El libro de los vicios

Es sabido que la humanidad tiende a hacer propósitos para Año Nuevo, a saber: ir al gimnasio (alguna vez), dejar de fumar (dos años ya), adelgazar... Luego no cumplen ni el diez por ciento, y eso con suerte, porque lo normal es que no se pierdan ni los kilos cogidos durante las cenas navideñas, ni se aprenda inglés, ni ná de ná... El Club de Lectores 2.0, que es mucho más que un Club, ha decidido que, en lugar de hacer propósitos buenos, era mucho más honesto irse por el camino del vicio, así que, el primer libro del año (aunque en realidad sea el libro con el que estamos cerrando, recuerden que hablaremos de él a lo largo de enero) no podía ser otro más que El libro de los vicios de Adam Soboczynski.

El libro de los vicios no narra exactamente una historia sino que se limita a plasmar las reflexiones que tiene un señor en torno a cómo ha ido cambiando la vida sin que nos diéramos cuenta para pasar de la normalidad de los rudos hombres de los anuncios de los años cincuenta a la estupidez de las asociaciones de las madres y padres de alumnos y alumnas; habla de cómo cosas que antes se daban por sentadas, que no escandalizaban a nadie, hoy en día se consideran auténticas atrocidades... en definitiva es una denuncia del pielfinismo reinante porque, qué duda cabe, cuánto más nos preocupamos por la forma de las cosas más abandonamos el fondo... ¿o será que ya no hay fondo? Ahí vemos una pareja absurda, que hace cosas absurdas, que compra muebles absurdos, que hace fiestas absurdas, pero que tiene una imagen políticamente correcta; ahí vemos también como la ¿pareja? del protagonista no tiene nombre sino que es "la mujer que mejor que conoce" o como uno de sus ¿amigos? es "el viejo amigo mío que se dedica con éxito a algo relacionado con la cultura" frente a la mujer de la pareja absurda que sí tiene nombre; y es que no es, como decía, una historia, es una crítica brutal a nuestras obsesiones a través de capítulos cortitos que no se sabe muy bien a dónde nos llevan, si es que pretenden que vayamos a algún sitio... La idea no es mala pero a mí solo me ha parecido un señor quejándose, como si el personaje central de El guardián entre el centeno no hubiera recibido las dos bofetás a tiempo que se merecía y hubiera llegado a la edad adulta tal cual... Porque a ver, todos los que rodean y tienen nombre son, o eso nos dice él, unos cretinos... pero ¿y él? ¿qué sabemos de él más allá de que observa y se queja amargamente por todo? ¿qué sabemos de él más allá que el hecho de que todos los demás le parecen unos cretinos?

En definitiva la idea de Soboccho... Sobocyz... Soboyns... del señor este que escribe sobre vicios no es mala, pero no termina de cuajar, no cuaja en Alemania (donde transcurre la mayor parte de ¿la historia?) ni en Barcelona, ni en mi casa... Es cortito, tiene momentos bastante simpáticos pero no deja huella alguna y, en general, es pelín aburrido porque no he conseguido ver lo que él veía... Inténtenlo, quizá a ustedes, queridos lectores míos, sí les guste, total, un par de horas.

Pueden leer las reseñas de este libro, mucho mejores que esta sin duda, en los sitios de costumbre: Carmen, Desgraciaíto y Newland, así como seguir nuestras peripecias en el Club de lectura 2.0 donde encontrarán, además de los debates que suscitan los libros (jejeje) el podcast con recomendaciones de libros para regalar, que nos ha quedado muy majo.

La larga marcha

Hoy es uno de diciembre, día mundial de la lucha contra el SIDA y día en el que el Club de lectores 2.0 se pone a caminar para recorrer, en esta ocasión La larga Marcha del autor valenciano Rafael Chirbes (no me explico por qué me había autoconvencido de que este señor era de Jaén)

La novela tiene unos comienzos complicados y unos finales que no son todo lo sencillos que debieron... porque nada es sencillo, ni entonces ni ahora, en este país.

La larga marcha narra la historia de varias familias durante la posguerra y durante lo que ha venido a llamarse tardofranquismo. Desde distintos orígenes sociales, distintos bandos, distintas vivencias pero una misma angustia de posguerra el universo de personajes se va moviendo en algo que no se puede llamar vida, sino simple supervivencia... pero de todo se sale, estos personajes que han sobrevivido no sólo al horror de la guerra, sino al hambre, la incertidumbre y la muerte de la esperanza que para muchos fue la posguerra, siguen adelante y tienen hijos que, al borde los años setenta empiezan a rescatar un poco el movimiento político que en este país había sido cortado de forma abrupta... y aquí quiero hacer un inciso, si hay algo que me ha gustado de verdad del libro es que en este momento de recuperación de la actividad política, Chirbes hace una referencia como de pasada a los eventos del 68, pero ojo, no sólo del mayo francés:
Y en el fondo también esa desesperanza para ellos [...] pasó a formar parte de la revolución que había empezado a crecer como una ola que se lo llevaría todo, y que, como un nuevo diluvio universal, arrasaría la tierra entera [...] Había otra gente com ellos al acecho en otros rincones de la tierra [...] las aceras del Boulevard SaintGermain, las piedras volcánicas de la Plaza de Tlatelolco, los puentes de Praga, y, desde el jardín de la Facultad de Filosofía, se escuchaba el rumor creciente de la marea que cubría al anochecer los arrozales del Mekong [...]
No me esperaba que un autor que decide escribir sobre la posguerra y el franquismo se atreviera a meter la revueltas universitarias en el mismo movimiento que, por aquel entonces, estaba agitando el mundo y cuestionándoselo todo. Con el final de la Segunda Guerra Mundial el mundo, la gente™, se alejó, de pura hambre, miedo y desesperación, de todo lo que sonara a política y no fue hasta los sesenta que una generación que no había vivido aquello empezó a agitarse y a rebelarse contra el orden establecido... exactamente igual que aquí... sólo que aquí había motivos mayores para la rebeldía.

Chirbes acomete un esfuerzo ingente para mostrarnos todo el espectro, desde el falangista venido a menos que recibió más promesas que realidades, hasta el médico que luchó con la república y no puede ejercer con toda la legalidad que quisiera (con lo que eso conlleva), pasando por una mujer de la burguesía que, al perderlo todo en manos de un hermano bandarra, sabe acercarse al sol que más calienta y acaba disfrutando de su bronceado, veremos hombres de pueblo que sufren pantanos, chabolas, en definitiva toneladas de miseria no sólo económica sino miseria moral por la total falta de esperanza...
Cuando el lector se ha quedado sin respiración ante tanta podredumbre el libro da un giro espectacular y vemos a esos hijos que hemos visto nacer en la primera parte tomar la voz protagonista, creceremos con ellos, que no se cuestionan nada más que sus propias vivencias, que no han perdido nada y sólo tiene cosas por ganar e iremos de su mano a los años sesenta y setenta, momento en el que todo se fue agitando, y veremos que la hija del médico se relaciona con quien se fue del pantano y es íntima amiga de la hija de la mujer que sobrevivió -y además fue feliz- poniéndose por montera al nuevo hombre de la posguerra que había sido secretario de su hermano antes de la guerra... y de su mano veremos que en esa crónica sentimental se va mezclando la política y los hijos de uno y otro bando coinciden en ella en un país en un momento en el que nadie estaba en condiciones de impedir la llegada de la democracia.

La larga marcha es justo lo que reza el título, todos los hechos nos conducen a un final al que llegamos exhaustos, pero felices, porque sabemos -y aunque no tuvieran la certeza entonces, también lo sabían- que se acerca por fin el final de la miseria.

En cuanto al estilo poco hay que decir, es Chirbes, y eso significa que es seco y a veces incluso cortante peeero en consonancia con lo que narra, así que, tras la larga noche, al final veremos que sale el sol y hay algunas concesiones a la belleza narrativa. Mis compañeros del Club de lectores dirán en sus reseñas que no tiene puntos y aparte y es cierto pero sólo en parte, me explico: la novela está escrita a base de pequeños capítulos que desarrollan en cada uno una escena de cada personaje... ahí no habrá ni un sólo punto y aparte en toda la novela peeero, como decía, se trata de pequeños capítulos, en definitiva es como si Chirbes le exigiera al lector que tomara aire antes de sumergirse en cada capítulo y no respirara hasta el final... el estilo en consonancia con lo que cuenta porque, incluso si hubiera puntos y aparte, lo que cuenta ahoga.

Podéis leer las reseñas de mis compañeros en los lugares habituales, aunque me consta que este mes hay una baja (sólo por este mes) ¡y no os olvidéis del podcast que saldrá en breve sobre este libro! ¡ni tampoco os olvidéis de los podcast anteriores! Lo dicho, las reseñas de los demás miembros del Club: Newland (ya que van, lean su post sobre la violencia en el fútbol, háganme el favor), Carmen y Desgraciaíto.

Por cierto, sale hoy también un nuevo post en el Proyecto Agatha Christie ¡No se lo pierdan!

Proyecto Christie. El misterioso caso de Styles

Contra la creencia popular,
Agatha Christie también fue joven.
Aunque esta es la primera reseña de una novela de Agatha Christie que aparece en este humilde blog de reseñas, no es la primera que escribo sino la segunda (si todo sale como está previsto, la primera -que duerme en programadas- aparecerá... ¡el 2 de noviembre de 2015!). El motivo de tan extraña numeración es que me he embarcado en una lectura colectiva de la genial escritora británica con otros lectores (¿llegará el día en el que, como dice mi querida Bichejo, no pueda elegir ni un sólo libro de los que leo?) que consiste en leer, de forma cronológica, una novela de la señora Christie cada dos semanas... salvo que alguien no llegue, que entonces el plazo se alargará a tres semanas. No es nuestra intención hacer reseñas largas (esto tiene que ser divertido ¡no hay que llenar la vida de obligaciones!) y sesudas de cada novela sino que, en el blog creado ex profeso, aparecerán unas pocas lineas de cada uno de los miembros del proyecto, comentarios abiertos, spoilers a mansalva y ya ¡les parece poco?

