Paula

El libro escogido este mes para el Club de lectores 2.0 es Paula, de la escritora chilena Isabel Allende. Las reseñas y el debate al efecto, lo podéis seguir en la página habitual; para encontrar las reseñas de Bichejo, Carmen, Niño Desgraciaíto pinchad sobre el nombre, que me consta que -¡oh, sorpresa!- hay divergencias de opinión y, por supuesto, damos la bienvenida a Newland, que por fin se ha animado a ser un miembro residente más de este Club de lectores 2.0.


En plena fama y gloria, cuando estaba de gira mundial para presentar la que era entonces su última novela, El plan infinito, Isabel Allende recibió la peor noticia que puede recibir una persona: su hija mayor, Paula, acababa de caer en los brazos ponzoñosos de la enfermedad que la llevaría a la muerte... Allende es alguien que ha pasado su vida entre las letras, no en vano su primera y más exitosa novela La casa de los espíritus nació en el exilio como una carta que escribía para despedirse de su abuelo; Paula es una novela que nace de una manera similar, pero mucho más atroz, de las tripas de la autora, para su hija, para que cuando Paula despierte -lo escribe mientras aún está viva- pueda recuperar la memoria del tiempo perdido, las historias de su madre y su familia toda.
Escucha Paula, voy a contarte una historia, para que cuando despiertes no estés tan perdida.
Con esta dolorosísima excusa acompañamos a Isabel Allende desde antes de que la propia Isabel naciera hasta la muerte de Paula con un relato en dos tiempos, por un lado la propia enfermedad, en terrible presente -la autora escribe para poder salir brevemente de la tristeza que le produce la ausencia de Paula, que cae en coma mes y medio antes de que el libro empiece- y se trata este de un relato absolutamente desgarrador, que va desde el dolor a la esperanza y tiene sus momentos de madre coraje absolutamente creíbles y sinceros, momentos en los que todavía habla con Paula
Bien, si es así sólo cabe esperar. Si tú resistes, Paula, yo también.
 hasta la aceptación de que Paula, simplemente, tiene que irse y la historia habrán de escucharla otros
Qué simple es la vida, al final de cuentas... En este año de suplicios renuncié poco a poco a todo, primero me despedí de la inteligencia de Paula, después de su vitalidad y su compañía, finalmente debía separarme de su cuerpo. Todo lo había perdido y mi hija se iba, pero en verdad me quedaba lo esencial: el amor.
Pero, como sería absolutamente imposible echar 400 páginas llorando sin parar, en la mayor parte del libro, ese libro que escribe para Paula -no, no en su honor, sino porque tenía la esperanza de que ella podría leerlo algún día- acompañamos a la señora Allende desde antes de que naciera hasta el terrible final en el que el pasado se junta con el presente. En el pasado vemos a una autora vital, con una familia disparatada que explica absolutamente todo lo que narra en La casa de los espíritus casi punto por punto, con su abuela la Memé a la que conoció poco pero que inspiró el personaje de Clara, la clarividente matriarca
La Memé se despidió de la vida con sencillez, nadie se dio cuenta de sus preparativos de viaje al Más Allá hasta última hora, cuando ya era demasiado tarde para intervenir [...] He escuchado hablar de ella, conservo en una caja de lata las únicas reliquias suyas que han perdurado y el resto lo he inventado porque todos necesitamos una abuela. Ella no sólo ha cumplido ese papel a la perfección, a pesar del inconveniente de su muerte
su abuelo, el Tata, hombre austero con sus duchas de agua fría, receptor primero de La casa de los espíritus y desfacedor de bodas; a su hija y a su nieta les ofrece deshacer el disparate de la boda... en plena boda. 
Todavía es tiempo de arrepentirse. No se case, hija, por favor, piénselo mejor. Hágame una señal y yo me encargo de deshacer esta pelotera de gente y mandar el banquete al hospicio
Su madre, que quizá no sea realmente su madre porque se robó un bebé sin asegurarse de si era o no su hija recién nacida, que en La casa de los espíritus inspira a Blanca pero que en su biografía apenas cita por el nombre, porque es una carta a Paula, y para Paula, esta mujer fuerte que sacó a sus hijos adelante tras ser abandonada por su marido, primo de Salvador Allende, es simplemente mi madre, que está en el presente de los noventa para seguir protegiendo a su hija, Isabel, del dolor más doloroso ante la pérdida de Paula. Su padre, que sólo sale en ausencia porque, nos dice Allende, existe un silencio conspirativo en torno a él, que alimenta la imaginación de la autora
En mi mi niñez lo imaginé como un criminal y más tarde, cuando supe de perversiones sexuales, se las atribuí todas, pero parece que nada tan novelesco adorna su pasado, sólo era un alma cobarde; un día se vio acosado por sus mentiras, perdió el control de la situación y salió escapando.
Y el tío Ramón, que se encargó de sacar a su madre y a ella y sus hermanos de la misión diplomática en la que su padre los había abandonado y prometió cuidarlos para siempre y, tan bien lo hizo, que ahora Allende debe de ser un hueso duro de roer a la hora de entablar discusiones.

Esta parte es una parte llena de luz hasta el momento de la dictadura, vemos, además de la familia y como es lógico, a una Allende niña y a una Allende adolescente llenas las dos de vida y curiosidad; a una mujer intensa -porque Isabel Allende es intensa como mujer y como escritora- que se busca la vida como puede, que se enamora locamente y se casa con Michael, un chileno de ascendencia inglesa que le provee a la Granny, otro personaje extraordinario. Acompañamos a Isabel por el exilio, por la maternidad, por el fin de su matrimonio y el redescubrimiento del amor en el que sigue inmersa a día de hoy (al menos hasta la escritura de la continuación de Paula que tiene por título La suma de los días y que, aunque es interesante, no está, ni mucho menos, a la altura de Paula

En definitiva Paula no es otra cosa que la apasionante vida de la apasionada Allende, escrita por Allende o, mejor dicho, por las tripas de Allende en el que es, sin duda, el peor momento del su vida, la pérdida de Paula, y del que, a pesar de todo, consigue sacar algo positivo que es Paula, su mejor novela hasta la fecha y que, seguro, habría preferido no tener que escribir.

La primera vez que leí la novela estaba recién publicada y la recuerdo como una de las novelas de mi vida, pero ahora, aunque me sigue pareciendo magnífica y me ha hecho llorar, no me atrevería a tanto, y menos a aventurar si la que no ha envejecido bien del todo es Paula la novela o quien esto escribe, o si, sencillamente, no es una novela apta para relecturas sino para sólo un primer y maravilloso golpe. El estilo narrativo de Allende es musical en extremo pero sin caer en disonancias ni absurdas frases rimbombantes, cada palabra ocupa el lugar que debe ocupar sin embargo, a medida que avanzamos en sus páginas, la novela va perdiendo fuerza y lo que eran las delicadas pinceladas del comienzo se transforman en enormes brochazos en su vida adulta, y no digo que no sea lógico y esperable, es más sencillo novelar con los otros, imaginarles reales aventuras extraordinarias, que ver la magia en lo que ha vivido uno mismo... o, quizá, la razón sea mucho más mundana y desgarradora, a medida que avanza en el relato de su vida, Paula ha empeorado y la tristeza penetra en su prosa, no digo que esté peor escrito, ojo, sólo que no es tan luminoso, de hecho en la novela hay un parón... 

Ahora bien, si tuviera que hacer una lista de "novelas para la vida", aunque se haya caído de mi top ten (es lo que tiene que hayan pasado quince años con sus correspondientes lecturas), Paula sería, sin duda, una de las de ¡corre a leerlo!