El libro de la señorita Buncle

Querido lector, ¿Se ha preguntado usted alguna vez qué piensan los demás de usted? ¿Cree que la opinión que tienen lo demás de usted es favorable? ¿Es usted sincero con los demás y, sobre todo, con usted mismo? ¿Se avergüenza de algo que haya hecho lo suficiente como para negarlo aunque todo el mundo lo sepa? ¿estaría a gusto si alguien decidiera retratarlo -sin su consentimiento- en un libro y que este libro, encima, se convirtiera en la sensación de la temporada?

No se preocupe, no estoy escribiendo un libro sobre usted... ¡Cómo podría?... ¡si no nos conocemos! Todas las preguntas formuladas son las que la señorita Buncle les hubiera hecho a sus vecinos en caso de haberles pedido permiso, y es que la señorita Buncle carece de imaginación y necesita dinero por lo que no se le ha ocurrido otra cosa que escribir la historia de sus vecinos y el retrato, totalmente fiel a la realidad, ha disgustado profundamente a algunos de ellos tanto como ha deleitado a lectores por toda Inglaterra.

Nos encontramos en los años 30 y una depauperada señorita Buncle, que hasta entonces vivía de las rentas, escribe, por imperiosa necesidad, un retrato de sus vecinos en el que no omite detalle alguno; en realidad no hay nada vergonzoso, pero algunos de sus vecinos -totalmente British- viven de no hablar de ellos, de no haber sido nunca coristas -aunque lo fueron-, de no haber llevado jamás peluca -aunque la llevaron-, de no haber servido jamás comida fría -aunque lo hagan a diario-... y consideran que no hay nada más calumnioso que la realidad misma. La señorita Buncle, que no tiene imaginación pero tampoco es tonta, firma el libro al grito de ¡es que yo vivo ahí! como John Smith para poder seguir con su vida y ahí vamos a encontrar a los vecinos tratando de descubrir locamente quién es el dichoso señor Smith, porque lo único que saben -es lo razonable- es que el maldito escritor tiene que ser, a la fuerza, uno de sus vecinos (téngase en cuenta que firmar como John Smith sería como decir Perico de los Palotes, Fulanito o similares)
Con bastante incoherencia, añadió que el personaje de la señora Horsley Downs era detestable y no tenia nada que ver con ella, aunque obviamente se había hecho con mala intención, porque era exactamente igual que ella, y que por tanto era difamación en estado puro y debía castigarse con todo el rigor de la ley.
Pero atención, que aún no hemos llegado a lo más divertido del enredo; El libro de la señorita Buncle tiene dos partes, una que es retrato fiel -y horroriza a una buena parte de sus protagonistas, que se reconocen inmediatamente- y otra que transcurre después de que un niño haya tocado un caramillo (no tengo ni idea de qué es eso, recuérdenme que lo mire) cual flautista de Hamelin y provocado con su música que los vecinos del pueblo ficticio que es fiel reflejo del real den rienda suelta a sus deseos... y el retrato es tan fiel, tan fiel, que la señorita Buncle - que recordemos, una vez más, no tiene imaginación pero es tremendamente observadora- utiliza los deseos reales de los habitantes del pueblo, incluso aquellos que no se atrevían a confesarse a sí mismos... ¿y, como el niño, no les va a quedar otra que cumplirlos?
Es como... como alegórico -continuó Sally con seriedad-. Es un pueblecito horrible que solo sabe mirarse el ombligo, solo se preocupa de sus cosas, y se da mucha importancia, pero es puro engreimiento, petulancia, convencionalismo y satisfacción de sí mismo; de pronto, a los habitantes se les cae la venda de los ojos, se olvidan de los límites y actúan cada cual según su verdadera personalidad. Ya no es todo una farsa, son personas auténticas. Me parece maravilloso, la verdad.
El libro me ha parecido una delicia de principio a fin, muy british todo, muy de principios de siglo, muy divertido, muy aparentemente ingenuo... y digo aparentemente por el uso magistral que hace Stevenson (la sobrina de Stevenson) de los distintos niveles de lectura. En definitiva una lectura ligera absolutamente recomendable para el verano ¡Corran a leerlo!
El señor Abbott nunca había leído una novela sobre una mujer que escribe una novela sobre una mujer que escribe una novela. Parecía un juego de espejos.
El resto de reseñas, como siempre, absolutamente recomendables y en los lugares habituales: Bichejo, Desgraciaíto, Carmen y Newland... A ver si este mes sí nos animamos a debatir un poco en nuestro amado Club gastronómico de Lectores 2.0

Me chivan por el pinganillo que hemos sufrido un golpe de Estado, así que no tengo ni idea de qué libros vamos a leer en lo que queda de año... seguiremos informando.

3 comentarios:

  1. Bueno, me alegra que te haya gustado tanto. Yo, lamentablemente, no estoy tan convencido. Me parece una idea buena, pero desaprovechada. Una vez que ya se sabe todo lo que va a pasar se entretiene demasiado en el medio del libro y a mí me aburrió un poco.

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  2. Qué buen post.

    Un caramillo es una flauta. Yo tampoco sabía lo que era, tuve que consultarlo. Me sonaba a cencerro, pero no.

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  3. Es bastante delicia, si te ha gustado mucho sigue con el resto de la trilogía. Aunque no es lo mismo, es bastante lugar feliz.

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