locos, los lectores del Club de lectura 2.0 este año nos propusimos leer 15 libros juntos en lugar de 12, así que en verano había que apretar; en este mes de calor tocaba leer además de a Kundera, El lugar más feliz del mundo del nuevo y flamante director del periódico El Mundo, David Jiménez.

Confieso que no conocía a David Jiménez hasta que fue nombrado director de un periódico que ojeo (sí, sin h, cómo lo voy a hojear si hasta ahora no lo hubiera comprado jamás por conspiranoico y ahora leo casi exclusivamente en digital) de vez en cuando así que no tenía muchos prejuicios que derribar y, la verdad, después de la lectura de El lugar más feliz del mundo es posible que le preste más atención al periódico El Mundo, aunque sólo sea para ver qué reportajes de lugares remotos encuentro en él.

El lugar más feliz del mundo es un libro compuesto de pequeños cuadros costumbristas de lugares remotos pero, sobre todo, es un libro construido a través de las sensaciones de su autor, David Jiménez, reportero en Asia que se dedicaba a ir allá donde saltaba la noticia. No tener un sitio fijo en el que anclarse le ha dado la experiencia del viajero (no confundir viajero con turista) en una época en la que aún se podía viajar por el mundo, ir a lugares remotos y conocer de verdad la realidad de los sitios en vez que los parques temáticos para turistas que están ahora tan de moda y, en muchos casos, existen por motivos de seguridad y, ojo, esa cualidad del viajero nunca ha sido sencilla, ya se encarga Jiménez en contarnos cómo consigue, en muchos casos, visados a base de ocultar su condición de periodista en un mundo en el que el periodismo es cada vez un testigo más incómodo.

El libro está dividido en 6 partes: en la primera nos lleva de la mano por una serie de Lugares todos por supuesto exóticos y no aptos para todos los estómagos, después nos traslada a la dificultad especial que tienen las Fronteras, para enseñarnos a continuación algunas Calles en las que han tenido lugar acontecimientos históricos de relevancia y que, seguramente, todos recordamos (¿quién no recuerda al señor que se plantó delante de un tanque en la plaza de Tiananmen?); desde ahí visitamos algunas de las Celdas en las que sobreviven como pueden en condiciones inhumanas, después nos muestra algunos Amaneceres, esto es, pueblos que están empezando a despertar al mundo tal y como creemos que es el mundo y, por último, la parte que más me ha gustado de todas las del libro: Retornos, en la que David Jiménez vuelve a sitios en los que ya ha estado (en ocasiones nosotros también con él unas páginas más atrás) y nos muestra cómo han cambiado con el paso de los años.

El lugar más feliz del mundo es, como decía, un libro de sensaciones más que de historias (para las historias debieran ustedes leer los reportajes que salieron de cada viaje) y, por ello, es un libro para dejarse llevar, un libro que en el que no hace falta seguir un hilo y, si les soy sincera, ni siquiera hace falta recordar mucho de lo que cuenta como si de una historia ajena se tratara; al ser sensaciones cada historia puede haber sido incorporada a las propias anécdotas, olvidada o simplemente sentida, no es un libro para sacar grandes conclusiones, para aprender grandes historias, casi al contrario, es un libro para olvidar todo lo aprendido, para no dar nada por hecho, en palabras del propio autor:
cuanto más viajo, más experiencias acumulo y más mayor me hago, más me cuesta distinguir entre buenos y malos. Si me preguntan qué he aprendido en todos estos años, en la guerra, en la revolución, o en el desastre natural, diría que somos bruma. Nunca todo claridad, rara vez completa oscuridad. 
Pueden leer el resto de reseñas del Club es los lugares habituales: Carmen, Newland, Desgraciaíto así como seguirnos en la página del Club de lectores en la que, además de las reseñas, se enlazan los podcast que hacemos sin regularidad alguna.
Nos vemos el 1 de septiembre con Vestido de novia de Pierre Lemaitre. 