Ahora bien, por alguna incomprensible razón, a mí el cuerpo me pide escribir algo más sobre El misterioso caso Styles que esas  líneas compartidas así que utilizo el parapeto de esta mi casa -casi abandonada- de originalidad perdida y me pongo a ello. No me comprometo a reseñar aquí cada una de las 66 novelas (y otros tantos cuentos) de Agatha Christie, de la misma manera que no reseñé cada libro ambientado en la Guerra Civil que leí (y para que se hagan una idea, en mi TFM se habían analizado a fondo unos 45 y eso que excluí todos los que no tuvieran connotaciones de género), pero es posible que alguno más tenga cabida por estos lares; donde sí estarán todos es en el Proyecto Agatha Christie, si tienen interés y quieren acompañarnos pásense por allí.

El misterioso caso Styles no es el primer caso de Hercules Poirot, que es un sagaz señor jubilado, pero sí es la novela que le dio a luz, en 1920; este hecho tiene una doble importancia: por un lado el nacimiento de tan famoso personaje y, por otro -y de mayor importancia-, que es la primera novela de Agatha Christie y ya vemos en ella las razones que la catapultaron a la fama y la mantienen en ella, a pesar de dedicarse a un genero que ha encumbrado y olvidado a tantos otros autores.

Nerón... digo Peter Ustinov.
Hasta ahora conocía a Poirot, el peculiar detective belga, por sus encarnaciones en el cine; para mí Poirot hubiera debido tener el aspecto de Peter Ustinov, si no fuera porque Peter Ustinov siempre ha sido y siempre será el emperador Nerón de Quo Vadis? (y, ahora que lo he visto descrito por Christie, no se parece en nada) así que tenía una segunda opción de no menos relevancia que creo que se ajusta muchísimo más a Poirot (es clavadito) y no es otro que Albert Finney... No me dirán que no es deliciosamente irónico que los dos Poirot más Poirot que ha dado el cine hayan sido encarnados por dos actores británicos... ¿Será por eso por lo que no tenemos -Tintín me perdone- una clara imagen mental de lo que es un belga?

Albert Finney, clavaíco.
Poirot era un hombrecillo con un aspecto fuera de lo común. Mediría escasamente un metro sesenta de estatura, pero su porte era muy digno. Su cabeza tenía la forma exacta de un huevo y acostumbraba a inclinarla ligearmente hacia un lado. Llevaba un bigote engominado de aspecto militar. La pulcritud de su atuendo era increíble; dudo que una herida de bala pudiera dolerle tanto como una mota de polvo. 

En Styles conoceremos, además de a Poirot, a la familia Cavendish, típica familia británica de alta sociedad encabezada por una anciana que, cual duquesa de Alba, se ha vuelto a casar en su senectud con Alfred Inglethorp, un hombre veinte años más joven. En la familia hay, además, dos hijastros, John -infelizmente casado con Mary- y Lawrence, a los que la señora Cavendish mantiene aunque, al no ser sus hijos y haber tardado tanto en casarse de nuevo, no tiene verdadera obligación. Por peripecias del destino, son visitados por Hastings colaborador de Poirot en el momento en el que la señora Cavendish, ya señora Inglethorp, muere envenenada... A partir de ahí se desata la magia; la historia nos la narra, después de su solución definitiva, Hastings; veremos a Poirot y las rarezas que lo convierten en un adorable genio abofeteable, le oiremos pensar pero no podremos seguir la rapidez de sus pensamientos ya que Hastings, que no es una calculadora humana como Poirot, no sólo no puede sino que es utilizado, reprendido y a veces incluso ridiculizado por Poirot.

Como es de esperar en este género, los lectores pensaremos una cosa y nos equivocaremos, pensaremos en una segunda cosa y también nos equivocaremos aunque no habrá trampas ya que todas las piezas estarán a la vista... pero Poirot no se equivocará porque él no se equivoca nunca, ya se sabe que Devil is in details y Poirot ha reparado en todos ellos, ha unido todas las piezas y ha construido el puzle que, una vez revelado (y explicado) nunca pudo ser de otra manera. Y, lo mejor, es que a pesar de ese "como era de esperar", la novela te atrapa y te sorprende a cada paso sin que resulte tramposa, sin que haya que esconder nada esencial, y qué duda cabe, para conseguir ese efecto, para que no se le vean las costuras, hay que ser un genio como sólo puede serlo alguien de la talla de Agatha Christie.

El sentido de un final

Este mes, los aguerridos lectores de este, nuestro Club de tortura lectura, se han zambullido en las procelosas aguas de  El sentido de un final, novela del autor británico (visto el libro sencillamente no podría no ser un British) Julian Barnes.

La novela no narra una historia apasionante, ni tiene un final que tenga en vilo al lector más allá de la simple curiosidad -de hecho el título no se refiere al final de la novela, sino a la lógica que pudiera haber detrás del suicidio de uno de los personajes-, pero sí es un ejercicio muy interesante relativo a la memoria; estamos "programados" para creernos lo que nos cuenta el narrador, aunque llevemos más de cien años avisados de que el narrador no es fiable y menos aún si se trata de un narrador en primera persona, y todavía menos aún si el que tenemos ante nosotros es un cretino total (dudo que Barnes haya pretendido que a alguien le cayera bien el personaje, un cretino pedante que no pretende ocultarlo) pero, aún así, aunque como lectores dudamos de sus intenciones, nos creemos los hechos que nos cuenta, a pesar de que se sitúa cuarenta años después de los mismos, a pesar de que explicita en varias ocasiones que en la vida le ocurrieron otras cosas que no nos va a contar porque no es la historia que nos interesa... ¡Con qué derecho decide él qué nos interesa para juzgar su vida? 

La historia es sencilla, un grupo de amigos en el típico colegio británico; una pandilla molona, con costumbres de "marca" (llevan el reloj con la esfera en la cara interior de la muñeca... parece baladí, pero luego veremos el fetichismo que tiene), que discuten de grandes y apasionantes temas en dos volúmenes -que diría Benedetti- y que incorporan en sus filas a alguien mejor, más interesante, más lúcido, más independiente (jamás le dará la vuelta al reloj) al que admirar. Uno de los compañeros de colegio, que no es tan molón ni pertenece a la pandilla, se suicida y nuestro bichorista "club de poetas muertos" se dedica a analizar qué sentido tiene ese suicidio del que realmente apenas saben nada, total, el suicida en cuestión era un pobre hombre, y por lo tanto su muerte mediocre no tenía lógica (el "sentido" del título va más por el significado de "lógica" que por "dirección"), es decir, no tenía grandeza alguna. 

Terminan el colegio, van a la universidad, pierden más o menos el contacto. El protagonista se echa novia, una novia horrible, egoísta, que jamás se acuesta con él pero se frota con la cara interior de su muñeca hasta alcanzar el orgasmo (de ahí la insistencia del autor en mostrarnos la muñeca y el reloj, haciendo por el medio referencias entre el Eros -los orgasmos de Verónica- y el Tánatos -el reloj, el paso del tiempo, la muerte-) con la que rompe un día poco después de haber conocido a la horrorosa familia de ella. Un tiempo después, su admirado amigo, el que no lleva el reloj en la parte interior de la muñeca, empieza una relación con ella y, un tiempo después, se suicida. Todos llegan a la conclusión de que su muerte ha tenido un sentido, una lógica... hasta que unos años después muere la madre de Verónica y le lega el diario del admirado suicida lógico al protagonista... Y hasta ahí puedo leer (por extensa que parezca la sinopsis no es más que una introducción)

La novela es un juego de la memoria, lo que creíamos firmemente con veinte años lo dudamos a los cuarenta y lo sabemos falso a los sesenta. Recordamos con meridiana claridad cosas que no fueron ni remotamente como las recordamos y a veces sólo necesitamos una palabra, una "magdalena de Proust", para que la realidad ocupe el lugar del recuerdo en el que éramos estupendos y los demás malvados cuando, quizá, no fue exactamente así. Para avanzar hemos de perdonarnos, hemos de recordarnos mejores de lo que somos, e incluso hemos de olvidar errores propios al tiempo que sobredimensionamos pequeñas faltas ajenas. Ojo, no se entienda que sugiero que el suicidio tiene que ver con el protagonista, lo que quiero transmitir es que la novela es una revisión de la memoria.

También es llamativa la manera en la que está escrita; cuando están en el colegio es una novela ""intemporal", podría ser la preguerra, los años 20... a saber... no es hasta que no avanzamos que vemos, haciendo uso de la aritmética, que comienza en torno a los sesenta porque en el colegio están a salvo del mundo exterior; como Sidharta, están a salvo de la pobreza y la muerte; y entonces salen y el narrador pasa de ser un perfecto gentleman a ser soez, pasa de hablar de grandes temas éticos y filosóficos a hablar de "meterla en adobo" (no usa exactamente esa expresión pero es la idea) y cuando pasa esa etapa, en el postVerónica, vuelve a ser un narrador agradable; la vida en consonancia al recuerdo, como ejercicio de estilo es magnífico.


Ahora bien ¿la recomiendo? sí, mucho, porque es corta pero, a pesar de todas sus virtudes, que son unas cuantas, la historia no termina de cuajar y estoy convencida de que es porque el narrador protagonista es abofeteable de principio a fin pero, insisto, es lo suficientemente corta como para apreciar -al menos atisbar- sus virtudes de estilo.


