Hace poco más de un año, salió a la venta el último libro del celebérrimo autor checo¿-francés? Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia y allá que nos fuimos los lectores del Club de lectura 2.0. a proponerlo para este año, como los locos.
No quiero que se me entienda mal, así que diré para empezar que el libro no me ha disgustado, es interesante, es ciertamente entretenido, es tan corto que se lee en apenas un par de horas... ahora bien el adjetivo que más se me viene a la mente si pienso en él es, sin duda, deslavazado. Daría la sensación de que el señor Kundera tenía unas notas para una novela y un editor pesado con un ultimátum para que le presentara algo ya, y de ahí sale el libro, un libro interesante, ciertamente entretenido... pero a medio hacer y es que La fiesta de la insignificancia propone pero no concreta, apunta pero no dispara, seduce pero no culmina y no sé, a mí que me dejen a medio camino con sólo un par de caricias previas no me va nada.
La fiesta de la insignificancia narra la historia -por llamarlo de alguna manera- de unos amigos franceses que hacen cosas insignificantes, a saber, uno tiene pensamientos sesudos sobre lo seductores que son hoy los ombligos, otro seduce mujeres a base de pasar desapercibido, otro que es actor trabaja de camarero y decide hacerse pasar por pakistaní inventándose hasta el idioma... y cada poco tiempo aparece por ahí Stalin, no como personaje sino como referencia constante para explicar el punto de la novela, y nos cuentan historias de Kalilin, un señor absolutamente insignificante... En definitiva, Kundera, traza una serie de retratos costumbristas a lo Historias de la radio que vemos a medio empezar o a medio terminar, pero que no nos llevan a ningún sitio concreto pero no sé, el problema no es no ir a ningún sitio, sino que el viaje sin ser desagradable ni aburrido tampoco nos enseña el paisaje de nuestra vida. Ahora bien, que todo hay que decirlo, La fiesta de la insignificancia nos deja un cierto poso sobre la propia condición de la insignificancia porque si algo en la última novela de Kundera es un acierto absoluto es, sin duda, el título, dado que el autor nos plantea una serie de cuadros insignificantes y, curiosamente, nos lleva, casi sin querer, a una reflexión sobre las cosas insignificantes de la vida, que representan... no sé... ¿el 90% de nuestro tiempo?
Pueden leer el resto de reseñas en los sitios habituales: Carmen, Desgraciaíto y Newland y en algún momento saldrá el podcast que ya está grabado en el que hablamos, entre otros, de este libro tan adecuado para leer en verano cuando uno no tiene muchas ganas de pensar pero es algo que tiene que hacer así, sin apenas enterarse, usando la excusa de las cosas insignificantes.
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