La fiesta de la insignificancia

Hace poco más de un año, salió a la venta el último libro del celebérrimo autor checo¿-francés? Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia y allá que nos fuimos los lectores del Club de lectura 2.0. a proponerlo para este año, como los locos.
No quiero que se me entienda mal, así que diré para empezar que el libro no me ha disgustado, es interesante, es ciertamente entretenido, es tan corto que se lee en apenas un par de horas... ahora bien el adjetivo que más se me viene a la mente si pienso en él es, sin duda, deslavazado. Daría la sensación de que el señor Kundera tenía unas notas para una novela y un editor pesado con un ultimátum para que le presentara algo ya, y de ahí sale el libro, un libro interesante, ciertamente entretenido... pero a medio hacer y es que La fiesta de la insignificancia propone pero no concreta, apunta pero no dispara, seduce pero no culmina y no sé, a mí que me dejen a medio camino con sólo un par de caricias previas no me va nada.
La fiesta de la insignificancia narra la historia -por llamarlo de alguna manera- de unos amigos franceses que hacen cosas insignificantes, a saber, uno tiene pensamientos sesudos sobre lo seductores que son hoy los ombligos, otro seduce mujeres a base de pasar desapercibido, otro que es actor trabaja de camarero y decide hacerse pasar por pakistaní inventándose hasta el idioma... y cada poco tiempo aparece por ahí Stalin, no como personaje sino como referencia constante para explicar el punto de la novela, y nos cuentan historias de Kalilin, un señor absolutamente insignificante... En definitiva, Kundera, traza una serie de retratos costumbristas a lo Historias de la radio que vemos a medio empezar o a medio terminar, pero que no nos llevan a ningún sitio concreto pero no sé, el problema no es no ir a ningún sitio, sino que el viaje sin ser desagradable ni aburrido tampoco nos enseña el paisaje de nuestra vida. Ahora bien, que todo hay que decirlo, La fiesta de la insignificancia nos deja un cierto poso sobre la propia condición de la insignificancia porque si algo en la última novela de Kundera es un acierto absoluto es, sin duda, el título, dado que el autor nos plantea una serie de cuadros insignificantes y, curiosamente, nos lleva, casi sin querer, a una reflexión sobre las cosas insignificantes de la vida, que representan... no sé... ¿el 90% de nuestro tiempo?
Pueden leer el resto de reseñas en los sitios habituales:  Carmen, Desgraciaíto y Newland y en algún momento saldrá el podcast que ya está grabado en el que hablamos, entre otros, de este libro tan adecuado para leer en verano cuando uno no tiene muchas ganas de pensar pero es algo que tiene que hacer así, sin apenas enterarse, usando la excusa de las cosas insignificantes.

De brillante porvenir. John Dos Passos

Este año, después de muchas fatigas, me hice el firme propósito de que los libros del Club me gustarían, no podía ser que todos los libros elegidos por cinco personas que leen bastante más que la media fueran horribles, era pura predisposición y hasta ahora había funcionado: todos los libros propuestos hasta ahora me habían encantado y los recomiendo fervientemente....

La primera en la frente, De brillante porvenir es un libro descatalogado y sin versión digital; los cinco miembros del Club estamos leyendo dos ejemplares que heroicamente encontraron Carmen y Bichejo. Actualmente, si un libro está descatalogado -un libro de un autor universal y celebérrimo como Dos Passos, se entiende- ya da pie a sospechar... pero no me atrevo a decir de qué va porque la prosa me ha parecido tan fuera de época (y eso que me encanta el barroco) que me costaba seguir la historia, no porque no entienda las palabras sino porque, honestamente, las aventuras y desventuras de este señor me daban igual, me han dado igual sus conquistas, ese primer capítulo en el que quería mezclarse con los pobres del barco durante el viaje pero se escapaba nada más llegar para estar con los ricos, me ha dado igual que quisiera adaptar El hombre que fue jueves (un libro que leí hace mil año y recomiendo mucho aunque apenas lo recuerdo)... así que no he conseguido terminarlo, por lo que, he de decir, que no me hagan caso y vayan a leer a quien sí lo ha hecho a ver si ha habido más suerte:  Carmen, Newland y Desgraciaíto.

Nos vemos en 15 días, y será mejor.

Honrarás a tu padre

Si la gente obedeciera las leyes, no habría Mafia. Si la policía fuera capaz de resistir la corrupción, si los jueces y los políticos fueran insobornables, no habría Mafia, porque la Mafia no podía existir sin la cooperación de los demás.
El libro elegido este mes en el Club de lectores 2.0 es Honrarás a tu padre de Gay Talese, un libro de mafiosos... Así contado en una sola frase parece un libro donde va a haber muerte y destrucción, historias tan fascinantes como aterradoras, donde habrá bajos fondos, familias, vendettas y muchos, muchos tiros. 

La primera en la frente, Honrarás a tu padre no es una novela sino la historia, absolutamente real (bueno, no sé yo hasta qué punto el retrato amable de Bill Bonanno es 100% fiel a la realidad), de los últimos coletazos de la mafia tal y como nos la imaginamos, es decir, después de los que se hicieron con todo durante la prohibición y cuyos nombres todos conocemos -Capone, Lucciano et al.- llegó gente como Joseph Bonnano que consiguió a duras penas sostener un poco -pero no mucho- el chiringuito; pues Honrarás a tu padre es la historia del hijo de Joseph Bonnano, Salvatore -Bill- Bonnano.
La segunda, aunque esa ya me la esperaba después de haberme espeluznado con las páginas de Gomorra hace unos años, es que la mafia no es como nos la imaginamos, no lo era en tiempos de Capone y desde luego, y lean a Saviano si no lo han hecho ya, no lo es hoy en absoluto. 
Y hay, además, una tercera cuestión y es que la gran debilidad de Honrarás a tu padre es, a la vez, su mayor fortaleza, me explico: el libro traza un retrato lo más fiel posible de la vida de Bill Bonnano desde la ¿desaparición? ¿secuestro? ¿huida? whatever de su padre, Joseph Bananas Bonanno, hasta su ingreso en prisión con un epílogo que nos lleva, aunque brevemente y con grandes saltos, desde ese ingreso en prisión hasta su muerte (el citado epílogo se centra, básicamente, en un qué fue de los hijos de Bill Bonanno y la génesis del relato, más que en Bill Bonanno en sí) y en vez de encontrarnos una vida llena de aventuras con un villano mafioso al estilo de Capone en Los intocables de Eliot Ness o un hombre de negocios mafioso al estilo de Vito Corleone en El Padrino, lo que encontramos en una vida normal de un señor normal que tiene un trabajo peculiar que no ha elegido y vive, o mejor dicho, sobrevive, como buenamente puede dentro de un código de conducta que ni le simpatiza ni le deja de simpatizar, que simplemente estaba ahí y jamás se ha cuestionado de la misma forma que no se cuestiona que el sol sale por el este.