El mes que viene me toca a mí elegir en esta dictadura rotatoria que ha impuesto el Club, así que leeremos La larga marcha, de Rafael Chirbes. Mientras tanto podéis leer la reseña conjunta y el debate -si este mes se produce- en la página de siempre y, por supuesto, podéis... qué digo podéis ¡debéis! leer cada reseña individual en las casas de cada miembro: Carmen, Newland y Nananalíder.

Y ya, como supongo que si pasáis por aquí sabéis, nos hemos lanzado al mundo de las ondas y hemos empezado a grabar un simpático podcast, el primero es la presentación y el resultado es divertido, no dejéis de oírlo ¡hasta canto!


La posibilidad de una isla

El libro elegido este mes por nuestro amado Club de Tortura Lectura es La posibilidad de una isla del autor francés Michel Houellebecq.


Me encanta la ciencia ficción, la buena ciencia ficción, quiero decir. El fin de semana estuve en unas jornadas frikis en Fuenlabrada en las que -entre otras muchas cosas- se presentó un libro con relatos distópicos -Mañana todavía- y había uno que, aunque promete mucho más de lo que al final da, me resultó especialmente interesante y es especialmente pertinente para abordar La posibilidad de una isla, el relato en cuestión trata como futuro espeluznante la posibilidad de que lo políticamente correcto se convierta en ley y, directamente, nos convirtamos en imbéciles... El señor Houellebecq lleva eso más lejos todavía y, para no volverse imbécil, decide que pasarse la vida hablando de pollas, porno, judíos, musulmanes et al. con intención ofensiva es una forma de arte, una manera de mover a la reflexión... pero es TAN burdo que no consigue ofender, sólo aburrir profundamente.

La historia de la novela gira en torno a dos tiempos, uno el presente, en el que un cómico bastante cretino se hace millonario a base de escandalizar a las masas y nos cuenta su vida, sus amores, sus espectáculos y todo lo hace diciendo barbaridades todo el tiempo, mucho cacaculopedopis en estos capítulos; con ellos se alternan otros en los que un clon de Daniel -el cómico cretino- relee lo que ha escrito y lo analiza y, poco a poco, nos va introduciendo detalles de su vida, de cómo es la sustitución de un clon por el siguiente (porque es una manera un tanto bichorista de alcanzar la inmortalidad por la puerta falsa en un mundo donde no hay apenas relaciones humanas... de hecho se llaman a sí mismos neohumanos) y son partes que resultan interesantes pero son de una frialdad ártica. Podría parecer que pasamos del calor del cretino malhablado (no me escandaliza el lenguaje, insisto una vez más, no me ofende, me toca las narices la forma tan burda de tratar de captar mi atención con su cacaculopedopis vacío de contenido) al frío del clon, pero no, el resultado de la novela es que ni frío ni calor, ni buena prosa, ni interés por ese futuro distópico, ni por ese presente lleno de nombres famosos... Un gran vacío, un rollo repollo o, como seguramente diría el cómico cretino, una puta mierda pinchada en un palo que no le recomendaría a nadie. 

Insistamos una vez más, no me ofende lo más mínimo el lenguaje soez -yo misma soy bastante malhablada- sino la búsqueda de provocación con un mecanismo tan estúpido ¡con la de maneras que hay de ofender de manera inteligente!

Desconozco si a alguno de mis compañeros les ha gustado algo La posibilidad de una isla así que le propongo, amado lector, descubrirlo juntos en sus respectivas casas: Bichejo, Desgraciaíto, Newland y Carmen. Enjoy!

Lugares donde se calma el dolor

El libro elegido este mes por el Club de Tortura Lectura, más Club de Tortura que nunca, ha sido el del exministro de Educación, César Antonio Molinas, Lugares donde se calma el dolor... y no puedo estar más de acuerdo con el título, un libro que calma el dolor con la misma intensidad que lo calma la anestesia, esto es, provocando un sopor infinito que hace que el mundo de alrededor sea indiferente al que se sumerje en sus páginas.

César Antonio Molina nos propone un viaje deslumbrante lleno de erudición y paisajes... pero como todo aquello que es deslumbrante, o te encanta o te aburre soberanamente y, para mi desgracia, yo me he metido en el segundo grupo tan de lleno que aún no sé si he conseguido salir del libro o sigo atrapada en él sin remedio en un coma permanente (y no será porque no me he hecho lectura creativa que diría Bichejo)... Lo peor, lo que realmente me duele, es que tiene algunas páginas realmente extraordinarias y la escritura es magnífica ¿cómo no perderse de la mano en un paisaje abrumador con alguien que sabe tanto? pero no me han compensado, no he conseguido sentirme interesada, querer visitar y, para colmo de males, cada vez que he terminado uno de los viajes que propone el autor, lo he olvidado por completo, como todo aquello que -maldita palabra- me aburre ¿se imaginan que Dante no recordara nada nada de lo que el enseña Virgilio? pues así estoy yo, pasé por el purgatorio (infierno jamás) con la esperanza de que tarde o temprano acabaría llegando al paraíso pero no fue así, ni mucho menos.

Soy consciente de que esto ni es reseña ni es nada, pero es que no me atrevo a no recomendar el libro, y menos aún a recomendarlo, he subrayado mil cosas pero ninguna me dice nada una vez terminado. Pero el problema no es Lugares donde se calma el dolor, el problema es que no me duele nada en estos momentos a mí, que soy lectora de novelas y esto no es una novela sino una enciclopedia escrita por un erudito asociada a lugares... y verán, yo no soy muy de paisajes.

Me consta que a una parte de este, nuestro Club de Tortura Lectura, sí le ha gustado el libro, así que pásense por sus casas, no se queden jamás con una sola opinión, y menos si es negativa: Desgraciaíto, Carmen, Bichejo y Newland.

El libro de la señorita Buncle

Querido lector, ¿Se ha preguntado usted alguna vez qué piensan los demás de usted? ¿Cree que la opinión que tienen lo demás de usted es favorable? ¿Es usted sincero con los demás y, sobre todo, con usted mismo? ¿Se avergüenza de algo que haya hecho lo suficiente como para negarlo aunque todo el mundo lo sepa? ¿estaría a gusto si alguien decidiera retratarlo -sin su consentimiento- en un libro y que este libro, encima, se convirtiera en la sensación de la temporada?

No se preocupe, no estoy escribiendo un libro sobre usted... ¡Cómo podría?... ¡si no nos conocemos! Todas las preguntas formuladas son las que la señorita Buncle les hubiera hecho a sus vecinos en caso de haberles pedido permiso, y es que la señorita Buncle carece de imaginación y necesita dinero por lo que no se le ha ocurrido otra cosa que escribir la historia de sus vecinos y el retrato, totalmente fiel a la realidad, ha disgustado profundamente a algunos de ellos tanto como ha deleitado a lectores por toda Inglaterra.

Nos encontramos en los años 30 y una depauperada señorita Buncle, que hasta entonces vivía de las rentas, escribe, por imperiosa necesidad, un retrato de sus vecinos en el que no omite detalle alguno; en realidad no hay nada vergonzoso, pero algunos de sus vecinos -totalmente British- viven de no hablar de ellos, de no haber sido nunca coristas -aunque lo fueron-, de no haber llevado jamás peluca -aunque la llevaron-, de no haber servido jamás comida fría -aunque lo hagan a diario-... y consideran que no hay nada más calumnioso que la realidad misma. La señorita Buncle, que no tiene imaginación pero tampoco es tonta, firma el libro al grito de ¡es que yo vivo ahí! como John Smith para poder seguir con su vida y ahí vamos a encontrar a los vecinos tratando de descubrir locamente quién es el dichoso señor Smith, porque lo único que saben -es lo razonable- es que el maldito escritor tiene que ser, a la fuerza, uno de sus vecinos (téngase en cuenta que firmar como John Smith sería como decir Perico de los Palotes, Fulanito o similares)
Con bastante incoherencia, añadió que el personaje de la señora Horsley Downs era detestable y no tenia nada que ver con ella, aunque obviamente se había hecho con mala intención, porque era exactamente igual que ella, y que por tanto era difamación en estado puro y debía castigarse con todo el rigor de la ley.
Pero atención, que aún no hemos llegado a lo más divertido del enredo; El libro de la señorita Buncle tiene dos partes, una que es retrato fiel -y horroriza a una buena parte de sus protagonistas, que se reconocen inmediatamente- y otra que transcurre después de que un niño haya tocado un caramillo (no tengo ni idea de qué es eso, recuérdenme que lo mire) cual flautista de Hamelin y provocado con su música que los vecinos del pueblo ficticio que es fiel reflejo del real den rienda suelta a sus deseos... y el retrato es tan fiel, tan fiel, que la señorita Buncle - que recordemos, una vez más, no tiene imaginación pero es tremendamente observadora- utiliza los deseos reales de los habitantes del pueblo, incluso aquellos que no se atrevían a confesarse a sí mismos... ¿y, como el niño, no les va a quedar otra que cumplirlos?
Es como... como alegórico -continuó Sally con seriedad-. Es un pueblecito horrible que solo sabe mirarse el ombligo, solo se preocupa de sus cosas, y se da mucha importancia, pero es puro engreimiento, petulancia, convencionalismo y satisfacción de sí mismo; de pronto, a los habitantes se les cae la venda de los ojos, se olvidan de los límites y actúan cada cual según su verdadera personalidad. Ya no es todo una farsa, son personas auténticas. Me parece maravilloso, la verdad.
El libro me ha parecido una delicia de principio a fin, muy british todo, muy de principios de siglo, muy divertido, muy aparentemente ingenuo... y digo aparentemente por el uso magistral que hace Stevenson (la sobrina de Stevenson) de los distintos niveles de lectura. En definitiva una lectura ligera absolutamente recomendable para el verano ¡Corran a leerlo!
El señor Abbott nunca había leído una novela sobre una mujer que escribe una novela sobre una mujer que escribe una novela. Parecía un juego de espejos.
El resto de reseñas, como siempre, absolutamente recomendables y en los lugares habituales: Bichejo, Desgraciaíto, Carmen y Newland... A ver si este mes sí nos animamos a debatir un poco en nuestro amado Club gastronómico de Lectores 2.0

Me chivan por el pinganillo que hemos sufrido un golpe de Estado, así que no tengo ni idea de qué libros vamos a leer en lo que queda de año... seguiremos informando.

Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie

Empecemos con una breve nota biográfica: por motivos educativos en los últimos dos años he leído unas cuarenta novelas ambientadas en la Guerra Civil, y ni sé cuántas reseñas (tanto de las leídas como de las no leídas), artículos y bichorismos varios sobre la literatura actual ambientada en esa época odiosa... terminé con el tema hace menos de un mes, así que puede imaginarse, querido lector, mi disgusto cuando vi que el libro de este mes para el Club de lectores 2.0 era precisamente, que ya es mala suerte, Una historia de la Guerra Civil que no va a gustar a nadie de Eslava Galán. 
De este autor leí hace unos años Historia de España contada para escépticos, me lo pasé pipa y lo recomiendo mucho (no como libro de historia serio, conste); para los motivos educativos leí Los años del miedo (confieso que más qué leerlo lo ojeé -sí, sin h, que yo leo sobre todo digital y, por tanto, no paso hojas- porque no quería que la realidad me sacara del maniqueímo novelesco... pero eso es otra cuestión que defenderé en unos días) que vaya, échenle un ojo al horror si tienen ánimos, y también leí La mula, una novela más bien flojita de la que se ha hecho una película espeluznante (sale Mario Casas, con eso lo digo todo). Sé que leeré más libros de Eslava Galán en el futuro, igual que en su día leí locamente libros de Marcela Serrano, porque no me entusiasma pero me entretiene, su lectura es rápida, sencilla y totalmente descerebrada... ojo, no tanto como en el caso de la señora Serrano, que no recuerdo ni qué demonios pasaba en Nosotras que nos queremos tanto más allá de que tres novelas después -tres días después, para que se hagan una idea de la ligereza de la autora- me dije ¿y yo qué demonios hago leyendo esto?

Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie es literalmente eso, un relato de lo ocurrido durante a Guerra Civil, desde la preparación del golpe de Estado hasta el cautivo y desarmado contado desde mil puntos de vista -aunque con narrador omnisciente- y, eso sí es destacable, en presente (para que se entienda, por si acaso, no es que lo actualice o lo ambiente en presente, es que lo verbos que narran los hechos están conjugados en presente de indicativo y mi corazón de filóloga palpita con estas cosas). Es un libro ameno, de fácil lectura que va soltando datos como si fuera una novela en la que el personaje principal fueran los españoles y no debieras empatizar necesariamente con ellos, en definitiva, Eslava Galán sobrevuela por la Guerra y nos da una visión a vista de pájaro, lo vemos todo pero apenas sentimos nada... bueno, esto último quizá sea un poco exagerado, que sí hay momentos en los que se hiela la sangre, no tanto por lo narrado como por el hecho de que, a veces, hay que pararse a pensar en cómo demonios se pudo llegar a eso y morirse de vergüenza. El libro no cuenta nada que no se sepa, no pretende ser tanto un manual de historia como una lección de instituto, y la verdad es que se agradece, después de dos años se lo agradezco... lo que ya no sé, querido lector, es si debo o no recomendarlo sin saber cuáles son sus circunstancias y por qué quiere leer precisamente este libro ¿para saber qué pasó en aquellos años? ni de coña, lea otro ¿por placer? ¿seguro que esto le da placer? ¿se lo ha hecho mirar?, ¿por curiosidad sobre los hechos pero sin profundidad? ¡entonces léalo! ¡este es su libro!
Ninguna política se ha de fundar en la decisión de exterminar al adversario; no sólo -y ya es mucho- porque moralmente es una abominación, sino porque, además, es materialmente irrealizable; y la sangre injustamente vertida por el odio, con propósito de exterminio, renace y retoña y fructifica en frutos de maldición; maldición no sobre los que la derramaron, desgraciadamente, sino sobre el propio país que la ha absorbido para colmo de la desventura.
Una cosa que llama la atención es el título y es que hay un juego muy curioso y muy tramposo; es obvio que Eslava Galán nos dice que no le va a gustar ni a derechas ni a izquierdas porque es objetivo... pero eso no es del todo cierto; nadie sale bien parado, cierto, no aplaude a nadie, cierto, no condena a nadie, cierto, pero se debe más a la ligereza con la que pasa la vista sobre el tema que al rigor y eso, querido Eslava Galán, es trampa... y aquí podría soltar un monísimo "cuidado con la equidistancia" aunque en este caso no sea tal... pero eso lo dejo para el debate.
En el puerto de Alicante una multitud de más de diez mil fugitivos se agolpa en los muelles, a la intemperie, sin comida, en espera de algún barco que los ponga a salvo de la ejecución o de la cárcel [...] Se producen sesenta suicidios en un día. Dos amigos que han hecho la guerra juntos se estrechan la mano izquierda mientras se descerrajan y tiro en la sien con la derecha.
Sofía, la madre del historiador Julio Valerón, cuyo esposo y familiares fueron fusilados, vivió hasta 1973 sin superar el horror de la guerra. A veces gritaba en sueños y despertaba a los vecinos.
Las reseñas de mis compañeros las podéis leer en los sitios de rigor: Bichejo, Carmen, Desgraciaíto y Newland y, dado que esta vez no habrá peligro de spoiler porque doy por hecho, querido lector, que saber quién ganó aquello ¿verdad? le animo a participar del debate eterno que nos enciende todavía ¿Paracuellos y Badajoz? ¿Fue Gernika lo peor de la guerra? ¿Era un disparate la II República? ¿Se puede saber de qué pie cojea Eslava Galán? (cof cof, ya les adelanto que sí)

Momentos estelares de la humanidad

Con 11 días de retraso me uno un mes más al Club de Lectura 2.0 y planto aquí, aunque brevemente, la reseña del libro de este mes: Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig.

En la antigüedad había un señor un poco extraño llamado Platón que estaba radicalmente en contra de la escritura; la primera vez que lo leí (que no fue hace mucho, lo estudié -como toda mi generación- en el instituto, pero recuerdo la Academia, lo platónico, et al. porque no había tiempo material de desarrollar en profundidad su filosofía) la sorpresa fue total, pero es que a ver, yo soy una mujer del siglo XXI y sé a qué dio origen la imprenta, el salto cuantitativo y cualitativo que supuso para la humanidad, así que si "hacer copias" de textos ha sido sensacional ¿cómo iba a ser malo la escritura? Y entonces empecé a pensar en internet y en mis alumnos... y lo entendí. 

A día de hoy, cuando quiero saber algo basta con mirarlo en la wikipedia y, como basta con mirarlo en la wikipedia, no es necesario que lo recuerde, si vuelvo a necesitar el dato, lo vuelvo a buscar... y así jamás aprendo nada. Pero ¿qué pasaba antes de la wikipedia? que teníamos enciclopedias y ¿qué pasaba si no teníamos enciclopedias? pues que había que leer y, si para ello te encuentras con un señor con el saber de Stefan Zweig, que escribe maravillosamente, para contarte cosas, el placer que encuentras es total.

Momentos estelares de la humanidad no es ni más ni menos eso: una recopilación de momentos que Zweig considera heroicos por alguna razón, escritos -y descritos- con su peculiar estilo didáctico y ameno. No es el mejor libro de Zweig, al menos no el que más me ha gustado, pero es un compendio bastante curioso de hechos históricos. Si tuviera que elegir dos me quedaría con la gesta de Nuñez de Balboa que, contada por Zweig tiene poco de gesta, la verdad, y mucho de egolatría... y acierta de lleno, todo sea dicho; y con la resurrección de Händel, no sé por qué, sólo porque me ha hecho gracia... Por supuesto el viaje al Polo Sur, pero es que ese va fuera de concurso.

En definitiva 14 momentos estelares que van desde Ciceron hasta Lenin, pasando por Napoleón y Händel, un poco de todo, que no hace falta leer en orden y que nos cuentan momentos estelares que cualquiera con una mínima cultura debería por lo menos conocer, si no en profundidad, sí saber de qué se le habla... aunque sea por la canción de Mecano ¿quién se acuerda del capitaaaán Scott? pues se ve que mucha gente, Ana, hija.

Podéis leer las reseñas del resto de miembros del club en sus casas, como siempre: Bichejo, Nananalider, Carmen y Newland; la reseña general la tenéis aquí y el fantástico primer post de debate aquí.

El mes que viene la Guerra Civil... a la que le he dedicado dos años... a este paso me va a durar más a mí de lo que duró en realidad.

El héroe discreto

El libro elegido este mes para este nuestro club de tortura lectura ha sido El héroe discreto del Nobel Mario Vargas Llosa y, creo, a todos nos ha parecido sino excelente al menos sí interesante.

Mi relación con Vargas Llosa ha sido un proceso de lento pero profundo enamoramiento que, aunque ni se me había ocurrido que pudiera ser, hizo que celebrara la concesión del Nobel como si me lo hubieran dado a mí; siempre me ha gustado como escritor (La tía Julia y el escribidor es uno de los libros que más me ha gustado en la vida) pero hubo un tiempo en el que detestaba profundamente su figura, ya se sabe, una era joven y un tanto cretina, García Márquez era el majete oficial (y lo era, mi opinión no se ha movido nada) y a Vargas Llosa había que detestarlo... hace tiempo, al ver como tenía razón, qué demonios razón, se quedaba corto en todo lo que dijo sobre Fujimori, me di cuenta de que lo que tenía hacia él eran sencillamente prejuicios y empecé a escuchar lo que decía, en lugar de presuponer lo que decía... y vi que discrepo en muchas, muchísimas, cosas, pero en las que coincido, coincido plenamente y es un hombre lúcido incluso en las discrepancias, porque en el fondo lo que cuenta es lo esencial y en lo esencial Mario Vargas Llosa es un tío estupendo (su hijo no tanto, así que cuando les parezca que dice algo fuera de lugar, háganme un favor y comprueben si ha sido Mario o Álvaro) y muy sensato, insisto, incluso en las discrepancias. Y si no les cae bien, qué demonios, léanlo igual, no sean bobos, no se pierdan nunca a un gran autor por discrepancias políticas, no conviertan su mundo lector en un sitio tan pequeño y miserable, que si ha habido cretinos de marca mayor en la historia de la literatura han sido, sin duda, Quevedo (más malo que la peste) y Góngora (un amargado) y ahí están merecidamente en el Olimpo literario junto a Cervantes, que era más más majo que las pesetas.

En El héroe discreto nos encontramos algo que a don Mario le encanta: las historias que transcurren en paralelo y, al menos aparentemente, no tienen relación. Por un lado nos encontramos con Felícito Yanaqué, un humilde señor de la tierra, cholo, dueño de una humilde empresa de transportes que ha construido a base de trabajo duro y, por otro, a don Rigoberto, un señor de clase más bien alta (piensen, estamos en Perú, eso significa una diferencia notable entre los dos), de vida acomodada cuyo jefe le hace una curiosa petición. Ambos personajes tienen una vida sin sobresaltos, normal, son medianamente felices a su modo -Felícito con su amante, don Rigoberto con su mujer y su hijo- hasta que la vida decide jugarles una mala pasada; a Felícito lo amenazan si no paga por protección, a lo que se niega, de pura honradez, a Rigoberto su jefe le pide que sea su testigo de boda en un matrimonio profundamente desigual -él nonagenario con dos buitres por hijos, ella su sirvienta cuarenta años más joven- y, a pesar de que sabe que tendrá que enfrentarse al mundo por ello, acepta, por pura amistad... y así comienza todo, a Felícito le queman el negocio, pero sigue negándose a pagar; a Rigoberto le persiguen los hijos del jefe y la maledicencia de la gente... y aún así, ese héroe discreto resiste, se enfrenta a la adversidad sin hacer grandes gestos heroicos.

Se trata de una novela amable, llena de momentos tiernos (y algunos eróticos) donde vemos dos clases sociales una frente a la otra (los capítulos de uno y otro se alternan) pero que no se enfrentan porque, simplemente, no se relacionan, es como si vivieran en dos mundos distintos, aunque, sin saberlo, viven en el mismo; percibimos las dificultades de uno y de otro, observamos, divertidos, como en América pareciera que los más humildes tienen más estirpe que los más acaudalados (justo al revés que en Europa) vemos sus gustos, sus costumbres, sus preocupaciones, sus vidas y es que Vargas Llosa nos lleva de la mano y nos enseña todo con una prosa colorista y, al contrario de lo que dirán mis compañeros del club, dotada de sensualidad gracias a la abundancia de americanismos que nos asaltan en cuanto nos descuidamos. A mí no se me ha hecho nada pesada a pesar de que, si me sincero conmigo misma, no es que pasen muchísimas cosas, y desde luego no es que todas sean agradables... aunque si sobreviví al desagrado que me produjo La fiesta del chivo, puedo con todo.
Mira que si resulta que el diablo existe, que es peruano y se llama Edilberto Torres
(esta frase me hizo llorar de risa, igual que a los personajes) 

Pueden leer las otras reseñas, además de en el propio Club de lectores, en los lugares habituales: Bichejo, Newland (¡aprovechen para felicitarlo, que es atlético!), Carmen (¡aprovechen para felicitarla, que es madridista!) y Nanananalíder.

El mes que viene nos lanzamos con Zweig, y ha habido cambios en el calendario, iremos informando.

En el día del libro: un autor al mes

Hoy se lanzarán cientos de personas a las redes sociales a decir que es mentira que Cervantes y Shakespeare murieran el mismo día, ya sea por la diferencia de calendarios que había, ya sea porque Cervantes murió realmente un día antes, ya sea por los Gnomos de Zurich... Sólo tengo una cosa que decirles: 

¡PINCHAGLOBOS!

El año pasado, para celebrar el día del libro, día bonito donde los haya, se me ocurrió recomendar un libro para cada semana del año y, por no repetirme -que podría, será por libros já- este año vamos a dedicarnos a los autores; será una lista ecléctica, sin ton ni son, porque ellos lo valen. 

Enero
Le vamos a dedicar enero a Stephen King, porque la mayoría de sus libros se leen mejor calentitos bajo una manta y con linterna, para reproducir mejor la experiencia que nos ofrece. Aunque apenas necesita presentación se trata, el señor King, de un autor que puede encandilar a gente de cualquier edad porque tiene libros para todos los gustos, y algunos son auténticas obras maestras... por ejemplo:

11/22/63
¿Qué harías si pudieras viajar a una fecha concreta y cambiar el pasado? Esa es la pregunta que responde y, en este caso, el cambio que quiere hacer el protagonista es evitar el asesinato de Kennedy. 11/22/63 no es una novela, es un novelón fantástico, de lo mejor que he leído en años; trepidante, tiene momentos de ternura, geopolítica, matiene la intriga altísima todo el tiempo sin hacerse nada pesada...

Maleficio
Esta novela la leí hace más de 20 años pero aún me sobrecoge, es mi favorita de este autor y precisamente por eso no me animo a revisitarla, no sea que la embellezca el recuerdo y no sea tan deliciosa, aunque buena es, sin duda. Un grupo de personas en un pueblo de la América profunda colabora para encubrir el atropello -y muerte- de una gitana y, a consecuencia de eso todos son maldecidos, pero no con una maldición cualquiera; el protagonista, por ejemplo, obeso mórbido habrá de morir, según la maldición delgado.

Febrero
Borges, inteligencia fría pero inteligencia, y mucha. El gran constructor de mundos, capaz de meternos en una Babilonia inventada que reparte suertes como quien reparte loterías y así configura el mundo, o enseñarnos lo horrible que sería recordarlo todo, sólo recordarlo, sin necesidad de entenderlo; El mundo está lleno de referencias a sus obras, el cine, también, pero se nos escapan con frecuencia. No es un autor difícil, "sólo" muy profundo y excepcional y, además, no escribió novelas por lo que puede uno sumergirse en sus páginas como quien bucea y salir al terminar, para tomar oxígeno. Si tuviera que elegir un libro -son recopilaciones de cuentos cortos- me quedaría con Ficciones, si tuviera que elegir un solo cuento, La lotería de Babilonia pero... ¿para qué quedarse en un sólo cuento, en un solo libro? Lo mejor de Borges es que cuando lees uno sólo de sus textos quedas fascinado para siempre ¿cómo no hacerlo con el autor de Pierre Menard, autor del Quijote?

Marzo
Le vamos a dedicar marzo a Vargas Llosa ¿por qué? pues porque es su cumpleaños, ea. Durante muchos años admiré al escritor tanto como odiaba a la persona, cosas de la política que todo lo pudre; el problema viene cuando vemos cómo el 99% de lo que dijo Vargas Llosa sobre Fujimori no es que fuera cierto, es que se estaba quedando muy corto y, qué quieren que les diga, sigo discrepando muchísimo con él en un montón de cosas, pero me conquistó el discurso del Nobel de principio a fin y, además, me encanta su convencimiento tranquilo, su falta de atropello en lo que piensa y, sobre todo, lo ajenas que son sus obras a todo esto. ¡Oh! por cierto... muchas de las cosas que se le atribuyen a Mario, son de Álvaro, su hijo; no se queden sólo en el apellido.

La tía Julia y el escribidor
Cuenta la leyenda que siempre que le preguntan por esta obra, Mario Vargas Llosa sonríe y murmura entre dientes "menos mal que no tuve hermanas". Es una de las novelas más divertidas que he leído en mi vida, llegué a ella inmediatamente después de haber leído Pantaleón y las visitadoras que tiene un argumento muy divertido, que es muy famosa y le gusta mucho a todo el mundo pero... a mí me aburrió profundamente. Un escritor casi adolescente está perdidamente enamorado de su tía Julia, que además es quince años mayor que él ¿les suena la historia? ¿no? eso es que no saben apenas nada de la vida de Vargas Llosa... porque ese dato en concreto tiene mucho de biográfico.

La fiesta del chivo
Cambio total de registro. La fiesta del chivo es uno de los libros más duros que vas a leer en la vida, no porque llores -que no lloras- no porque haya escenas gores -que no las hay- sino por la sensación de impunidad total de los malvados, Trujillo, el dictador de República Dominicana en esta ocasión.
A mí me costó un trabajo ¡fíjense si es dura! Me explico: la estaba leyendo en ese momento y tenía una entrevista en un colegio de mucho relumbrón, la directora -una señora mayorcísima- y yo congeniábamos a las mil maravillas, todo fluía pero, como ella también era profesora de lengua en secundaria me preguntó por mis lecturas y cuando le dije todo -repito, todo- cambió; el nieto de Trujillo había sido su alumno en el colegio.

