Cómo hablar de los libros que no se han leído

En más de un año que llevamos compartiendo esta aventura de lectura compartida, los lectores residentes de este Club de lectores 2.0 no hemos sido capaces de encontrar un solo libro que nos haya parecido fantástico a los cuatro (ahora somos cinco, véase el último párrafo), así que, en un alarde de genio, este mes se lo vamos a dedicar a un ensayo de Pierre Bayard titulado Cómo hablar de los libros que no se han leído con el que no sólo se han de perder los complejos ante la no lectura de esos libros que todo el mundo -ejem- ha leído sino que, literalmente, da lo que promete, esto es: explica cómo hablar con propiedad de los libros que no se han leído sin quedar como un cretino.

Hay que partir de la base de que Bayard es profesor de literatura y, aunque le presupongo una vasta cultura, también doy por hecho que no puede haber leído todo lo que enseña, más que nada porque yo también soy profesora de literatura (aunque en mi caso de un nivel en el que los alumnos jamás han leído un libro del temario que yo no haya leído) y ni de coña he leído -ni tengo intención- todos los libros de los que tengo que hablar en clase... y aún así puedo hacerlo con soltura y seguramente, tal y como defiende Bayard, con una precisión mayor, con más objetividad, que si los hubiera leído.

No quiero que se me malinterprete, Cómo hablar de los libros que no se han leído no es un elogio de la no lectura, sino un reconocimiento de que es más importante saber que tener una experiencia directa sobre aquello de lo que hablamos, porque, defiende Bayard, cuando tenemos una experiencia directa -esto es, cuando leemos- corremos el riesgo de caer en lo subjetivo mientras que para saber situar un libro en su contexto, establecer sus relaciones -que es lo que reside realmente la cultura- leerlo no suele sernos muy útil... Me viene a la cabeza Chesterton, un autor fundamental en la literatura al que cometí el error de leer porque me hizo gracia el título de un libro, un libro del que no podría hablar ahora de un autor supuestamente esencial al que yo no conozco... si en lugar del libro me hubiera enterado de quién es, ahora sería más culta... supongo... También me viene a la cabeza Jorge Edwards, que en El Whisky de los poetas dice que nunca encuentra a nadie que "lea" a los clásicos porque, curiosamente, todo aquel al que ve con un clásico en la mano dice estar "releyéndolo" como si haber leído (tiempo perfecto, ergo pasado) según qué libros fuera obligatorio... porque lo es ¿o no?

En definitiva es un canto a la sinceridad y un apunte sobre que es más importante, para hablar de un libro, conocerlo bien que haberlo leído, porque estas dos acciones -"conocerlo" y "leerlo"- suelen darse de bofetadas. Un ensayo de lectura ligera para una tarde de verano, divertido, bien escrito y que no se para en tecnicismos, pero que tiene, para mi gusto, un fallo garrafal, y es que se olvida de la parte de placer que da la lectura... Llevo más de quince años leyendo sólo por el placer de hacerlo, y considero que la cultura que se adquiere en los libros literarios es -o ha de ser- algo secundario, no el objeto en sí y el ensayo de Bayard va dirigido a ser más culto olvidando, por completo además, el disfrute.

Como de costumbre podéis seguir el debate en el Club de lectores 2.0 y ver las reseñas previas, además de allí, en la casa de Bichejo, Desgraciaíto, Carmen y, ahora sí que sí, Juanjo, al que damos la más calurosa de las bienvenidas... Este mes promete ser movido porque alguien tendrá que responder a una pregunta esencial: ¿para qué leemos? y a partir de ahí se me ocurren tantas otras...

5 comentarios:

  1. Pues habla tú sobre por qué leemos, seguro que es interesante.

    A mí me ha parecido un libro interesante simón. Y creo que todas sus anotaciones son falsas.

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  2. Quería poner interesantísimo, pero no he sabido :'(

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  3. Coincido, aunque igual por mi reseña parece que me ha horrorizado, con lo que dice el líder...es interesante simón (Bosco, esto te acompañará una temporada).

    Y coincido contigo en que la caga del todo obviando la parte hedonista de la lectura, plantea la cosa en términos reputacionales o laborales...préstaselo a Misia, que lo quería leer y luego haz con él lo que quieras.

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  4. Es verdad lo de "releer" a los clásicos. Pero yo creo que los clásicos, al haberlos leído en el cole, forman parte de ese montón de libros que, no es que hayas olvidado (porque las historias son muy conocidas), sino que ya ni te acuerdas de cuándo lo leíste, ni de si lo leíste, y das por hecho que es una relectura.

    El mes pasado, con Paula, yo estaba convencida de que lo había leído, pero no. Y si lo había hecho, el olvido hubiera sido tan espectacular que me hubiera parecido increible. El capítulo que dedica a Montaigne me ha parecido muy bueno, la angustia de la memoria, el no recordar...

    Como siempre, querida, bravo por la reseña.

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  5. Después de reponerme de la carcajada por el interesante simón, voy a comentar pero no sé si podré hacerlo muy en serio. Es que es tremendo simón.

    Gracias por la calurosa bienvenida, trataré de estar a la altura de las circustancias, que son tremendas, claro que si sobreviví como no miembro a Roth y Fuentes creo que daré la talla...

    De todas las reseñas la tuya es la que más me sorprende y da que pensar en qué he entendido yo al leer el libro, porque no he podido verlo desde un punto de vista tan literal, para mí el título no es (era) más que una excusa para hablar del hecho de la lectura, no he podido ver su sentido más formal hasta leerte, porque admito que en un ámbito académico sí que cobra cierto sentido.

    Me dejas nadando en un mar de dudas y tal vez relea algo para ver si mi cabeza da para una reinterpretación de los hechos.

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