Honrarás a tu padre es, en definitiva, una cuestión de cotidianeidades, veremos a Bill tratando de que no se le caiga la empresa cuando su padre desaparece, le veremos ponerle los cuernos a Rosalie y tener un hijo con su amante para, después, recomponer su matrimonio con ella no por obligación, sino porque realmente lo desea (¿recuerdan cuando Diane Keaton es expulsada de la casa Corleone? Pues hubo un tiempo en la vida de Bill Bonanno en el que Rosalie, su mujer, se marcha con los cuatro niños y no mandan matones a buscarla, puede entrar y salir, puede abandonarlo y volver si ella quiere y él la acepta... un matrimonio normal -si es que eso existe- bastante alejado de la imagen que tenemos del asunto), veremos a Bill sufriendo por pagar las facturas y entrando en la cárcel por absurdeces (no me entiendan mal, son delitos, pero suena a lo metemos por lo que sea como la evasión fiscal de Capone). Todas y cada una de las acciones que se describen en la novela y tienen relación con la Mafia -que son las menos- hacen que el lector se pregunte si de verdad merece la pena una vida en la que no obtienes riqueza apenas, al menos no a largo plazo y desde luego no más de la que obtendrías con un trabajo normal (Bill tiene estudios universitarios, y eso en EEUU en los 60 no es cualquier cosa) y a cambio pueden matarte al cruzar la calle -y no es una expresión ni mera paranoia-, detenerte, perseguirte, encarcelarte... ¿Quién elige una vida tan peligrosa (no les presupongo moral) para vivir de forma miserable?
[...] extrañaba la frecuencia con que veía a Rosalie y a sus cuatro hijos, dijo, y añadió que rara vez lo visitaban más de una vez al mes. Para su esposa llegar hasta Terminal Island implicaba un viaje de ocho horas por tierra desde su casa en San José, donde ella tenía un trabajo a tiempo completo como programadora de computadoras en una compañía de seguros, y donde los niños, cuando no estaban en la escuela, estaban trabajando en empleos de tiempo parcial en restaurantes de comida rápida y otros lugares ubicados dentro o cerca del centro comercial aledaño a su casa.
Por una parte es imposible empatizar con Bill, al fin y al cabo se dedica a lo que se dedica, por herencia paterna, vale, pero, aunque ni una sola vez el autor nos cuente si ordenó la muerte de alguien o alguna otra mafiedad, podemos imaginarnos a Bill tomando decisiones que supusieron la muerte de personas, la comisión de delitos, etc, etc. Por otra parte sí vemos como Talese simpatizó con él hasta el punto de destinar parte de los beneficios del libro -que en su momento fueron astronómicos- a la educación de los cuatro hijos de Bonanno, y como lectora, persona y todas las etiquetas que se me quieran poner, me parece estupendo; Bill no eligió esa vida y quizá en otra familia hubiera sido un buen tipo así que Talese consideró que sus hijos merecían la oportunidad de, al menos, elegir y es un gesto que le honra mucho más de lo que jamás debieron honrar a su padre, Joseph que, por otra parte, tampoco parece tan mal tío.
Ahora, años después, al mirar en retrospectiva ese incidente y otros similares, Bill se daba cuenta de la forma en que su padre había puesto a prueba su paciencia y su disciplina, para ver cómo respondía su hijo ante una condición que era necesaria y común en la organización, pero que sin embargo resultaba poco natural para la mayoría de los mortales.
No sé por qué [Bill Bonanno] se tuvo que ir tan pronto. Lo único que puedo decir es que probablemente el abuelo lo llamó y, como siempre, papá obedeció presto.
Por su parte, él [Bill Bonanno] siempre sintió atracción por su padre, lo atraía como un imán, lo habría seguido a los mismísimos infiernos y, cuando finalmente percibió la inmensa magnitud del poder de su padre, se sintió incluso más impresionado y orgulloso. [...] él nunca sería para ellos la figura tan imponente que su padre fue para él; los tiempos habían cambiado, la dinastía se estaba desintegrando y la insularidad de la vida familiar italiana probablemente no sobreviviría hasta la tercera generación, lo cual posiblemente era bueno para sus hijos.
El libro es, quizá, demasiado largo para leer del tirón, pero aún así me parece absolutamente recomendable porque, queramos o no, la historia de la delincuencia es una parte importante de nuestra historia occidental; sumémosle, además, que no sólo cuenta la historia de Bill sino que hay saltos a los orígenes de la mafia (es la cuarta versión que leo y sí, en esta también es culpa de una potencia extrajera invasora... ¿he dicho ya lo mucho que me enfada que nadie acepte nunca sus responsabilidades en aras de un pasado lejano?), a los tiempos de la ley seca, sale el FBI y no precisamente bien retratado (aunque a estas alturas de Hoover me espero cualquier cosa, repito: cualquier cosa), nos habla de la inmigración y la isla de Ellis, de Italia y Mussolini... en definitiva, un libro bastante concreto donde todo es tan cotidiano que nada llama la atención, ni siquiera un bomba, como el realismo mágico en el que hay una lluvia de flores amarillas.
[Dominación francesa] Según los historiadores locales, ése fue el comienzo de la Mafia, que tomó su nombre del grito de angustia de la madre de la muchacha, que corría por las calles gritando ma fia, ma fia, mi hija, mi hija.
[Dominación española, griega o árabe] El criminólogo italiano Cesare Lombroso estuvo cerca de sugerir esto al señalar que, mientras que los sicilianos del este habían sido enormemente influenciados por la colonización griega, los sicilianos del oeste habían recibido más influencia delos árabes, muchos de los cuales fueron empujados en el siglo XIII hacia las colinas ubicadas detrás de Palermo y obligados a sobrevivir de su astucia y habilidad para engañar. Otros teóricos italianos sugirieron que los sicilianos occidentales que vivían en Palermo y o cerca solían ser perezosos y poco ambiciosos debido a que habían sido dominados durante cientos de años por la laxa administración de la España medieval.
Pueden leer el resto de reseñas si pasan por el Club de lectores 2.0 o en las moradas del resto de lectores del Club: Carmen, Desgraciaíto y Newland.

