El
cuarto libro del club de lectura es La
noche de los tiempos, cuyas reseñas podéis leer -además de en esta casa- aquí,
aquí y aquí.
Que
la Guerra Incivil –además de un horror espeluznante e inexplicable- fue un
absoluto disparate no es nada nuevo; lo que sí es novedoso es encontrarse con
tantos autores literarios nada sospechosos de apoyar al bando faccioso –por usar el término que se usa sistemáticamente en
el libro- que narran el catálogo de barbaridades cometidas por el bando que no
se sublevó contra la legalidad vigente, pero que en realidad sí lo hizo en
nombre de su idea de la revolución, o revoluciones –que cada cual tenía la suya,
con su policía, sus cárceles, sus leyes- y es que, si algo queda claro en La noche de los tiempos, por si alguien
aún no lo sabía aún (que ya hay que tener poca curiosidad para no haberse
enterado), es que a la República, la de verdad, la legal, no la defendió nadie… Bueno,
seamos justos, quizá Negrín sí lo hizo, pero fue el único.
La noche de los tiempos narra la
historia de Ignacio Abel, un exiliado-emigrado-huido a Estados Unidos que había
participado en la construcción –literal- de aquella deseable utopía de libertad
y progreso que, seamos serios, nunca tuvo lugar por mucho que nos empeñemos.
Este arquitecto está diseñando lo que hoy es Ciudad Universitaria en los
convulsos tiempos de preguerra, es hijo de un obrero de la construcción que
muere cuando es adolescente y una portera de la calle Toledo; es inteligente y
tuvo un padre que sabía que podía llegar más lejos de lo que él había llegado,
por lo que, ante su repentina muerte –como si lo supiera-, lo dejó todo
dispuesto para que pudiera seguir estudiando. Ignacio Abel se ha casado con una
familia conservadora (sí, con una familia entera, a veces las mujeres –sobre
todo si están algo pasaditas- no vienen solas sino en pack) a la que detesta,
pero no porque sean mala gente, que no lo son, sino por una cuestión estética…
Y entonces aparece Judith Biely, una norteamericana de paseo por Madrid de la que
se enamora perdidamente.
Y es
que en realidad La noche de los tiempos
es una historia de amor, un amor difícil, clandestino, en un tiempo imposible.
La guerra no es más que el telón de fondo que todo lo desbarata y que, parafraseando a Machado ha de helarte el corazón.
Ignacio se siente ajeno a todo, intenta con todas sus fuerzas que la vida que
lo rodea no lo condicione pero en aquellos tiempos todo, no sólo el amor, es
sencillamente imposible.
Ciudad Universitaria |
Pero
no es una novela romántica en absoluto, aunque Ignacio Abel no quiera enterarse
de lo que realmente está ocurriendo cuando el amor lo tapa todo, la realidad se
va imponiendo ante sus ojos y le atraviesa la piel; y cuanto más cruda es esa
realidad, más visible es para los lectores, más sucesos espeluznantes en ese
escenario de pesadilla se narran, uno tras otro, tan horribles que parecen
imposibles… y ojalá lo fueran (un detalle: todos los hechos narrados en el
libro, salvo la existencia de Ignacio Abel, Judith, Adela y familia, son
reales: sí se ametrallaba a la gente en las terrazas –sí, la gente seguía yendo
a tomarse algo en las terrazas cuando todo había empezado ya-, sí se paseó la
cabeza de un militar por Madrid como en una procesión, las banderas
republicanas sí iban siendo sustituidas por banderas de la CNT, de la URSS et
al. según quién estuviera al mando,
sí que no llegaba nada al frente por pura desorganización –organíceme usted
algo en lo que nadie cree- sí que tuvieron que rescatar valiosas obras de arte
del vandalismo revolucionario, sí que se mentía, sí que hubo masacres de los propios a los propios, sí que los
propios terminaron de joder el invento en el que unos pocos hombres buenos
creían, etc, etc) Y no, las barbaridades del bando nacional apenas aparecen, y no porque sean de sobra conocidas o porque AMM las minimice, sino porque esto es una novela y no un libro de historia y cuenta únicamente lo vivido por Ignacio Abel,
que nunca cruzó las líneas, que escuchó los ecos de sus cañones asesinos pero
sólo vio lo que hacían los suyos. Una de las cosas más fascinantes del libro es que es la historia de alguien crítico con la realidad que le toca vivir, capaz de ver lo que tiene delante sin sectarismos... como el propio AMM.
