El
libro de este mes para el club de lectura 2.0 es una historia que supuso, en su
adaptación al cine, uno de los más sonados –e incomprensibles- fracasos de
Steven Spielberg. Pasados los años conviene revisitar la película y, ya que nos
ponemos, sumergirnos en el libro que cuenta la misma historia que lanzó a la
fama a Christian Bale, pero es diferente,
completamente diferente.
Las
reseñas restantes las puedes leer aquí, aquí y aquí… Y, si lo has leído -o no te
importa que te lo destripemos- te esperamos en el club de lectura 2.0
Jim
es un niño británico que vive en Shanghai en los tiempos en los que Europa se
ha convertido en un campo de batalla. Para él, desde la comodidad que da vivir
alejado del mundo, la guerra es algo casi tan lejano como lo es para nosotros
hoy; es un niño de once años muy muy British, tan British que, una vez
sumergido en la guerra, que da por hecho han ganado los japoneses (¿quién creía
lo contrario hasta casi el final?), se pregunta si la vida volverá a la
normalidad, una normalidad a lo Sidharta
en la que los coches de lujo atropellan los pies de los mendigos que piden en
las puertas de sus mansiones.
Al mirar el guante, Jim comprendió que era toda la piel de una mano del suboficial, arrancada de la carne por el fuego de la sala de máquinas.
Pero
la guerra no ha terminado, lo que terminará es su infancia cuando es separado
de sus padres –que, a diferencia de lo que ocurre en la película, pasan la
guerra en un campo de prisioneros, igual que él- y tiene primero que sobrevivir
solo, a sus once años de comodidad y falta de sentido común, por las calles
desiertas y cada vez más peligrosas. Como British considera que el mundo es
justo (la Guerra Mundial sacó a la humanidad de su error), que se juega limpio
y que entregarse es una buena idea… solo que resulta que entregarse a los
japoneses no es tan fácil como él pensaba.
Tras
sobrevivir a duras penas acaba en un campo de prisioneros, que convierte en su
hogar, extraño, incómodo, pero se adapta, y allí vemos como, entre los
prisioneros, a pesar del hambre, a pesar del frío, las enfermedades, la muerte,
es muy British todo ¡hasta tienen un comité de esparcimiento que da
conferencias! ¡y aprende latín! Pero ¡ojo! No deja de ser un campo de
prisioneros.
Nadie criticaba por esto [colaboracionismo] a la señora Pearce, y en realidad la mayor parte de los prisioneros de Lunghua estaban dispuestos a colaborar. Jim lo desaprobaba vagamente, pero admitía que probablemente era sensato hacer cualquier cosa para sobrevivir. Después de tres años en el campo, la noción de patriotismo no tenía ningún sentido.
Y es
su hogar, salvo que está solo, y sigue siendo un niño que ha perdido a sus
padres, a los que reemplaza por una foto, que no es de ellos, pero es la única
que tiene a mano, y busca a quien cuidar, porque
Había aprendido que tener alguien a quien cuidar era lo mismo que ser cuidado por alguien.
Porque
no deja de ser un niño, y como tal necesita que lo cuiden, a pesar de haber
desarrollado un instinto de supervivencia lo que más teme es la soledad
Jim estaba preocupado […] ¿Cómo sobrevivirían si los japoneses no los cuidaban?
El
libro, en general, da una ligera sensación de extrañamiento, me explico ¿has
leído Nada de Carmen Laforet? Pues es
lo mismo que he sentido con El imperio
del Sol, Jim (que es el propio autor contando sus experiencias) pasa por
todo tipo de atrocidades, pero como lectora no he sido Jim, he sido una
espectadora que sentía que estaba viendo una sucesión de escenas, de lejos, sin
implicarme pero, al mismo tiempo,
también ha sido como revivir la atroz lectura de Si esto es un hombre, que me hizo llorar océanos de lágrimas, al ver
la miseria, el hambre, las largas caminatas, la muerte alrededor del
protagonista… con la salvedad, como decía, de que si fui Primo Levi mientras
leía Si esto es un hombre pero
–afortunadamente- no he conseguido revivir la experiencia de convertirme en Jim
mientras lo leía.
La
historia es apasionante, sin duda, el estilo ya no tanto… No quiero decir que esté mal escrito, en
absoluto, pero tiene un no sé qué que ha hecho que no haya conseguido meterme
de lleno, era –valga la imagen- como si me faltaran fotogramas entre suceso y
suceso; Jim parece no entender de qué va todo, o quizá sí pero como es un hijo de la guerra esa manera tan
British de enfrentarlo le salva la vida sin duda; yo sí lo he entendido, pero
no me ha hecho vivirlo y eso, bien mirado, es una suerte.
No podía tolerar que en Jim se revelara una verdad evidente: que la gente era demasiado capaz de adaptarse a la guerra.
No
sé el resto, pero yo espero no tener que adaptarme jamás. ¡A leer!
Pues resulta que tenemos más o menos las mismas sensaciones y un par de frases en común. Mi sensación es que te cuenta la historia pero como si no fuese con él, no vives con Jim ese periplo sino que un tercero te cuenta escenas de la vida de Jim.
ResponderEliminarSe me queda corto por eso.
Pones el acento en las cosas en las que hay que ponerlo: la inocencia del niño y el bofetón que le da la realidad, la existencia de un mundo confortable si vives en el lado bueno, claro, el convertir el campo de prisioneros en el hogar...
ResponderEliminarMuy buen post. Y muy útiles las referencias que haces a otros libros :-)
A mí hay una cosa que me descoloca y es que habla de sí mismo en tercera persona y, aunque luego supe que no es una historia real, ese distanciamiento creo que es intencionado por parte del autor.
ResponderEliminar