Nos vemos en quince días con John Dos Passos en De brillante porvenir.

La isla de los pingüinos

¿Por qué se preocupa de buscar documentos para componer su historia [de los pingüinos] y no copia la más conocida, como es costumbre? Si ofrece usted un punto de vista nuevo, un a diea original, si presenta hombres y sucesos a una luz desconocida, sorprenderá al lector, y al lector no le agradan las sorpresas, busca sólo en la Historia las tonterías que ya conoce.
La isla de los Pingüinos. Anatole France.

El libro que hemos leído este mes en el Club de lectores 2.0 es ni más ni menos que la obra cumbre de Anatole France, uno de los escritores con más renombre de la literatura francesa del XIX, autor celebérrimo no sólo por su obra sino también por, entre otras cosas, su posicionamiento junto a Zola en el caso Dreyfus (del que hay un hilarante capítulo en La isla de los pingüinos que es infinitamente menos exagerado -esto es, está muy pegado a la realidad- de lo que pudiera parecer)

La isla de los pingüinos es una sátira de la historia de Francia que comienza tras el bautismo accidental, por parte de San Mäel -un hombre muy santo pero un poco cegato- de un grupo de pingüinos, un hecho que, dado que los animales no tienen alma, provoca un pequeño escándalo en el cielo obligando al mismísimo Dios a convocar a los doctores de la iglesia para ver cómo se resuelve (hilarante). Ahí comienza la historia de La Pingüinía, que no es otra que la historia de Francia, y pasa por todas sus etapas, desde la atroz construcción de los mitos, un aún más atroz cristianismo primitivo, la monarquía dinástica, la Revolución que instaura la República con sus defensores y detractores, el caso Dreyfus y un previsible futuro -para France- que supone el ocaso de la civilización para su posterior renacimiento, y ocaso, y renacimiento...

La novela está contada como si fuera un libro de historia, de ahí el párrafo que encabeza esta reseña, y la búsqueda de un fingido Cide Hamete Benengeli que documente la historia de la Pingüinia. Con un ácido sentido del humor France va repasando hechos históricos que luego volverá a citar porque se convertirán en la historia de los nuevos hechos narrados y es, además de un acierto, lo que me ha resultado más divertido de la novela, ver como los hechos se iban convirtiendo poco a poco en leyendas (y ya sabemos lo que inventa el pueblo cuando tiene material) para pasar a formar parte de la historia sagrada de Pingüinia... ¿o es que se creen ustedes que es verdad que el Cid conquistó algo cuando ya había muerto porque a alguien se le ocurrió atar su cadáver a un caballo?

El capítulo más interesante, aunque todos tienen su gracia, es además el más largo y, si me permiten un consejo, antes de meterse en los anales de la historia de La Pingüinia, lean un poco sobre el caso Dreyfus (no, Zola lo leí hace mil años y no sirve para entender bien lo que ocurrió) porque así verán que, por disparatado que parezca el relato que France hace de los hechos, la realidad siempre supera a la ficción.

Por si fuera poco interesante, además, France se atreve a vaticinar un futuro que, al menos mí, recuerda mucho a lo que pensábamos que sería el final en los años 80, se ve que una misma imagen ha poblado nuestras pesadillas desde principios del XX y no deja de ser curioso.