La novela, que ya es un clásico –o debería serlo-, sólo tiene una pega, y, por
desgracia, no es una pega menor, y es la manía que despliega AMM por utilizar treinta y
siete sinónimos para cada palabra, para cada oración, para cada suceso que
hace de su lectura una tarea ardua hasta más o menos la mitad, momento en el
que la guerra empieza y todo se acelera, desaparecen los sinónimos y todo se
convierte en una galería del disparate; sigue siendo un libro maravilloso, pero no deja de ser llamativo que la historia que vertebra el relato, su excusa esencial -esto es, el amor entre Ignacio y Judith- como lectora no sólo me acabe importando un carajo, es que incluso llega a molestarme profundamente; AMM es así, siempre ha sido así, Plenilunio también da cuenta de cada detalle -oh, esos ojos-, Ardor guerrero tres cuartos de lo mismo, pero no me siento interrumpida por ellos ni por las largas descripciones como sí me ha pasado con La noche de los tiempos en que ¡cada vez! que aparecía Judith mi alma lectora gritaba pordiosito otra vez no. Pero esa pega tiene asimismo una
virtud, y es que nos va preparando para lo que va a venir, y, además, nos
tiende algunas trampas que hace que los lectores descubramos que las cosas son
incluso peores de lo que creíamos, y eso que ya habíamos perdido la fe en el
ser humano casi al empezar.
¡Te espero en el club de lectura para analizarlo a fondo! Hay tanto que decir sobre este libro que no sé si me va a llegar con un mes...
Pues mira que precisamente pinta una imagen de Negrín que no me parece que, como he comentado en mi entrada, pueda corresponder con el tío que llenó un yate de tesoros robados para su uso personal una vez exiliado.
ResponderEliminarEs un libro en el que no se disimula la querencia del autor por la República, pero no por lo que termina pasando y cómo esa facilidad de provocar el horror parece que es casi algo que llevamos en los genes.
Discutiremos :-)
Sí, de Negrín largo y tendido por lo que veo XD... y me veo acabando con el oro de Moscú jijiji
EliminarDiscutiremos mucho, de hecho. Porque como dice Carmen en su reseña, es la historia de un señor que va a lo suyo...que le importa todo tres pitos y medio.
ResponderEliminarPara mí es vital que un libro me entretenga, que me importe lo que les pasa y en este caso creo que AMM se posiciona tan lejos de sus protagonistas que están solamente esbozados.
Totalmente de acuerdo, él va a lo suyo y es un problema que dé igual lo que le pasa al protagonista PERO... ¿no vamos todos un poco a lo nuestro? quiero decir, a mí Ignacio Abel me parece un absoluto cretino, pero no porque vaya a lo suyo (esa parte, en esos tiempos, casi era de agradecer), sino porque no ve entre "los suyos" que también se da esa "falta de estética" que no les perdona a "los otros", porque es muy rígido con "los otros" a pesar de lo bien que lo tratan -un poco a lo Mario de Cinco horas con Mario (¿os animaríais con ese para otra ocasión? pregunto para releerlo ahora mismo o cuando sea mi turno, es un libro del que me apetece la vida hablar largo y tendido con alguien)-y no ve lo que se le viene encima.. y joder, debió de ser el único que no se enteró.
EliminarLa dificultad del libro estriba en que el protagonista es un absoluto cretino pero ¿lo es? ¿de veras? ¿no es el sensato -aunque me caiga fatal- en esa época de disparates?
