Los años con Laura Díaz

El libro de este mes para el Club de lectura 2.0 es la novela insignia, junto con La muerte de Artemio Cruz, del maestro mexicano de la prosa: Carlos Fuentes.


Vaya por delante que a mis compañeros del club de lectura 2.0 el libro -que elegí yo- les ha parecido espantoso y aburrido (aunque coinciden -coincidimos- en que está muy bien escrito) pero yo, aunque reconozco que la novela tiene sus partes arduas, no consigo estar del todo de acuerdo por dos motivos: el primero porque cuando la leí hace más de diez años (veo ahora con sorpresa que entonces estaba recién publicada) me pareció TAN fascinante que, si la elegí, fue porque quería compartirla con mis contertulios y, el segundo y fundamental, porque muchos de los "defectos" que le achacan al texto de Fuentes (un señor de los pies a la cabeza) son perfectamente achacables a cualquier novela latinoamericana, desde la confusión en algunas partes (explíqueme usted Pedro Páramo), hasta la repetición de nombres (explíqueme usted quién es quién en Cien años de soledad) pasando por la indefinición de algunos personajes (¿hablamos del gaucho Don Segundo Sombra o de Facundo?)



Los años con Laura Díaz no es una novela fácil, cierto, tiene partes complicadas y muy complicadas, sí, a ratos se hace pesada, sí; pero refleja lo que es la literatura en español en un siglo que ofreció poco de este lado del Atlántico (poco en comparación) y si Pedro Páramo, todo confusión (aunque tengo que volver a leerle, a ver si a la cuarta la entiendo del todo), es una gran novela -que lo es- me niego a pensar que Fuentes no sea un genio, aunque haya partes que me hayan costado mucho, ahora que estoy tan desentrenada en la confusión de la que tanto gustan nuestros compañeros de idioma.



Hay que decir que, a pesar del título, esta novela no narra la vida de Laura Díaz; Laura Díaz no es más que una excusa para contarnos parte de la peculiar historia del México del siglo XX sin molestarse en embellecerla. Por los años que vive Laura Díaz, siempre Díaz, siempre Laura, transitan personajes que pertenecen a la historia universal de la cultura y multitud de historias que contar; de la mano de Laura Díaz, que parece una Alcántara más ya que está en todos los hechos que importan, recorremos la historia sentimental de México desde antes de la Revolución, pasando por esta y su posterior desencanto con el asentamiento del PRI, nos zambullimos en la vida -por llamarlo de alguna manera- de Frida y Rivera (me pregunto si se puede contar el siglo XX sin ellos), vemos la llegada de los exiliados desde España (recordemos que México acogió al gobierno republicano), la de los exiliados por el macartismo (sin duda una de las partes más interesantes de esta novela llena de nombres propios), sufrimos el horror de la Plaza de Tlatelolco (Tian'anmen antes de Tian'anmen) y volvemos a la magia de una mujer que se despide del mundo como antes se habían despedido sus tías, dos mujeres que parecen sacadas de La casa de los espíritus, pero que no se llaman Alba, ni Clara, ni Blanca, ni nada que tenga que ver con la luz, sino Hilda (heroína luchadora) y Virginia (este no hace falda explicarlo) que pasan la vida lamentando no poder vivir su arte.



La vida de Laura Díaz no importa, salvo cuando la Historia con mayúsculas le da paso, y vemos la vida de los migrados alemanes y cómo se adaptaron a esa tierra nueva que tenía tanto que ofrecer a los que migraban de un continente entonces agotado; los tiempos de los forajidos que vivieron los abuelos de Laura (y del propio Fuentes), los tiempos de los bailes de salón y las mujeres que deciden no resignarse a ser sólo esposas y madres (fenómeno que se da mucho en México a principios del siglo XX y muy poco en otros sitios... sí, ese México machista que todos tenemos en la cabeza era muy diferente en puertas de la Revolución) Vemos una mujer que, como excusa para insertar temas nuevos, se entusiasma con la Revolución cuando se entusiasma con los valores de su medio hermano y casi amante platónico, Santiago, así como se decepciona porque, una vez asentada, esta está representada por el patán y rata traidora de su cobarde marido de humo; Una vida como excusa que nos enseña los arribismos del PRI con su hijo Danton frente al México colorista y mítico de Santiago II. Vemos sus amoríos sin pasión de una mujer apasionada hasta que se produce la explosión del exiliado Maura, que no puede vivir con calma porque no puede dejar de intentar salvar a Raquel porque no salvó a Teresa y porque -como dijo Benedetti en una ocasión- prefiere morir torturado que morir de vergüenza, y se vuelve a enamorar de otro luchador al que no entiende y que oculta un secreto vergonzante, o no, o sí, o quién sabe... Y un largo etcétera de cosas que pasaron en la vida de una sola persona si tuvo a bien venir al mundo a principios del XX en México y tuvo una larga vida, una vida como la de Laura Díaz, Laura la apasionada, Díaz la inconformista, Laura Díaz la luchadora.