Cuando terminó el siglo pasado, aparecieron montones de listas de Los n libros imprescindibles del siglo XX y, por alguna razón que no alcanzo a comprender, La isla de los Pingüinos no estaba entre los diez primeros en ninguna de las que recuerdo; aunque se trate de la historia de Francia es muy fácil reconocer la civilización occidental en ella, es decir, es muy fácil reconocerse en sus manías, en sus leyendas, en sus creencias... y, para colmo de males, durante muchos años, no fue un libro sencillo de encontrar (afortunadamente eso ya está subsanado). En fin, cosas veredes.

Para leer el resto de reseñas de mis compañeros del Club de Lectura 2.0, diríjanse a los sitios habituales: Desgraciaíto, Carmen y Newland, y en algún momento haremos un podcast al respecto ¡no se lo pierdan!

Durante el mes de mayo leeremos Honrarás a tu padre de Gay Talese, para reseñar el 1 de junio ¡feliz lectura!

Canciones de amor a quemarropa

El libro del club de este mes, a propuesta de Bichejo, ha sido -como seguro que ya ha podido averiguar, clarividente lector- el que corona esta entrada, de Nickolas Butler, y no sé si porque he decidido, de forma totalmente voluntaria y consciente, que este año me iban a gustar los libros del Club o porque el libro es objetivamente bueno pero la cosa es que me ha encantado.

Canciones de amor a quemarropa no cuenta una gran historia, ni tiene giros inesperados (aunque algunas cosillas hay) pero es precisamente ahí donde está su fuerza: en las cotidianidades. Un grupo de amigos de toda la vida de un pueblo perdido en algún lugar de los EEUU, la sal de la tierra, se reúnen a propósito de la boda de uno de ellos; el grupo tiene una particularidad, y es que uno de ellos se ha hecho mundialmente famoso a base de rasgar la guitarra con canciones que hablan, precisamente, de sus vivencias y sentimientos vitales a propósito de su origen granjero.

El relato está construido de manera polifónica, esto es, cada uno de ellos nos irá contando cómo vive cada evento desde su punto de vista y -ahí está la magia del buen escritor- sin hacer trampas, es decir, un personaje jamás va a contar algo que no sabe por su propia experiencia, así, a cada capítulo, avanzamos más en la trama (porque sí, hay una trama), construimos más profundamente su relación, sabemos como lectores más de lo que saben ellos, sabemos cuándo mienten, cuándo dicen la verdad, qué secretos guardan para todos salvo para sí mismos, qué les motiva a hacer lo que hacen... Es un ejercicio de estilo muy interesante ver como una misma historia puede verse desde tantos ángulos, aunque Butler no reconstruye cada evento desde las distintas voces, nunca se repite, sino que avanza a través de ellas, y así rellena los huecos que nos faltan.

Piense, querido lector, cómo sería su vida si viviera en un pueblo pequeño, si se hubiera casado con su amiga de la infancia, si hubiera roto con ella varias veces durante la adolescencia, si sus amigos fueran los mismos, si sus lealtades fueran las mismas a pesar de que la vida mancha y la gente cambia y, sobre todo, piense en un día, en una borrachera, alguien le contara algo que lo cambiara todo.

Canciones de amor a quemarropa no le va a cambiar la vida y puede que en un año se haya olvidado prácticamente de la historia, pero es una lectura sencilla y amena que narra cosas tan normales, tan de gente normal (ahora que la gente normal parece haberse puesto de moda) que es imposible no reconocerse, aunque sea un poco, en sus páginas, y eso que soy profundamente urbanita, no he visto más vacas que las que salen por la tele y una en una granja escuela que me traumatizó para siempre; pero lo esencial sí lo he vivido, sí he tenido amigos, si he compartido recuerdos, sí he mantenido lealtades, sí he creído en alguien... ¿y quién no?

En definitiva, es la historia de la historia que, con alguna variante, podríamos contar prácticamente todos y aún así tiene pasajes que sorprenden.

Puede leer el resto de reseñas del Club de lectura 2.0 en los sitios habituales: Carmen, Nananalíder y Newland.

Y el mes que viene La isla de los pingüinos, no se lo pueden perder ¡Es Anatol!

El tiempo de los regalos

Hubo un tiempo, antes de que todos perdiéramos quizá para siempre la inocencia, en el que un joven de apenas dieciocho años que deseaba ser escritor podía, a fin de tener experiencias vitales que contar, echarse la mochila al hombro y empezar un viaje a pie desde la seguridad de su acomodada casa inglesa hasta el mismísimo Estambul.