Abril
Si el día del libro cae en abril, digo yo que habrá que dedicarle el mes a uno de los responsables, a Shakespeare, para más señas. Qué decir de quien lo ha hecho todo en teatro y más allá del teatro, qué decir del creador de personajes tan significativos y significantes para nuestra cultura... porque ojo, que Shakespeare será inglés, pero yo me lo apunto entre los míos, como todo lo que me gusta ¡faltaría más! Fijense sí Shakespeare es bueno que, a pesar de lo mucho que se pierde al traducir (sus versos son estupendos) es impresionante lo que nos deja en todas sus obras y lo mucho que estas han calado en nuestra cultura... Como todos sabemos qué ocurre en ellas, me voy a limitar a escoger unos pocos versos en las dos que he escogido, ea.

El Mercader de Venecia



¿Se les ocurre un mejor canto a la tolerancia? y ¡ojo! Shakespeare es un autor de su época, con las ideas de su época y Shylock un personaje odioso.

Macbeth
He ido tan lejos en el lago de la sangre, que si no avanzara más, el retroceder sería tan difícil como el ganar la otra orilla. Siento en la cabeza extrañas cosas que quieren pasar a mi mano y que hay que cumplir antes que puedan meditarse.
Una vez que empiezas a enfangarte, para justificar haberte metido en el lodo tienes que conseguir el objetivo... y esa es la respuesta a por qué muchas cosas siguen pasando sin sentido alguno...

Mayo
Lo habré contado unas diecisiete veces: el día que murió Benedetti, mis alumnos me dieron el pésame, así que ya se imaginarán mi amor por este autor que no sólo escribe maravillosamente y es maravillosamente lúcido, sino que encima es tan buena gente que cuanto tuvo que volver a Uruguay para salvar a un amigo en lo peor de la dictadura, lo hizo porque, según decía es mejor morir torturado que morir de vergüenza. De Benedetti hasta los andares pero, como en esta vida hay que escoger nos vamos a decantar, para seguir la coherencia del post, por dos al azar

Primavera con una esquina rota
Porque si no la recomiendo, no soy yo. En esta novela se mezcla el exilio, la ternura y lo difícil que es decidir seguir viviendo cuando alguien queda atrás esperando que, cuando te alcance, seguirás siendo la misma de antes. El amor y la culpa. la esperanza y la injusticia. Todo en una novelita de apenas 200 páginas llenas de poesía.

El cumpleaños de Juan Ángel
No es exactamente una novela, es un experimento de lo más curioso: en un sólo día va pasando la vida del personaje, aparecen y desaparecen personajes, recuerdos, vivencias. Es de lectura pausada, porque si no es fácil perderse, pero una delicia de principio a fin.... Como curiosidad: podemos pensar lo que sea del subcomandante Marcos pero sabemos que es un hombre culto ¿saben por qué se llama así? ¿por qué precisamente "Marcos"? exacto, por esta novela; hay un momento en el que son guerrilla y huyen, Marcos se queda atrás para que sus compañeros se salven, cada vez que un compañero se mete en la alcantarilla para huir, antes de descender, se da la vuelta y dice "espero que sobrevivas, Marcos" y esa frase, a partir de ese momento, martillea al lector... ¿no les lleva a reflexionar, aunque sea un segundo, sobre por qué el subcomandante Marcos elige precisamente ese nombre?

Junio 
El mes que empieza el verano es mi cumple y como soy un poco cabeza de chorlito, para mi cumple he escogido un autor que para mí represente sólo ternura, y nada más; que cuente historias bonitas, con finales bonitos, de gente sencilla, con vidas sencillas; que cuente una historia llena de belleza, pero belleza de lo pequeño, de lo accesible, una historia que puede ser la mía y así llenar mi caótico mundo también de cosas simples... y sólo me viene a la cabeza Hornby

Juliet, desnuda
Estoy profundamente enamorada de esta novela. Léanla y enamorense también. Como es Hornby todo gira en torno a la música; un autor perdido, fans sobreinterpretando sus letras, sus actos, sus intenciones... el autor reaparece con un nuevo álbum, pero no es nuevo, es el mejor que tiene Juliet pero, esta vez "en bruto", los protagonistas, una pareja que sigue unida porque no hay nada mejor que hacer, tienen opiniones diferentes y así lo hacen saber en los foros... y entonces el mundo cambia.

Alta fidelidad
Una tienda de discos, un hombre abandonado por su novia... Todos le hemos puesto banda sonora a nuestras vidas, pues esta novela es así, la banda sonora de un hombre que no entiende nada de lo que le está pasando porque no prestó suficiente atención.

Julio y agosto
Le vamos a dedicar el verano a un único autor y un libro que en realidad son dos. Dedicamos abril a Shakespeare, pero nos faltaba la otra pata del banco, así que el verano va a ser para Cervantes ¿para quién si no?
Quien no haya leído a Cervantes, ya sea por manido, por pereza, por "huy qué antiguo", por "esto lo estudié en el cole y ya me lo sé"... no sabe lo que se pierde porque no tiene, y permítanme la expresión, ni puta idea. Le he dedicado cursos enteros al Quijote y ni todas las explicaciones, ni todos los ensayos, tesis doctorales, exámenes y peripecias varias pueden emular la experiencia de leer el Quijote uno mismo, la cantidad de mundos que tiene dentro de sí, la cantidad de cosas que cambia y sigue cambiando y lo divertidísimo que es. No se dejen llevar por los prejuicios, merece la pena muchísimo más de lo que puedan imaginar. ¡Eh! y leanlo entero, que la segunda parte es mucho mejor que la primera!

Septiembre
Fue el primer autor que escribí y llevo desde que empecé cambiándolo de mes y no sé muy por qué en septiembre, si a Gabriel García Márquez se le puede leer en cualquier momento. No es el autor que inventó el realismo mágico, ni siquiera todas sus obras lo usan... casi pareciera que nadie sabe lo que es eso de "realismo mágico" así que, aquí va una breve explicación:

El realismo mágico no es que lluevan flores amarillas cuando muere Buendía, o al menos no es sólo eso; tiene una contrapartida y es que lo que es real -el hielo, que la tierra sea redonda, por ejemplo- se vive en la novela como algo absolutamente mágico mientras se convive sin mayor problema y casi sin sorpresa con personajes que vuelven de la muerte porque se aburren. Esa fusión de lo mágico "normalizado" con lo real "hecho mágico" es realismo mágico.

Memoria de mis putas tristes
Un anciano se enamora de una joven prostituta y ahí, como dice la novela, empieza a vivir, cuando todos sus amigos se estaban muriendo. Es su última novela y es preciosa, si sólo tuviera esa, también lo conoceríamos y admiraríamos, no les digo más.

Crónica de una muerte anunciada
El final está en el título, la novela comienza "el día que lo iban a matar [...]" y, aún así, nos pasamos las últimas páginas con el corazón encogido, pidiéndole a Santiago que corra, que se salve.
Como curiosidad: la novela está basada en algo que Gabriel García Márquez conoció no recuerdo si es Aracataca o algún otro lugar perdido en Colombia; la única diferencia es que, en la realidad, la madre del asesinado le cerró la puerta cuando estaba al borde de la salvación, porque no quería problemas en casa y, como se trataba de un asunto de honor, pensó que se limitarían a darle una paliza.

Octubre
Le dedico octubre a Almudena Grandes porque es mi mes favorito del año y porque fue un mes de octubre cuando leí Malena es un nombre de tango, un novelón generacional que, como a tantas otras mujeres de mi edad, le cambiaría la vida. Fíjense que, por culpa de esta autora, elegí el tema que elegí para terminar el Máster del averno y ahora no sé muy bien cómo zafarme del lío más allá de, sencillamente, terminarlo de una buena vez. Si de esta autora han leído sus artículos de prensa, olvídenlos, es una autora muy cuerda, muy consistente y muy interesante. Hace novelas que siguen estructuras de novela -y eso es mucho en un momento en el que pareciera que todo el mundo quiere innovar y salen disparates- y convencen al lector.

Malena es un nombre de tango
Como decía, novela generacional. Malena es una niña bien, en una familia bien, con una hermana bien... que no encaja, que quiere ser libre, que quiere ser más, enamorarse perdidamente, vivir grandes aventuras, no tener siempre la palabra precisa, la sonrisa perfecta... y paga un precio muy alto por ello, siempre. Sabina estaba en lo cierto, las niñas (de mi generación) ya no queríamos ser princesas, queríamos ser Malena, aunque ella estaría atónita si lo supiera.

Atlas de geografía humana
Cuatro personajes, cuatro historias y un solo hilo conductor, la realización de un atlas por parte de la editorial en la que trabajan. Cuatro mujeres de verdad, valientes y cobardes, con sus miedos y sus pequeñas heroicidades. Como experimento es interesante leerla a continuación de Malena... o diez años después como me pasó a mí (es que no estaba publicada cuando terminé Malena) y descubrir que cualquiera de las protagonistas podría ser ella, cualquiera de nosotras entonces, con diez años más.

Me he saltado las que conforman los Episodidos de una Guerra Interminable porque estoy un poco hasta las narices de escribir sobre ellos a cuenta del Máster del averno ¡pero léanlos!

