Este mes en el Club de lectura 2.0 hemos leído el celebérrimo Por amor a la física, un libro de divulgación científica escrito por el afamado Walter Lewin.
Walter Lewin es un profesor del MIT que se ha hecho muy famoso por sus fantásticas clases de física colgadas en Youtube... Yo soy de letras, pero como siempre he sido curiosa y odio esa división ciencias y letras en combate mortal, de los campos del saber de ciencias el que más me llama la atención es precisamente el de la física, lástima que desde el desconocimiento total... Hace unos años, una compañera -profesora de física- me prestó un libro maravilloso que me encantaría conseguir (si alguien sabe dónde, lo agradecería) en el que unos físicos soviéticos le explicaban ni más ni menos que al Soviet Supremo en qué consistía la Teoría de la Relatividad de Einstein y por qué era válida... Estaba escrito de forma tan sencilla -siendo conceptos sumamente complejos- y entretenida que pensé que, aun sin conocimiento alguno sobre el tema, la física no era tan inaccesible para alguien que sólo estudió física un año hace más de veinte... Pues bien, eso es Por amor a la física, un libro escrito para gente con una cierta curiosidad por la materia que puede tener unos conocimientos amplios o inexistentes, es decir, complejo y accesible al mismo tiempo, a ratos te pierdes en un concepto pero el profesor Lewin te pesca de nuevo...
Ahora bien, esto es el Club de tortura lectura 2.0 y no hay manera humana de que un libro no salga bien... El profesor Lewin tiene unas clases descacharrantes en la plataforma online (bueno, tenía... luego explico por qué) pero en el libro, aunque es interesante, no he sentido la misma curiosidad malsana que se supone quiere transmitir, es decir, no me pierdo tanto como para perder el interés pero lo que se podía ver en vídeo al leerlo no me ha interesando de la misma manera; no me entiendan mal, no es aburrido, pero está lejos de ser un digno canto de amor a la física como sí lo son las clases que se podían ver...
Cada tema (no quiero usar capítulo, ni epígrafe porque es otra cosa) está introducido por una afirmación que Lewin va demostrando paso a paso a lo largo de la escritura... y ahí es dónde me ha ido matando el interés tema tras tema, es decir (por citar el primero, que es al que más veces va a recurrir para recuperar al lector) me parece muy interesante que seamos más altos tumbados que de pie, me parece super interesante saber por qué... pero me importa un carajo la manera en la que Lewin me lleva del qué al por qué, no me ha enganchado en ninguna explicación... y ahí, avanzando y avanzando, llega un momento en el que me importa muy poco la manera tan extraña en la que se abuela secaba la lechuga de la ensalada, o el arco iris... pero, ojo, eso no debe desmerecer las labores de Lewin como docente, era un magnífico profesor que usaba anécdotas personales para explicar sesudos conocimientos físicos... quizá sea yo, pero el libro amor, lo que se dice amor... no, no lo he sentido... y ya cuando se pone a hacer un recorrido por la radiación y la astronomía me ha matado, y en ese caso concreto me siento mal conmigo misma porque es un tema que me resulta especialmente fascinante.
Y, a modo de bola extra, el famoso gafe del Club de tortura lectura... llevamos unos días desconcertados por las últimas informaciones que han surgido a propósito del profesor Lewin, quien ha sido suspendido en estos días de forma fulminante como profesor emérito (tiene casi 80 años, lleva tiempo de emérito) y sus clases han sido eliminadas de la plataforma del MIT nada menos que por acoso sexual online... La historia es confusa y agradecería que el MIT se dignara a dar alguna explicación, aunque sólo fuera porque Lewin no es cualquier profesor... Aquí hay dos debates a la vista: uno tiene que ver con que si creemos que el MIT -que recordemos, no es un tribunal- se está curando en salud o ha hecho lo que tenía que hacer y dos -más interesante a mi entender- si consideramos que, de ser cierto, eso desmerece al señor que enseñaba física, es decir, si hace sus clases menos interesantes...
Soy consciente de que como reseña esta entrada es rarísima porque sí recomiendo su lectura a pesar de que no me ha enamorado en absoluto, así que pásense por la casa de los otros miembros del Club de Tortura Lectura, que seguro que han hecho reseñas de verdad: Desgraciaíto, Carmen y Newland.
Nuestro gafe llega a nuevas cotas. Ya no sólo elegimos libros que nos hacen sufrir, sino que son libros con historias escabrosas de acoso que se revelan casi a la vez que los elegimos. ¿Casualidad?... Puede, pero la leyenda del club sigue creciendo.
ResponderEliminarA mí esto de mezclar la docencia y el espectáculo me repele. Si tienes la suerte de ir al MIT a estudiar y necesitas un espectáculo de Barrio Sésamo para motivarte pues malo malo. Otra cosa es centrarlo en pescar al que nunca pensó que pudiera llegar a entender conceptos básicos, y en eso me temo que asistimos a un naufragio.
ResponderEliminarAdmito que ha aumentado mi interés por la astrofísica, aunque algo venía leyendo del tema en los últimos dos años, pero me temo que yo tampoco debería ser su público objetivo.
Coincidimos el el mismo desconcierto acerca de su amor y su incapacidad para transmitirlo. Mucho arroz para tan poco pollo, que diría mi abuela.
ResponderEliminarMuy bueno lo del espectáculo de Barrio Sésamo, Juanjo. Pero al menos ahí se entendía lo de arriba y abajo. Este tipo naufraga en sus explicaciones, que es donde el profesor demuestra su valía.
Un bodrio y ya.
El debate que propones es más interesante que el libro.
ResponderEliminarDe lo demás está todo dicho...