Va a lo suyo desde antes de que haya otros...me voy a explayar en un post, porque si no, no sé de qué voy a escribir este mes
EliminarMe gusta mucho tu reseña.
ResponderEliminarCreo que usa Negrin porque necesita al personaje, y puede ser quizá lo único controvertido de una narración de la guerra que me parece muy neutral y que toma la distancia adecuada. Es una guerra entre fanáticos y resentidos en una sociedad, efectivamente, inexplicable con nuestros ojos y por eso AMM se entretiene en ella, porque no quiere despacharla con tres brochazos, sino que intenta hacer un dibujo fino, y yo creo que lo consigue.
La guerra esconde a Abel lo que le está sucediendo y el amor le esconce lo que pasa en su pais. Pero me parece que también eso nos sucede a los lectores. La trama de los personajes, y los personajes, tiene su miga. Creo que nos hemos leído dos libros en uno.
De nuevo, muy buen post.
Ay, Negrín, Negrín... tras cuatro comentarios citándolo me voy a meter en el charco XD porque total, no es spoiler, es el Negrín real... aunque en la reseña hablo del Negrín que pinta en la novela XD
EliminarEs cierto que se llevó consigo de todo pero pensad de dónde lo estaba sacando... No digo que hiciera bien sino que se lo estaba quitando "al enemigo", a lo tierra quemada; y por eso, creo yo, AMM lo salva tan claramente, porque no lo entiende como un robo. Aunque totalmente de acuerdo contigo, necesita al personaje.
Es cierto que son dos libros en uno, pero no tanto, me explico: la historia de amor le sirve para contar cómo eran las cosas antes de, la visión de las dos Españas, la diferencia entre el extranjero y los nacionales (Adela aburre de lo conservadora que es, tan fuera incluso de su propia época, pero luego vemos que no es cierto, que ella también tiene inquietudes y no es tan "mujer conservadora católica, mujer de su casa" como parece al principio) y luego el desastre absoluto, la locura disparatada que fue todo aquello.
Y no me olvido ¡gracias! Me alegro de que te guste :)
Una cosa es quitárselo al enemigo y otra quedárselo. Que esas colecciones del museo arqueológico o esas joyas robadas de los montes de piedad no iban a México para fundar un hospicio de huérfanos del bando republicano o becas para la Univerisidad. Iban para que este señor viviera como un rajá, aunque luego Indalecio Prieto y el presidente de México se aliaron para hacerse con el botín y repartírselo.
EliminarQue, oye, otros (casi todos) han robado y siguen robando, pero presentarle como un representante de esa España alejada de odios y extremismos que presenta en la novela, de esa España que pudo ser, pues... no me parece una buena elección.
Noooo, no lo presenta como alguien alejado del odio, en absoluto; primero es, desde el entorno del gobierno, el mayor crítico con los "propios" "si los nuestros nos dejaran", y después la parte de muerte y destrucción al ejército faccioso se da por hecho, y alguna vez lo dice. Aparte de que como presidente de la República presentó algunos planes de paz que el bando nacional no aceptaba (ni los Hotros, que decía Unamuno, tampoco), recuerda que para que se acabara aquel disparate, para que en lugar de "plan de paz" que no había manera porque los estaban barriendo, fuera "nos rendimos y haced lo que queráis que ya no damos más" tuvo que haber un golpe de estado
EliminarAhora bien... ¿¿¿Para vivir como un rajá??? ¿de dónde sacas eso? a ver si va a ser como lo del "oro de Moscú" que se escribió durante 40 años que fue un regalo a la URSS y aún hay quien lo piensa...
A ver, no justifico que está bien que se lleven las cosas en estos disparates pero la opción siempre es dejárselo al que lo va a usar para masacrar a los que queden atrás
Has visto la lista de la carga del barco que viene en la wikipedia? Has visto que dicen que podía valer 100 millones de dólares? Has visto que pone que luego lo malvendieron por 8 o 10? Me parece que el robo no le salió mal, salvo que hubo otros que le robaron a él...
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