En aquellos años, antes de la Segunda Guerra Mundial, un muchacho inglés podía ir hablando con los rudos marinos de Holanda, con quiénes se reían de Hitler en Alemania e incluso con quiénes lo idolatraban, conoció prostitutas, jóvenes que vivían muy adelantadas a su época, se hizo pasar por un viejo amigo de la familia, bebió, escribió un  diario y, sobre todo, disfrutó de un viaje del que da cuenta en este libro, aunque no lo abarca entero ya que aquí, en esta inconclusa trilogía, nos deja en Hungría y murió antes de escribir la tercera parte en la que narraría el final de su viaje hacia Constantinopla. Puede que ahí esté la trampa y el recuerdo embellezca la experiencia; hoy se nos hace inconcebible que alguien pudiera disfrutar en un pueblo lleno de esvásticas, pero el autor así lo recuerda, aunque lo escribe sabiendo lo que vino después. Sea como sea, el viaje es agradable de principio a... Hungría.

Cuando el Nananalíder nos propuso el libro y explicó de qué iba, recuerdo las lapidarias palabras Newland, socarrón: 
Un libro sobre un hombre andando ¿Qué podría salir mal?
Y todos, indefectiblemente, nos acordamos de Cesar Antonio Molinas y de La vida entera... Pero no, por suerte, al menos en mi caso, erré el tiro porque la verdad es que esta vez me ha encantado el libro del hombre andando que casi se está convirtiendo en un subgénero en este Club de lectura. Cuando empecé a leerlo decidí que iba a hacer con él el viaje, que aquello que describiera yo lo vería y que aquellos a quienes él conociera, yo los conocería; he de reconocer que hay algunas partes en la descripción de espacios que se hacen un poco pesadas pero se me ha hecho tan interesante el disparate de atravesar Europa a pie, tan divertidas las charlas que comienza, tan loco que se meta en casa de cualquiera que quiera acogerlo, tan curioso que sea tan bien acogido frente a lo que, según él, pasaría si un adolescente continental enemigo (nadie había olvidado todavía La Gran Guerra) se plantara en Inglaterra que, perdónenme la cursilería, a veces incluso he sentido nostalgia de una Europa más civilizada que ya no existe (y entonces mi mente racional grita que es de agradecer, que está ambientado a principios de los 30 y ya sabemos cómo acabó la historia). El libro es un viaje iniciático y el fin de la infancia, ni más, ni mangas... qué simbólico ¿verdad?

El tiempo de los regalos es, ni más ni menos, que un libro de viajes de cuando viajar a pie y solo era posible; divertido a ratos, interesante la más veces y sí, a veces se aturulla un poco pero aún así el resultado merece la pena por la belleza del conjunto (lo he leído en algún sitio y ahora no recuerdo dónde)

Como de costumbre pueden leer las reseñas del resto de lectores en los sitios habituales: Desgraciaíto, Carmen y Newland, así como escucharnos en los podcast que vamos colgado de cuando en cuando en la página del Club.

El mes que viene toca Canciones de amor a quemarropa, que ya hay quien dice que es un Irving... No sé qué pensar, salvo que he decidido que este año los libros de este, nuestro Club de lectura, me van a gustar, ea.

Por amor a la física

Este mes en el Club de lectura 2.0 hemos leído el celebérrimo Por amor a la física, un libro de divulgación científica escrito por el afamado Walter Lewin.

Walter Lewin es un profesor del MIT que se ha hecho muy famoso por sus fantásticas clases de física colgadas en Youtube... Yo soy de letras, pero como siempre he sido curiosa y odio esa división ciencias y letras en combate mortal, de los campos del saber de ciencias el que más me llama la atención es precisamente el de la física, lástima que desde el desconocimiento total... Hace unos años, una compañera -profesora de física- me prestó un libro maravilloso que me encantaría conseguir (si alguien sabe dónde, lo agradecería) en el que unos físicos soviéticos le explicaban ni más ni menos que al Soviet Supremo en qué consistía la Teoría de la Relatividad de Einstein y por qué era válida... Estaba escrito de forma tan sencilla -siendo conceptos sumamente complejos- y entretenida que pensé que, aun sin conocimiento alguno sobre el tema, la física no era tan inaccesible para alguien que sólo estudió física un año hace más de veinte... Pues bien, eso es Por amor a la física, un libro escrito para gente con una cierta curiosidad por la materia que puede tener unos conocimientos amplios o inexistentes, es decir, complejo y accesible al mismo tiempo, a ratos te pierdes en un concepto pero el profesor Lewin te pesca de nuevo...

Ahora bien, esto es el Club de tortura lectura 2.0 y no hay manera humana de que un libro no salga bien... El profesor Lewin tiene unas clases descacharrantes en la plataforma online (bueno, tenía... luego explico por qué) pero en el libro, aunque es interesante, no he sentido la misma curiosidad malsana que se supone quiere transmitir, es decir, no me pierdo tanto como para perder el interés pero lo que se podía ver en vídeo al leerlo no me ha interesando de la misma manera; no me entiendan mal, no es aburrido, pero está lejos de ser un digno canto de amor a la física como sí lo son las clases que se podían ver... 