Noviembre
Como empieza a hacer frío, mucho, mucho frío, es el mes de ponerse a leer novelones con una manta y un café para calentarnos por dentro. Estaba dudando entre los dos maravilllosos autores realistas que tenemos, así que he decidido no escoger, ea, y quedarme con los dos, que son muy diferentes entre sí, pero coinciden en una cosa ¡son geniales! y es que de Clarín y Galdós no acepto ni una sola crítica oiga, que no se imagina usted lo vigentes que están. Ahora bien, no se asuste, que sólo hablaré de una novela de cada uno, que este texto ya está quedando que ni los artículos de jondaun oiga.

De Clarín vamos con La Regenta, aunque podría haber sido Su único hijo también, pero una tiene sus preferencias inexplicables. Como es realismo nos pasamos la vida pensando en Madame Bovary y, me van a perdonar, pero la supera con creces porque tenemos a la heroína del realismo, igual que Emma, igual de Anna Karenina, pero es que, además, Ana Ozores está rodeada de un protagonista colectivo llamado Vetusta que la maneja como si fuera una hoja zarandeada por el viento. La bondad, la maldad, la manipulación, la iglesia, el poder político, la maledicencia, la libertad, el beatismo... todo está en esta novela y todo merece la pena.

De Galdós (¡Es Galdooooos!) hay que elegir Fortunata y Jacinta para darse cuenta, por si no lo habías hecho antes leyendo cualquiera de las novelas de Galdós, de lo maravilloso que era no sólo como escritor sino como ser humano. Dos mujeres enamoradas de un mismo hombre y todo lo que eso supone, una es rica, la otra es pobre, y a pesar del XIX ninguna ha de ser condenada, más bien al contrario porque él es el que está obrando mal por mentir, por ser despreciable, por ser un hombre absurdo que sólo merece desprecio... y no es una historia de amor, que todo hay que decirlo.

Diciembre
Y por fin, después de tanta chapa, has llegado hasta aquí, para encontrarnos, porque ella lo vale, con Carmen Martín Gaite, una autora que nos muestra a lo largo de su trayectoria la situación de las mujeres en España (y no se engañen, no es tan diferente a la de otros países... quizá más tardía) y eso se ve, a la perfección, si elegimos dos obras y las leemos en el orden en el que fueron escritas, con décadas entre ellas:

Entre visillos
La vida vacua de las mujeres que son educadas para ser observadas, para ser pasivas, para no ser nada más que lo que su hombre -padre, marido, hermano- quiera hacer de ellas... así no se puede, y sobre todo no se debe, vivir, porque no es de verdad.

Irse de casa
Una mujer de mundo dando vueltas locamente por ahí, otras que no son tan libres y no dan tantas vueltas, pero son mujeres de la época en la que fue escrita y tan distintas de las de Entre visillos que casi da miedo... pero produce alegría ver cómo cambian las cosas.

El año pasado fueron 52, este años sólo 12 así que no hay excusas*. Lean, lean mucho.

*Ningún autor ha sido dañado en la realización de este post.

Joyland

El libro escogido este mes por nuestro querido Club de tortura lectura es la novela del (casi) siempre genial Stephen King Joyland.

Si miro mis lecturas recientes, digamos de los últimos seis u ocho meses, creo que no leía tantos libros del señor King desde que era adolescente, y es que entonces, sencillamente, los devoraba; siempre he sido una fanática de terror en todas sus formas de ficción y es innegable que si hay alguien que sabe hacer que lo pases pipa sufriendo es, sin duda, Stephen King; el año pasado leí El Resplandor -supongo que había aplazado su lectura porque me sé la película, genial, de memoria- y me dio TANTO miedo (la película no cuenta apenas nada de la historia) que, de noche, me tenía que ir a la cama a leer a oscuras en el iPad, con lo malísimo que es eso para la vista, para no estar sola, aunque el contrario no fuera de mucha ayuda porque estaba plácidamente dormido... luego piqué y leí Doctor Sueño, supuesta y absolutamente soporífera segunda parte; y ojo, no sólo leí libros de terror, hace un par de meses devoré 22/11/63 y sigo soñando con esa historia... y eso que de las ¿700? páginas tiene unas 300 que son puro romance que un autor con menos maña en su prosa seguro que se hubiera ahorrado (o la habría cagado espeluznantemente), no así S. King, que se lo puede permitir, que son 300 páginas que no hacen avanzar la trama pero joder si hacen falta para tener una visión sentimental del personaje... Un libro fantástico al que no le sobra ni una coma y que, además, deja poso, vaya si lo deja. También leí Celular y me encantó, rápido, lleno de acción, un par de botes y mucha, mucha humanidad e incluso hice un viaje de autobús con Carrie y su sopor...Si tengo que elegir sólo una cualidad de este autor me quedo con lo bien que escribe, no, mejor con que nos mete en la trama a las diez páginas de empezar -si no antes- ¡no! con lo bien que escribe ¡no! con el tempo... ¡Ay! yo qué sé qué es lo que más me gusta de este autor (como se puede ver me gusta MUCHO) que, por alguna incomprensible razón de miope gafapaster, no tiene el reconocimiento que merece... lleva cuarenta años ganándose a los críticos meapilas uno por uno, que los editores lo han amado siempre por lo muchísimo que vende.

... y entonces llegamos a Joyland, que no está mal, es ciertamente entretenido, no es muy largo, tiene un par de momentos tiernos, si es usted muy aprensivo da para un par de sustos (sin ser en absoluto de terror, y mira que este señor sabe meter miedo) más por la expectación, por lo que crees que va a ocurrir a continuación al ver quién firma el libro, que por lo que ocurre -es DIOS en la creación de escenarios de tensión, tuerce el gesto de un solo personaje y ¡zas! el lector está inquieto- pero poco más. Un psé bajo que, con el paso de los días, va siendo cada vez más bajo; baste decir que lo terminé hará unas tres semanas y para recordarlo tengo que esforzarme.

Joyland (sin cursiva) es un parque de atracciones en el que unos años antes mataron a una chica, pero no va del asesinato, aunque planea por toda la novela. El protagonista es un universitario al que acaban de partir el corazón y decide pasar el verano trabajando en el parque como forma de rehacer su vida inmediatamente después del primer desamor. Lo escribe desde el futuro -nuestro presente- sólo como forma que tiene el autor de decirnos que aunque haya algo sobrenatural -que no terrorífico, de hecho apenas importa- planeando sobre la novela, nuestro aguerrido universitario sobrevivió, no sólo a la cosa sobrenatural, sino a aquel verano, a aquel desamor, a aquellas amistades que se mantuvieron para siempre... Ese verano, que lo marcará para siempre es el verano en el que descubrió que, al menos con el corazón roto, Joyland fue su sitio, se sintió realizado bailando embutido en un traje de perro gigante, fue feliz viendo cómo los niños lo adoraban, salvó un par de vidas y, a pesar del desamor, fue completamente feliz... Dos tercios de la novela con las aventuras de un trabajador de un parque de atracciones ejerciendo de trabajador de parque de atracciones no son, digamos, muy apasionantes, pero, es Stephen King, y está deliciosamente escrito (si jamás ha leído nada suyo, pierda esos malditos prejuicios y anímese con cualquiera de sus novelas, tiene un gritón o dos); y entonces nos metemos en el último tercio, en el que sí pasan cosas, un niño enfermo, una cometa, una visita privada a un parque cerrado... pero si quiere saberlo, querido lector, tendrá que leer el libro, aunque yo no pueda recomendárselo con mucho entusiasmo, la verdad.

Pero ¿sabe quién sí se lo va a recomendar con mucho entusiasmo? Quien lo eligió, la sin par B, y nuestro querido exbecario ascendido Newland; No me ha quedado claro si a mi admirada Carmen le ha gustado o no (si no la leen habitualmente no sé para qué demonios pagan conexión a internet, francamente), pero sí sé que nuestro amado Nananalíder está conmigo en que este libro no horrible pero es un psé y nada más que un psé.

El mes que viene nuestro Club de lectores 2.0 leerá El héroe discreto, de Vargas Llosa... y después San Benedetti dirá, que estamos remodelando la lista de lecturas del año a algo que nos llame más a todos... Se admiten sugerencias

La casa de la alegría

El libro de este mes elegido por el Club de tortura lectura es La casa de la alegría de Edith Wharton, una novela publicada a principios del siglo XX que recuerda muchísimo, por la trama, al capítulo en el que Quevedo describía cómo viven los hidalgos del siglo XVI, en un mundo donde el honor importa tanto que es mejor pasar hambre que renunciar a él... con la diferencia de que Wharton nos muestra lo difícil que es ser una mujer soltera en la buena sociedad, la más hipócrita, maledicente y cínica posible; no debía de ser muy diferente a lo que describe la novela, sobre todo si atendemos al hecho de que la mayoría de las novelas cuentan cosas similares, y eso que los personajes son neoyorquinos, que ya se sabe que son todos un poco sueltos...

la novela de Wharton es un poco como La Regenta, en la que el protagonista absoluta es la sociedad de esos ricachones infames que viven de estar pendiente de los tropiezos de los demás, y que jamás olvidan nada si se trata de una mujer soltera. La protagonista de La casa de la alegría es Lily Bart, un bellezón huérfano que tiene a todo el mundo encandilado pero que, como es un poco veleta, se le está empezando a pasar el arroz... tiene nada menos que ¡¡29 años!! y sigue soltera... tiene alguna pequeña arruga pero quizá sea la luz... ha tenido montones de hombres a sus pies pero siempre encuentra la forma de boicotearse, en el último momento siempre hace algo que tira por tierra que un buen hombre millonario se le declare y le provea de un buen sustento, ya sea quedarse dormida, ya sea perder un tren... Esos ejemplos no están en la novela como acciones, sino que es lo que de ella dice una de sus amigas, su boicot es conocido por todos.

