Ayaan Hirsi es una feminista de origen somalí que, curiosamente, es denostada por una parte numerosa (me niego, por pudor, a usar ahí el adjetivo "importante") de las feministas occidentales, esas mismas feministas radicales que comparan la ablación de niñas con llevar tacones, que llaman burka occidental a la depilación y no mueren inmediatamente de vergüenza o que -y me enterado hoy mismo por un artículo de Muñoz Molina ¡de hace 15 años!- comparan la forma de describir el hecho biológico de la fecundación del óvulo ¡¡con una violación masiva!!... para esas "feministas" Ayaan Hirsi no vale... pues qué quieren que les diga ¡con su pan se lo coman!
Cuando las mujeres musulmanas afrontan no ya la opresión sino la muerte violenta, ¿por qué las feministas no protestan contra sus opresores? ¿Dónde están las grandes defensoras que impulsaron el movimiento contemporáneo por la igualdad de las mujeres en occidente? ¿Dónde, por poner sólo un ejemplo, está Germaine Greer, autora de clásicos del feminismo occidental como La mujer eunuco? Greer considera que la mutilación genital de niñas debe analizarse en su contexto. Intentar ponerle fin, ha escrito, representaría "un ataque contra la identidad cultural"
Hablamos, para mayor escarnio, de una mujer que tiene que ir con escolta por defender la civilización occidental frente al islamismo radical especialmente en el trato que este les da a las mujeres; algo que, para más señas, cuenta desde su propia experiencia vital, las vivencias de sus primos, la muerte de su padre... En Nómada nos encontramos con una nueva migración, esta vez a EE.UU., quizá la definitiva en una mujer que ha migrado tanto, y allí, en EE.UU. vemos cómo a los hechos ya vividos se suma una nueva visión que la reafirma, aún más, en sus posiciones.
Abuela, yo ya no vivo en el pasado. El mundo empezó a a cambiar durante tu existencia y tus viejos modos de hacer han dejado de servirme. Te quiero y guardo como un tesoro algunos de mis recuerdos de Somalia, pero no todos. Ahora bien, yo ya no serviré a nuestra estirpe ni a Alá nunca más. Y puesto que los modos de vivir del pasado atenazan las vidas de muchas personas de nuestro pueblo, incluso lucharé por convencer a los nómadas como yo de adoptar el estilo de vida de los infieles.
En Nómada, como se ve en el párrafo precedente, confirma su abrazo a los valores de la Ilustración y su rechazo a la represión que sufrió en nombre de su clan y de su religión así como denuncia cómo valores dañinos están penetrando en occidente a pasos agigantados mientras miramos graciosamente para otro lado en nombre de la buena intención... Hay quien confunde esa denuncia que hace con xenofobia, pero, según la autora -refugiada somalí que se integró en Holanda hasta el punto de que llegó a ocupar un escaño en el parlamento por un partido votado por muchos xenófobos-, es al contrario, lo racista es no ayudar a la integración plena de los inmigrantes, lo racista es no compartir con ellos los logros de la civilización occidental.
Una cultura que celebra la feminidad y considera a las mujeres dueñas de sus propias vidas es mejor que una cultura que mutila los genitales de las niñas y las confina entre paredes y tras velos o las azota y las lapida por enamorarse. Una cultura que protege los derechos de la mujer por ley es mejor que una cultura en la que la ley permite a un hombre tener cuatro esposas simultáneas y niega a las mujeres la pensión alimenticia y la mitad de su herencia. Una cultura que designa a mujeres para el Tribuna Supremo es mejor que una cultura que declara que el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre. Forma parte de la cultura musulmana oprimir a las mujeres y de todas las culturas tribales institucionalizar el mecenazgo, el nepotismo y la corrupción. La cultura occidental de la Ilustración es mejor.
Este párrafo puede ser muy políticamente incorrecto pero le ruego al lector que responda a estas preguntas ¿es mejor la mutilación femenina? ¿es mejor que por ley las mujeres valgan menos que los hombres? ¿es mejor azotar a las mujeres por elegir sus parejas por sí mismas? ¿es mejor que la mitad de la población no vaya jamás a la escuela? Porque, y desde mi punto de vista ahí está el acierto de esta autora -con la que no comparto ni un poquito su ideología político-económica- es que, observando cómo trata un grupo humano X a sus mujeres, podemos saber cómo son y, lo siento en el alma, hay culturas que son mejores que otras; no es una cuestión "sólo" feminista (pongo "sólo" entre comillas porque hay mucha gente confusa para la que el hecho de que algo sea "feminista" es -en una mala interpretación de lo que significa- malo), es que las mujeres somos la mitad de la especie; si a un niño lo educa la tribu y la mitad de la tribu es analfabeta y vive sometida psicológica y físicamente por la otra mitad en nombre de [inserte aquí la etnia, religión, ideología, whatever que más rabia le dé] ¿es eso mejor? ¿en serio?
Pero en Nómada no todo es malo; tras contener la respiración durante muchos capítulos en los que narra, insisto, vivencias que conoce de primera mano o por su propia familia (entiéndase familia en términos extensos), fracasos en la integración de quienes no renuncian a sus raíces más hondas a pesar del lastre que suponen (hablamos de no tratarse un sida, por ejemplo, por no aceptar la propia sexualidad) y que están cimentados, en muchas casos, en la buena intención de mucha gente buena (no es un error, he usado dos veces buena a propósito), Ayaan Hirsi nos da un margen para la esperanza, para ella "la mente musulmana puede abrirse" y dedica la última parte del libro a explicar cómo conseguirlo, de hecho recibe cartas de gente que ya lo ha conseguido igual que lo consiguió ella; desde su punto de vista, puede y debe abrirse esa mente, es una tarea urgente pero no exenta de riesgos.
No es trivial saber que, incluso en Occidente, si uno critica o siquiera analiza una religión concreta puede necesitar protección el resto de su vida, que si uno expresa abiertamente su opinión acerca del islam puede suscitar disturbios o incluso una campaña internacional a gran escala y quizá convertirse en un objetivo acechado, condenado al ostracismo e incluso ser asesinado. Es una opción desagradable. La mayoría de las personas, de manera consciente o inconsciente, lo evitan. El miedo surte efecto
Nos hablará de educación, de proselitismo religioso (tiene gracia en una atea, pero está tan bien justificado en el libro que a mí me ha convencido), de feminismo (ya basta de este feminismo trasnochado, de low cost, que se indigna por pixelar un desnudo y llama bulo a una fatwa real y peligrosa, que llama burka a algo que por mucha presión social que haya sigue siendo voluntario y no conlleva muerte, que compara la ablación de niñas con llevar tacones) pero, sobre todo, la receta para luchar contra los nuevos mil años de oscuridad que se nos vienen encima como sigamos sintiendo y consintiendo nostalgia de la tribu es la de compartir generosamente el legado de la Ilustración al que tan absurdamente estamos renunciando.