Cada tema (no quiero usar capítulo, ni epígrafe porque es otra cosa) está introducido por una afirmación que Lewin va demostrando paso a paso a lo largo de la escritura... y ahí es dónde me ha ido matando el interés tema tras tema, es decir (por citar el primero, que es al que más veces va a recurrir para recuperar al lector) me parece muy interesante que seamos más altos tumbados que de pie, me parece super interesante saber por qué... pero me importa un carajo la manera en la que Lewin me lleva del qué al por qué, no me ha enganchado en ninguna explicación... y ahí, avanzando y avanzando, llega un momento en el que me importa muy poco la manera tan extraña en la que se abuela secaba la lechuga de la ensalada, o el arco iris... pero, ojo, eso no debe desmerecer las labores de Lewin como docente, era un magnífico profesor que usaba anécdotas personales para explicar sesudos conocimientos físicos... quizá sea yo, pero el libro amor, lo que se dice amor... no, no lo he sentido... y ya cuando se pone a hacer un recorrido por la radiación y la astronomía me ha matado, y en ese caso concreto me siento mal conmigo misma porque es un tema que me resulta especialmente fascinante.

Y, a modo de bola extra, el famoso gafe del Club de tortura lectura... llevamos unos días desconcertados por las últimas informaciones que han surgido a propósito del profesor Lewin, quien ha sido suspendido en estos días de forma fulminante como profesor emérito (tiene casi 80 años, lleva tiempo de emérito) y sus clases han sido eliminadas de la plataforma del MIT nada menos que por acoso sexual online... La historia es confusa y agradecería que el MIT se dignara a dar alguna explicación, aunque sólo fuera porque Lewin no es cualquier profesor... Aquí hay dos debates a la vista: uno tiene que ver con que si creemos que el MIT -que recordemos, no es un tribunal- se está curando en salud o ha hecho lo que tenía que hacer y dos -más interesante a mi entender- si consideramos que, de ser cierto, eso desmerece al señor que enseñaba física, es decir, si hace sus clases menos interesantes... 

Soy consciente de que como reseña esta entrada es rarísima porque sí recomiendo su lectura a pesar de que no me ha enamorado en absoluto, así que pásense por la casa de los otros miembros del Club de Tortura Lectura, que seguro que han hecho reseñas de verdad: Desgraciaíto, Carmen y Newland.

Offtopic: Cuarenta años

Este es normalmente un blog de reseñas, no le doy toda la tralla que quisiera (o debería) pero entiéndanme, la vida real me reclama, esto lo hago porque me apetece y tanto tanto me reclama y tanto tanto me apetece que tal día como hoy no podía dejar de felicitar a la sin par B por su CUARENTA cumpleaños... qué mayor eres y qué bien estás, jodía.

Como felicitarla CUARENTA veces no sería suficiente, aquí van CUARENTA razones por las que felicitar a B:

1. La primera es obvia ¡¡porque es su cumpleaños!!
2. Porque con lo mayor que eres (mwahahahaha) hay que ver lo bien que estás, jodía.
3. Porque has conseguido encontrarle el lado divertido a la vida (y probablemente por eso estés tan bien).
4. Porque haces de la vida un momento de placer y algo digno de ser vivido.
5. Porque te ríes muchísimo y nos haces reír a los demás.
6. Porque aglutinas en torno a ti a una cantidad de gente tan estupenda que no sé cómo me dejáis jugar.
7. Porque mezclas los grupos de gente de manera sensacional.
8. Porque no te has vendido por ser la más popular, o la más chupi, 
9. Porque no te has rendido ante lo que merecía la pena.
10. Porque has conseguido mantener tu postura y ser tú misma en momentos complicados, y la vida te ha acabado compensando por ello.
11. Porque si no te hubiera compensado ya te hubieras encargado tú de que lo hiciera, ¡menuda eres!
12. Por tus frases populares, aka bichispazos, tan sensacionales.
13. Porque te brilla mucho el pelo.
14. Porque tienes un cutis sensacional.
15. Porque tienes las uñas perfectas, aunque a veces (ejem) te las muerdas.
16. Porque eres una rubia tan poco rubia que hasta ser rubia es divertido.
17. Porque te embarcas en todo lo que crees divertido.
18. Porque nos embarcas a los demás en todo lo que crees divertido.
19. Porque rindes en el trabajo, tan seria, y lo haces fenomenal.
20. Porque quieres y odias intensamente, y hasta cuando odias a alguien, lo haces de forma divertida.
21. Porque conseguiste no matar a Orejas de conejito y bien que se lo merecía.
22. Porque eres terriblemente sensata, a pesar de esforzarte en el chorlitismo.
23. Porque le das importancia a las cosas que la tienen.
24. Porque le quitas importancia a las cosas que no tienen importancia alguna en las que los demás, a veces, nos ahogamos de puro papanatismo.
25. Por descubrirnos el concepto del bonitismo.
26. Porque sólo por ver la red inundada de post de felicitación ya estarás contenta días y sólo por eso merece la pena pensar en 40 razones.
27. Porque puede que incluso la emoción te embargue tanto que llores y todo.
28. Porque sabes hacer bufandas chulísimas en punto de arroz (y no me matas por la flauta desnuda)
29. Porque eres la generosidad andante y ¡encima! creo que ni siquiera eres consciente de lo generosa que eres.
30. Porque vives sin rencor y esto parece una cosa sin más de la lista pero si le das unas vueltas hay muy poca gente que no esté atrapada en algún rencor del pasado. Tú siempre avanzas.