El mayor problema de Lily, en realidad, es su absoluta orfandad; para subsistir depende de los caprichos de una tía que decidió hacerse cargo de ella pero que no le da una asignación fija y, con el paso del tiempo, se va dejando enredar en la maledicencia. Lily quiere casarse, como todas, quiere hacer las cosas bien, pero de vez en cuando toma decisiones incorrectas, que el lector sabe incorrectas desde la primera línea, no porque ella vaya a hacer algo mal, sino porque por culpa de eso se va a ver traicionada, bien sea por el hombre que le vende como favores sin interés y sin importancia lo que luego se quiere cobrar en carne, bien sea por la amiga que para tapar sus infidelidades la pone en la picota, bien sea por ser la última persona honesta, que prefiere el hambre a vender al único amigo honesto que tiene.

La historia está bien construida y narra la caída hacia el abismo de Lily pero, aunque pasan montones de cosas, el lector llega a detestar profundamente a Bertha Dorset y a simpatizar con Carry Fisher hay algo que no termina de encajar, y el problema no es la novela, es la propia historia... Me explico: cuando llevaba aproximadamente un tercio del libro me di cuenta de que hace tiempo vi la película, y era incapaz de acordarme de lo que iba a pasar a continuación salvo cuando llegaba a esa parte y, como decía, pasan MONTONES de cosas. No podría decir muy bien a qué se debe, pero es curioso que sabiendo que Lily es honesta de verdad, infinitamente más honesta que su entorno de infieles, de mujeres que directamente le regalan la oreja a señores repugnantes casados -con el consentimiento de sus aburridas esposas- para poder conseguir algo de dinero (porque es de lo que va todo al final, de subsistir), a pesar de todo, de saber de la ausencia de malas acciones, de su ingenuidad sincera, a pesar de ver cómo se la juegan por ser una mujer indefensa es imposible empatizar con ella, que será la más lista, la más guapa, la más divertida... pero a mí me parece tonta de remate, pero tonta de las que aburren, no de las que hay que proteger... Podría ser un GRAN libro feminista -parece una denuncia constante a lo difícil que es ser una mujer soltera y cómo cualquiera que no lo sea, si tiene dinero (que es lo que le falta) puede hacer literalmente lo que le plazca, hasta divorciarse dos veces- pero no cuaja, es imposible sentir simpatía por Lily... No se confundan, no se hace odiosa, simplemente es aburrida; la novela pretende ser una denuncia total de la difícil que es ser el diferente, pero está lejos de lograrlo y, aunque es un clásico me temo que me pasará como con la película, que se me olvidará de puro anodino...

Pueden ver las reseñas del resto del Club en los sitios habituales: Club de lectores, donde habrá debates, y las reseñas de cada miembro en los lugares habituales: Carmen, Nanananalider y Newland.

Noche salvaje

La primera en la frente: El libro elegido este mes para el Club de Tortura Lectura es uno de los disparates más increíbles que he leído en mi vida... Perdonen la vehemencia, pero es que acabo de terminarlo y el final es... no sé cómo decirlo... ¿conocen el Capítulo 68 de Rayuela? ¿el que está lleno de palabras inventadas? Pues lo entiendo perfectamente, sin embargo, el final de Noche salvaje es algo que me hace pensar que el autor debía de ir puesto de LSD hasta las cejas... y el editor también porque vamos a ver ¿me puede explicar qué pintan las cabras en todo este sucio asunto?

En shock, estoy en shock con este final, qué quieren que les diga.... así va a ser la reseña.

La novela narra -más o menos, no crean que es sólo el final lo que no se entiende- las peripecias de un buscado sicario ¿de la mafia? que tiene que cumplir un último encargo para su jefe: matar a un arrepentido corredor de apuestas que va a declarar contra él. Nuestro sicario se mete en su casa como huésped y seduce a todas las mujeres con las que se cruza, hecho curioso en grado sumo dado que la descripción que ofrece de sí mismo es cualquier cosa menos la de un galán (mide metro y medio, lleva dientes postizos... un cuadro) y nos va mostrando diversas escenas del tiempo que pasa en la ciudad, de la conspiración para el asesinato (según se avanza en la novela pareciera al corredor de apuestas lo quiere matar todo el mundo, incluyéndome a mí como lectora) una sucesión de capítulos que pueden estar como pueden no estar porque, con ese final, no sé para qué se molesta en escribirlos, la verdad... Y por cierto ¿Noche salvaje? ¿Qué noche? ¿Dónde está lo salvaje? Es que ni una, Jim, ni una...

Quiero pensar, haciendo un verdadero esfuerzo (me van a perdonar, jamás había escrito una reseña de una novela tan espantosa recién terminada) que es un experimento literario del autor, eso haría que todo encajara: la narración no termina de cuajar ¡experimento!, el narrador no consigue explicarse -¿será el narrador el que va puesto de LSD?- ¡experimento!, los personajes no es que no estén definidos, es que si el lector consigue descubrir quién es quién es porque cada vez que entra uno, el narrador lo llama por su nombre, como en las acotaciones de teatro ¡experimento!; el tiempo se acelera y ralentiza sin que haya justificación alguna ¡experimento!; y como no le resulta lo suficientemente disparatado, aparecen unas cabras random en un momento random ¡experimento!

Y qué quieren que les diga, no me gusta nada la novela experimental.

Pueden leer el resto de reseñas en los lugares habituales (Carmen, Desgraciaíto y Newland) y seguir los debates (sobre lo WTF que es, deduzco) en el Club de Lectura 2.0.

Hay una buena noticia, es el primer libro del año, y es taaaaan raro que sólo podemos mejorar.

El cero y el infinito


Los personajes de este libro son imaginarios. 
Las circunstancias históricas que determinan sus actos son auténticas.
Mario Vargas Llosa

Hace un par de años leí un maravilloso y espeluznante libro de Martin Amis sobre Stalin, Koba el temible, que quise reseñar en su día, y días después… y así pasaron las semanas y simplemente no fui capaz porque los crímenes que en él se describen, la nula reivindicación de sus víctimas (lo siento en el alma, no se reivindica nada si la oración tiene una adversativa y lo más común, al leer algo sobre los años de este ser salido de las entrañas del infierno, es ver cosas del tipo: Stalin era malo pero... Mató gente pero) y un largo etcétera lo fueron postergando, se me hacía demasiado cuesta arriba asumir el horror de este ensayo y mirarlo desde fuera lo suficiente como para que fuera simplemente un libro del que hablar en una reseña.

En esta ocasión, en lugar de un ensayo, tenemos una novela y eso facilita el proceso. En El cero y el infinito un personaje de ficción (¿ficción? ¿seguro?), Rubachov, antiguo héroe de la revolución, al que oímos pensar, al que oímos entrar en el juego de la Historia (sí, con mayúsculas), al que oímos abdicar gustoso y reconocerse contrarrevolucionario porque:
¿Con qué derecho nosotros, los que desaparecemos de la escena, miramos a los Gletkin con tanta altanería? Los monos debieron reírse cuando el Neanderthal hizo su aparición sobre la tierra. Los monos, altamente civilizados, se lanzaban graciosamente de rama en rama; el hombre de Neanderthal era torpe e inclinado hacia la tierra.

En El cero y el infinito de Arthur Koestler asistimos al proceso en el que alguien, acusado de contrarrevolucionario por…¿?... porque… , va entendiendo que su proceso es necesario, que su muerte es por el bien de la Revolución que él mismo llevó a cabo, que las purgas son buenas para el proceso revolucionario y que para pasar por uno de esos procesos de purga no es necesario cuestionar al líder sino, simplemente tener una opinión ¡ojo! No una opinión distinta, sino una opinión… porque, quizá, eso es individualista y los soviéticos, se ve, eran muy colectivos.

Lo peor de todo este asunto es que a Rubachov nadie le tortura para que confiese, simplemente le convencen con una lógica aplastante (la misma lógica que se usa en Corea del Norte para decir que el amado -y difunto- líder había escrito más libros que nadie en la historia, realizado innumerables proezas atléticas y jamás había ido al baño) y eso es lo que da más miedo de todo, que un proceso absolutamente perverso se sirve de la lógica porque se les escapa (no en vano los procesados aplaudieron procesos similares), conscientemente se les escapa que por mucho sentido que tengan las palabras, por muy bien construido que esté el discurso, el proceso para llegar a él, el proceso en el que el yo se borra para fundirse en la masa es contrario, por su absoluta perversión, a esa aplastante lógica que emplean.

En definitiva El cero y el infinito – ¡primer pleno del Club de lectores! por cierto- es una novela en la que se explica exactamente qué es el crimental que decía Orwell y los peligros de asumirlo y aceptarlo… o disculparlo. Vemos a Rubachov comunicarse a través de las paredes con una suerte de complicado código morse  y aceptar su destino no con resignación sino casi con deseo… y no se me ocurre nada más atroz que alguien acepte que esté bien que lo maten por… ¿pensar?… insisto, no pensar distinto, sólo pensar… o simplemente porque en una aplastante lógica incomprensible la revolución necesita deshacerse de sus líderes primigenios ¿quién sabe?

El Partido no se equivoca jamás -dijo Rubachov-. Tú y yo podremos equivocarnos. Pero el Partido, no. El Partido, camarada, es algo mucho más grande que tú y que yo y que otros mil como tú y como yo. El Partido es la encarnación de la idea revolucionaria en la Historia. La Historia no tiene escrúpulos ni vacilaciones. Inerte e infalible, corre hacia su fin.

El resto de reseñas, todas encantadas ¡¡por fin!!, podéis leerlas en los sitios habituales (Desgraciaíto, Carmen y Newland) y seguir ¡y participar en los debates! en el Club de lectores 2.0.