Hace
once largos años terminé una licenciatura que me llevaba a leer un libro cada
día y medio (no es coña, hicimos el cálculo cuando estábamos en tercero) y,
aunque no los leíamos todos (no nos daba la vida), terminarla supuso –en términos lectores- una suerte de liberación en la
medida en que a partir de entonces leo –aunque no siempre- más o menos lo que
me da la gana sin tener que darle explicaciones a nadie. Pues bien, hace un
año, en una noche de insomnio descubrí por casualidad el libro que da nombre a
esta entrada y si bien no se puede considerar, ni de lejos, una obra maestra que recomendarle a todo el mundo me
pareció entretenidísimo y no sé tú, pero yo es precisamente eso lo que busco de forma mayoritaria en un libro.
Obviamente
no es un libro para todo el mundo,
aunque sólo sea por el hecho de que hay gente que sólo lee libros sesudos o sencillamente huye de un
género tan de moda hoy pero que, a pesar de todo, muchos considerarán, por
decirlo abiertamente, una estupidez... ellos se lo pierden.
Apocalipsis Z narra la historia de una
epidemia zombi, así, sin más. El protagonista es un abogado que ha perdido
recientemente a su mujer y ve pasar las hordas de muertos desde su casa, con la
única compañía de su gato (primer detalle: cierto es que el gato da momentos de
conversación a modo de Wilson en Náufrago pero, la verdad, sobra un poco)
A partir de aquí lo esperable, llega un momento en el que tiene que salir de su
casa y enfrentarse al mundo exterior y, aquí viene lo divertido, el mundo
exterior que contemplamos es la costa gallega, absolutamente reconocible (he
pasado la mayor parte de los veranos de mi vida en los lugares que va
describiendo) a pesar de la llegada del susodicho apocalipsis. El abogado se
enfrentará a todo tipo de sucesos
pero, como es norma en este género, llega un momento en el que los que dan
miedo de verdad son los vivos; en
este caso, tras haber conocido a un ucraniano (¡cómo que qué pinta un ucraniano
en Galicia? Si lees el libro verás que el autor, que no es escritor profesional
–al menos no de momento- se toma la molestia de explicar este y otros detalles
con gran acierto) se dirige al hospital donde encontrará también a la chica y a una monja; de ahí al puerto
donde un barco parece en principio la salvación pero está lejos de serlo. Las
imágenes del puerto son desoladoras, no en vano el puerto de Vigo se había
convertido en el relato en un punto
seguro (las autoridades le pidieron a la gente que se dirigiera a los
susodichos) y ya sabemos que son los sitios preferidos para las grandes
matanzas.
Por
lo que supe después (el libro se lee en una noche) Manuel Loureiro había
empezado escribiendo su relato a base de entradas –es un diario del protagonista-
en un blog y tras cosechar un gran éxito Plaza&Janés decidió editarlo y
conseguirse así los derechos de la segunda parte)
Los días oscuros continúa la historia
del abogado y sus compañeros que, tras los hechos del primer libro, se dan
cuenta de que tiene que haber un lugar en el que la humanidad haya encontrado un cierto refugio y, en una cuestión
de sentido común, nuestros protagonistas se dirigen a las Canarias. Si la
primera parte es entretenida la segunda lo es aún más (y lo mismo, una noche de
lectura), en la medida en el que aunque ya no sentimos que lo que cuenta podría
suceder mañana (gente que se come la cara de gente en Miami) sigue
constituyendo un relato verosímil en el que nos mete hasta en un problema
sucesorio bastante divertido con los froilianos…
el primero me entretuvo, con el segundo me reí a carcajadas con la explicación
de la forma de estado que hace que, aunque sólo fuera por este nimio detalle,
el libro merezca la pena. En la segunda parte sabremos cómo ha empezado la epidemia
y, aunque no es nada nuevo lo que
propone, la verosimilitud sigue siendo una baza a su favor.
Y
como no hay dos sin tres, el autor se despide con La ira de los justos.
Nuestros protagonistas tampoco se sienten bien en Canarias por lo que se
enfrentan al océano y son rescatados por un barco que ha ido en busca de
petróleo lleno de hombres enormes que se enfrentan a los no muertos, son
mordidos y sobreviven para ser confinados después en la bodega del barco. Los
personajes no entienden nada como partida: cómo es posible que no se infecten,
cómo es posible los hispanos y negros que se arriesgan consientan ser
encerrados por los Whitepowa después…
En el barco serán conducidos a un lugar de Estados Unidos en el que se ha
constituido una sociedad profundamente injusta –de las del profundo sur con su
fanatismo religioso y su racismo exacerbado- dirigida por un reverendohijodep. Si el primero tenía la
gracia del lugar y el segundo la del problema sucesorio, Loureiro y su
sentido del humor nos narran en esta ocasión que hay un país que debido a su peculiaridad se ha salvado de la
epidemia y que no puede ser otro que Corea del Norte cuyo amado líder ha protegido a base de sus minas
antipersona fronterizas y su nulo contacto externo. Los norcoreanos ven la epidemia
que ha acabado prácticamente con la humanidad como una ocasión para extender el
comunismo por el mundo (sí, yo también grité ¡así cualquiera!) dando lugar a
situaciones totalmente delirantes.
En
definitiva es esta una trilogía de zombis, que no te cambiará la vida, que no
tiene ínfulas filosóficas, que no pretende nada más que tenerte entretenido
unas horas pero ¡oye! lo consigue de sobra… y es que para ganarse a un lector
que no tiene nada que perder y ni un chusquito de sueño no hay nada como ser
verosímil aun en el contexto más delirante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario