Acudimos presto a nuestra cita de cada dos meses (cada vez que pienso que al abrir esto mi idea era escribir al menos tres reseñas cada semana se me cae la cara de vergüenza) con el Club de lectores para hablar de la novela de John Williams, Butcher's crossing.
No hubiera dado crédito si hace diez años, diez meses, diez semanas, diez días o diez minutos alguien me hubiera dicho que iba a leer hasta el final, completamente atónita, y sin sufrir un libro que va -atentos- sobre el viaje iniciático de un niño pera americano del XIX que le lleva a una América aún deshabitada (y que seguramente seguirá hoy igual de vacía, qué demonios) a cazar bisontes hasta la extinción; pero sí, es eso, nada más que eso, y a pesar de una premisa tan marciana (para mí, ojo) la cuestión es que, sin que haya sido el enganche del siglo el libro, me ha gustado bastante porque el autor consigue, a pesar de un millón de defectos -qué prosa más empalagosa Jesús Jesús-, que el lector se meta si no en la historia -a ver, que va de cazar bisontes hasta la p*** extinción, es francamente difícil meterse en su piel- en el paisaje hasta el punto de que hay una parte en la que se quedan sin agua y quien esto escribe -en esa parte y sólo en esa parte en concreto- tuvo que seguir leyendo a pesar del sueño hasta que la encontraron, muerta de sed pero sin animarse a traicionar a los personajes yendo a beber agua cuando ellos no tenían. He pasado unos días un rato cubierta de polvo, he pasado un calor horroroso y un frío incluso más horroroso y, sobre todo, mucha mucha sed mientras veía horrorizada como a nadie le preocupaba que estaban acabando con los bisontes, lo sabían y les daba igual. Otro acierto, a mi entender, es que aunque es obvio que el niño pera cambia muchísimo durante el viaje, el autor no nos hace ver que hubiera encontrado el sentido de la vida, es su experiencia y sólo es aplicable a él, bien por Williams.
No me atrevo a recomendarlo muchísimo pero desde luego no lo des-recomiendo. Anímense a pasar sed, o no, anímense a ver como un personaje al que respetarán ¡a pesar de esto! está empeñado en acabar con una especie de reserva de 3000 bisontes cuando ya apenas hay, o no, yo qué sé, si les da igual la historia pero quieren sumergirse DE VERDAD en el salvaje oeste como si fuera realidad virtual, adelante.
Salvo que venza la pereza y me anime al menos a reseñar Patria de Fernando Aramburu (qué novelón, léanla por Dios) nos vemos en el siguiente libro club en dos meses con Pepita Jiménez.