Y me guardo las diez últimas para felicitarme a MÍ jejeje

31. Porque estás en mi vida, y eso siempre merece celebración.
32. Porque puedo contar contigo, y lo hago, y has salido en momentos clave a demostrarlo sin que haya siquiera que llamarte.
33. ¡Porque vas a ser Rumpelstinskin de verdad! y es casi lo que más ilusión me hace del temón... cumplir la promesa que te hice.
34. Porque en algún momento serás también la niña de las flores (sí, hija, sí), ya veremos cuando, pero dame un par de años y con eso ya no te deberé promesas pero seguiré haciendo lo que me pidas (dentro de un orden, je)
35. Porque eres la única con la que comparto mi pasión por Concha, que me hacía sentir viejuna pero ya he visto que no, y que hay que mandar a la mierda los complejos ¡si a ti te gusta Arturo, santo cielo!
36. Porque si no te felicito, alomojó te enfadas, y enfadada me das un poco de miedo.
37. Porque no te lo digo a menudo para no parecer cursi y cansina, pero te quiero muchísimo y me haces muy feliz.
38. Porque si estoy donde estoy, con todo lo que eso conlleva, es por lo plasta que te pusiste a partir de un Nessum pollo
39. Porque haces mi vida mucho más divertida embarcándome en todo lo que me embarcas.
40. Porque somos un desastre con los correos de los martes pero no hay reproches y eso mola mil.

¡FELIZ CUMPLEAÑOS, B! 
¡A POR LOS PRÓXIMOS CUARENTA!

Entre limones

Este mes, el Club de lectura ha decidido meterse de lleno en la Alpujarra para cultivar limones, que ya hay que tener valor, y ganas, y corazón, porque cabeza, lo que se dice cabeza... el autor tiene la cabeza justita para no hacérselo encima.

Entre limones narra las peripecias de un inglés insensato que decide coger sus ingleses bártulos allá por los años 80 y comprarse un terrenito en la Alpujarra... y eso sin darse a la heroína tiene que tener una explicación científica. Me pasé aproximadamente la mitad del libro pensando que el autor, Chris Stewart, no había estado jamás en la Alpujarra y no había visto un olivo ni de lejos porque todo lo que describe parece sacado de la prehistoria: señores que hacen casas a mano, puentes con troncos, medicinas con hierbas... y entonces busqué información para ver de dónde sacaba tantas insensateces y me encontré con que este señor fue el primer batería que tuvo el grupo Génesis y, como se ve que no tenía muchas luces, lo sustituyeron tras el primer disco por lo que empaquetó todo y se vino a la Alpujarra (aunque de cuando en cuando se iba a Suecia a esquilar ovejas, todo muy cuerdo, sí)... vamos, que lo que cuenta en el libro lo vivió... y encima el insensato no está solo, hay otros extranjeros como él que se van a la Alpujarra a "cultivar olivos", un árbol que tarda diez años en hacer algo, que hay que golpear con saña para sacarle algo, y que si no tienes una infraestructura detrás poco rendimiento le sacas al producto... un disparate, en definitiva.

El libro se lee rápido y con facilidad pero, como decía, es una sucesión de insensateces que no consiguen retener al lector, ni siquiera moverlo a la carcajada (que juraría que es lo que pretende en algunos pasajes). Entre limones narra la historia de un hombre que decide vivir como un pastor de cabras alpujarreño de los años 80 (en la Alpujarra los años 80 del siglo XX no deben de ser muy distintos de los años 80 del siglo XIX... ni del XVI) habiendo sido un batería de Génesis en los años 80 y claro, se le caen los puentes, se le escapan las ovejas, le toman el pelo doscientas veces los lugareños que lo alimentan a base de papas a lo pobre y los tratantes de ovejas lo boicotean hasta que aparece un carnicero milagroso porque es lo que pasa cuando tienes el sueño hippy de vivir de forma natural cuando lo natural para ti no tiene nada que ver con la tierra. Le pone voluntad, eso sí, y por lo visto allí sigue... Tal vez un día de estos me acerque a ver si lo encuentro ahora que ha decidido poner una carretera que conecte su Valero con el mundo... Lo que ya no sé es qué hacer si lo encuentro porque por lo que cuenta es feliz y ha salido adelante a pesar de, por ejemplo, el penoso incidente de coger una escopeta para matar a uno de sus perros -que escapó milagrosamente- porque trató de comerse una de sus ovejas o del hecho de tener que levantar el dichoso puente del río cada dos por tres.

Entiendo que haya quien renuncie a todo para irse a la Alpujarra a vivir pegado a la tierra, si son felices, lo que no termina de cuajar es en formato de novela, un psé de manual. 
El premio higo del año, ea.

Podéis leer el resto de reseñas en los sitios de costumbre: Club de lectura 2.0,, Carmen, Newland y Desgraciaíto ¡Y no os perdáis el podcast, que seguro que es divertido tras tanto disparate!