Hace muchos, muchos años, mi familia decidió visitarme en masa. Tantos éramos que todas y cada una de las superficies horizontales de la casa, salvo el suelo y las mesas, fueron ocupadas por distintos seres, individualmente o en grupo, para dormir... y esa noche, después de la cena y a medida que se iban retirando, yo cometí el error de empezar El túnel de Ernesto Sábato. Como hacía frío y no podía encender la luz ni siquiera en el pasillo, acabé leyendo el libro sentada en el suelo del cuarto de baño porque, una vez que se entra en el túnel, la única manera de soltar el libro es llegar hasta el final.
El túnel relata la historia de un crimen, pero no es una novela policiaca; nos encontramos en ella ante los pensamientos de un asesino que reconstruye su crimen desde el principio, desde que conoce a la víctima, y le acompañamos en las razones que le han llevado a cometerlo, porque nos promete una explicación que todavía hoy, mil conversaciones después, no he encontrado.
Existió una persona que podía entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté.
Todo gira en torno a un cuadro, una escena sencilla en la que, en una esquina, aparece una ventana en la que sólo reparan dos personas: Juan Pablo Castel, su autor y ulterior asesino, y María Iribarne, la víctima ¿o tal vez María, a pesar de todo, no se da cuenta de las implicaciones de la ventana?
Pero El túnel es mucho más, es la historia de un hombre solitario, y un tanto misántropo, que cree haber encontrado por fin a alguien que lo acompañe en su soledad, que lo saque del túnel, pero que, quizá, ha errado el tiro, o no, o quién sabe. Parece una historia de amor, parece que Juan Pablo se ha enamorado de María, aunque está esté casada con un hombre ciego (desconozco las razones de la obsesión que tiene Sábato por la ceguera) pero, visto el resultado, toda la novela se nos presenta como un gran interrogante.
¿Por qué es tan importante esa ventana? ¿Entendió María lo que quería decir? ¿la mata porque lo entendió o porque no lo entendió?
Preguntas, preguntas, preguntas en una de las novelas más apasionantes del siglo XX, de uno de los autores más apasionantes del siglo XX que nadie debería dejar de leer.
El otro dia maria iribarne se me apareció en sueños como el del medio de los chichos.
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