Pero no es un libro para leer una tarde de verano, ni una semana perdida... Se trata de un libro difícil no sólo por su densidad (y tamaño, que no es precisamente corto) sino porque hay partes que directamente cuesta entender, y que obligan al lector a volver sobre sus pasos para entender qué demonios cuenta sobre el exilio y la guerra de España y que, quizá, exijan una mínima noción sobre la historia de México (aunque me resisto a creer que alguien no haya oído hablar de la Revolución mexicana o de Frida Kalho, aunque sólo sea por las películas de Hollywood) pero, si te gusta el realismo y también te gusta Rayuela y su no sé qué, puede que este te encante, si estás saturado de realismo (prueba a pasar un año leyendo sólo eso y verás) y necesitas las cosas bien claritas, quizá este no es un libro para ti. La crítica lo adora, yo en su día fui una estudiante de filología hispánica y lo adoré... Ahora, con unos cuantos años más no me ha vuelto loca y de hecho me ha costado un montón -no me refiero a terminarlo, su sola lectura me ha supuesto esfuerzo (es decir, lectura más activa que de costumbre, y yo leo generalmente con un lápiz y dos cuadernos)-, pero a la semana de haberlo terminado por segunda vez empiezo a ver sólo sus virtudes y me arrepiento de no haberlo defendido con uñas y dientes cuando hablamos de si nos ha gustado o no hace sólo dos días... ¿Será que, como un buen vino, Los años con Laura Díaz, necesita reposo? ¿Te atreves a intentarlo?



Las reseñas de mis compañeros de Club de lectura 2.0 las puedes ver en los sitios habituales: aquí está Bichejo, aquí está Carmen y aquí está Desgraciaíto... También está Merichán, que tan pronto nos deja.

El mes que viene Tony Judt con Algo va mal, libro que reseñé hace no tanto pero que tengo ganas de volver a leer, que con Judt siempre se aprende algo, y digo "el mes que viene" en términos literales, porque cambiamos la fecha de publicación del día 15 al día 1, para que el "mes dedicado al libro" sea un mes natural. 

Así que ya sabes, Te esperamos en México hasta mayo, te esperamos en el derrumbe de la socialdemocracia a partir de entonces ¿nos acompañas?

5 comentarios:

  1. A mí me paraece que este señor es un gran escritor, pero que ha escrito algo que no era lo suyo o que no conectó con la historia como debería. Esos cambios de narración con la parte de la guerra civil y los viajes en el tiempo y cambio de narrador me han roto la cintura.

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  2. Yo no estoy nada de acuerdo contigo y además me parece una herejía comparar Cien años de soledad con esto...y cuando quieras, lo releemos y hablamos. Por no llegar, no llega ni a La casa de los espíritus. En cualquier caso, mola verte tan entusiasta en tu soledad de ser la única a la que el libro le ha gustado.

    Pero, como la confianza da asco, me voy a permitir una maldad: es Díaz, no Díez. Mucho entusiasmo, mucho entusiasmo, pero...

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  3. Totalmente de acuerdo, ND, pero no sé, mi cerebro ni siquiera ha registrado esa parte... en serio que se me ha olvidado XD, y de lo que me acuerdo, me encanta :P

    La comparación no es por las novelas en sí, sino porque si consideráramos "novela latinoamericana" como "género" aparte, las dos los son, no por la casualidad geográfica sino porque comparten muchos rasgos... por ejemplo, sí, ese momento de confusión es uno de ellos (¿recuerdas lo de las bananas en Cien años de soledad?)Todas tienen partes confusas, no por accidente, los autores quieren contar momentos confusos confundiendo al lector, que todo parezca como un sueño (lo real maravilloso tiene mucho que ver con esto)

    Como ves soy INCAPAZ de poner bien el dichoso nombre, siempre me lío (lo he corregido a pesar del maldito juego de palabras no soy capaz de acertar con el apellido.

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  4. Mi querida Livia. Cuando dices que la vida de Laura no importa... ¿para qué la pone? Si el objetivo es contarnos la historia de México (algo que me parece muy bien), pues que vaya a ello. Para mí que nos quiere contar "su" historia de México y en general "su" historia de todo, y agarra a Laura Díaz porque si escoge a una jirafa lo mismo la parte del viaje a Chicago es un poco costoso de justificar. Y al final le sale un ejercicio de fusión que a mí me ha superado. Bueno, que me ha derrotado.

    No se trata de leer las cosas bien claritas. Yo critico mucho los libros que están escritos con un estilo vulgar y a mí me gusta eso que ND llama "el desbarajuste". Me gustan mucho los libros que innovan y me gusta la literatura sudamericana, por lo que tiene de curiosidad en el lenguaje. Pero este libro te despega, Laura está ahí como puesta por el ayuntamiento, y le pasan muchas cosas, pero... un libro tiene que enamorar a lector, tiene que engancharte con la historia o con la Historia, y en este caso, ni uno ni otro.

    Quizá haya que darle una segunda oportunidad. Pues tal vez se la dé, no digo que no. Ya veremos (de momento, me ha derrotado, y eso no se lo perdono yo a cualquiera!!).

    Magnífica reseña.

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