Black Mirror

Es sabido que los británicos tienen un sentido del humor un tanto... particular; dicho esto, porque no caben más introducciones (Black Mirror debe entrar sin vaselina) Channel4 se han sacado de la manga una interesante serie de tres capítulos independientes que alertan, a su manera, de los peculiares caminos que pueden tomar los "avances" que las redes sociales en particular y los medios de comunicación en general han supuesto para las relaciones humanas. En estos tiempos en los que la intimidad ha sido borrada de nuestras vidas a golpe de dospuntocerismo, nos encontramos con tres What if  que espeluznarán al más pintado.

The National Anthem
 En el primer capítulo de la serie nos encontramos con un secuestro, pero no un secuestro cualquiera, sino el secuestro de una princesa (y ya sabemos cómo son los british para sus cosas) y, para más inri, no el secuestro cualquiera de una princesa cualquiera, sino el de la mismísima princesa Susana a la que, por lo poco que se dice de ella, le presuponemos la fama de una Paris Hilton pero mucho más sensata (que tampoco es tan difícil) Lo único que piden los secuestradores, a través del vídeo que han colgado en youtube, y aquí está la gracia del asunto, es un vídeo en el que el Primer Ministro tendrá que follarse a un cerdo... gore ¿verdad?
Curiosamente este es el capítulo más "posible" de los tres, donde todo lo que ocurre puede pasar mañana mismo, pero, desde mi humilde punto de vista, es también el menos verosímil, quizá precisamente porque, dado que se trata de nuestra mismísima realidad (salvo por el hecho de que, que yo sepa, no existe ninguna Princesa Susana), es más fácil prever cómo se comportarían los personajes en esa situación. A pesar de lo dicho, que no he conseguido terminar de creérmelo vaya, todo el capítulo estamos en tensión, con esa sensación tan extraña que nos provoca el morbo que compartimos con los personajes de la serie, es decir, aunque no me lo creía (como tampoco se lo creen los personajes de la serie) no podía dejar de mirar.

15 Million Merits
En una realidad distópica nos encontramos con una sociedad en la que los que están en forma pedalean para generar energía y así se ganan el pan; aparecen otros personajes, los gordos, que son la escala social más baja y limpian lo que los "atletas del pedal" ensucian al tiempo que se dejan humillar por estos, grises como ellos solos, con su cara de miseria, con su chandal gris, con su única intención de pedalear para poder comer manzanas, comprarle estupideces a su avatar y pagar vídeos porno o evitar sus anuncios, que en esa realidad hasta evitar la publicidad cuesta créditos. La única salida a esa vida miserable consiste en ir a un concurso de esos de "Tú sí que vales" y ser convertidos en estrellas; el problema es que el coste para entrar en el concurso es del equivalente a seis meses de arduo pedaleo y claro, dado que la única manera de evitar los vídeos porno, de comprarle cosas al avatar que vive más feliz de lo que viven ellos, es gastar créditos por lo que no es sólo apretarse el cinturón y ahorrar; la participación supone una renuncia a todo rastro de la escasa libertad que tienen.
El protagonista es un ser gris que, un buen día, conoce a una nueva compañera, una morena de gesto angelical, que canta como los ángeles por lo que, en su papel de rescatador en caballo blanco, decide regalarle sus créditos para que vaya al concurso (15 millones que heredó tras la muerte de su hermano) y sacarla de la realidad gris que le espera. Hasta aquí todo va bien, tiene el dinero, ella tiene la voz pero no podía ser tan simple; el éxito de los programas del tipo "Tú sí que vales" se basan en la mala folla del jurado mucho más que en el talento del que lo vale, por lo que, como la Lotería de Babilonia, se juegan también unas suertes adversas... o la vuelta perpetua a la bicicleta de siempre.
Mucho más interesante que el primero, y mucho más desolador (me pregunto por qué no se pueden hacer realidades distópicas que no sean espeluznantes jesús jesús)


The entire history of you
Definitivamente el más potente de los tres, el que, como hace el protagonista insistentemente, merece la pena repasar para encontrar más detalles. 
Imagínate que pudieras almacenar tus recuerdos en un pequeño grano implantado tras la oreja, y encima no sólo pudieras repasarlos sino que pudieras verlos mejor, ampliar un zoom a determinadas zonas, detenerte mejor en los detalles que no percibiste al vivirlo. Imagínate que pudieras, además, enseñárselo a otros para que los analizaran contigo... 
Una de las gracias del ser humano está, precisamente, en que puede superar sus recuerdos para seguir viviendo porque, incluso los más felices, son simplemente recuerdos que nos apartan de la vida cual Funes el Memorioso. Si ya de por sí conseguir mantener los recuerdos tan vivos, pudiendo verlos en cualquier momento en la televisión -y enseñándoselos a otros- es espeluznante, imagínate lo que puede hacer esa tecnología con un obseso de los detalles que, para más inri, es un celoso patológico.

El mayor problema del dospuntocerismo es que creíamos que nos convertiríamos en protagonistas de nuestro destino y podríamos mostrar sólo lo bueno al mundo pero, por el contrario, somos humanos y el protagonismo, cuando es para bien, está reservado sólo para unos pocos mientras que, si es para mal, las redes sociales lo magnifican todo a lo casa de GH mientras la audiencia aplaude más cuanto mayor es el tropiezo.

2 comentarios:

  1. A mí también me gustaron. Las dos últimas más que la primera. Pero la verdad es que dejan con una sensación de repelús...

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    1. Estoy deseando ver qué se les ocurre para la próxima temporada... Está muy bien esto de hacer una serie con un hilo conductor tan amplio porque al final son películas de una hora para sentir ese repelús XD

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